dimecres, 8 d’abril del 2015

Resurrexit Sicut dixit. Alleluia!!!



Al·leluia !!!
















Christus surrexit.
Surrexit Dominus vere.

 Alleluiah !!
复 活节快乐
المسيح قم حقا قا م

Cristo e' risorto
E' veramente risorto,
Χριστο'ς Ανεστη Αληθως Ανεστι.
REALMENT CRIST
HA RESSUSCITAT.
AL·LELUIA. BONA PASQUA
خوش ایسٹر
हैप्पी ईस्टर मसीह बढ़ी है
 
 
 
 
 
 
 






De "Homiletica 2015/02"

La injusticia y el sufrimiento no tienen la última palabra sobre la historia.

Hay formas de vivir que revelan que el amor es más poderoso que la muerte y que la Palabra encarnada de Dios actúa fecundamente en la historia, de modo que nunca retorna a Él vacía, aunque tenga que atravesar la densidad del sufrimiento. La palabra de Dios es creadora y apuesta siempre por la vida frente a toda forma de violencia, opresión o muerte. Así se nos ha ido revelando a lo largo de la historia de la salvación como los textos de la Vigilia Pascual ponen de manifiesto. Ni siquiera el pecado puede romper esta opción amorosa de Dios por la humanidad y la creación. Pese a nuestras dificultades, esclavitudes e infidelidades, Dios sigue apostando por nosotros, incluso en los momentos de absoluta oscuridad, cuando no vemos ninguna salida, cuando nos asalta la certeza de que todo está perdido. Dios se nos ofrece “de balde” sin imponerse, sino mas bien exponiéndose a nuestra libertad y acogida. Como dice el papa Francisco, su amor inquebrantable “nos permite levantar la cabeza y volver a empezar con una ternura que nunca nos desilusiona y que siempre puede devolvernos la alegría “(EG 3). Su gratuidad tiene capacidad de transformar el corazón de piedra en un corazón de carne y sellar una nueva alianza que en Jesucristo alcanza su plenitud.

Por eso la vida cristiana no termina en la cruz, sino que nace en la noche de Pascua. En la tradición mística de la Iglesia existe una corriente dentro de la espiritualidad femenina que identifica la cruz con la imagen de un parto en el que a Dios se les rasgan las entrañas y da a luz una nueva humanidad. La Resurrección de Jesús lo renueva todo, nos abre a la novedad de su Espíritu vivificante y reciclador. Pero a la vez la Resurrección se nos da en primicia (1 Cor 15,20) y, como toda primicia, tiene algo de seminal, porque lo nuevo siempre nace pequeño. Quizás por eso necesitamos liberar nuestra concepción de la Resurrección de todo tipo de triunfalismo, ya que la experiencia de la Resurrección es siempre humilde y un tanto opaca, porque la realidad no deja de perder su densidad y dureza y sólo podemos captar su huella con los ojos de la fe. La Resurrección nos cambia la mirada, la libera del daltonismo espiritual que a veces nos invade, que consiste en detectar sólo el rojo del sufrimiento que nos rodea y a tener una especie de incapacidad para detectar el verde esperanza que también está junto a nosotros.

También nosotros, como las mujeres que acudieron aquella mañana de Pascua al sepulcro, podemos estar empeñados en buscar a Cristo en un lugar equivocado. Es en el corazón de la vida, en nuestra Galilea cotidiana donde podemos hallarle y reconocerle en la hondura de lo ordinario, dotándolo de sentido y fuerza regeneradora. Como el ángel a las mujeres, son muchos los mensajeros que pone nuestro camino para señalarnos que su lugar no es la muerte si no la vida, no es el llanto ni el duelo, sino la alegría. El Resucitado nos “primerea” en el amor y nos invita a involucrarnos con Él en la tarea de acompañar a las personas y hacer de la vida una fiesta permanente y no una pesadilla, a ser una iglesia “en salida” presente en los periferias que necesitan la luz del Evangelio (EG24, 20).
        María José Torres Pérez, acj



 







HOMILÍA DEL SANTO PADRE FRANCISCO

Basílica Vaticana
Sábado Santo 4 de abril de 2015

Esta noche es noche de vigilia.

El Señor no duerme, vela el guardián de su pueblo (cf. Sal 121,4), para sacarlo de la esclavitud y para abrirle el camino de la libertad.

El Señor vela y, con la fuerza de su amor, hace pasar al pueblo a través del Mar Rojo; y hace pasar a Jesús a través del abismo de la muerte y de los infiernos.

Esta fue una noche de vela para los discípulos y las discípulas de Jesús. Noche de dolor y de temor. Los hombres permanecieron cerrados en el Cenáculo. Las mujeres, sin embargo, al alba del día siguiente, fueron al sepulcro para ungir el cuerpo de Jesús. Sus corazones estaban llenos de emoción y se preguntaban: «¿Cómo haremos para entrar?, ¿quién nos removerá la piedra de la tumba?...». Pero he aquí el primer signo del Acontecimiento: la gran piedra ya había sido removida, y la tumba estaba abierta.

«Entraron en el sepulcro y vieron a un joven sentado a la derecha, vestido de blanco» (Mc 16,5). Las mujeres fueron las primeras que vieron este gran signo: el sepulcro vacío; y fueron las primeras en entrar.

«Entraron en el sepulcro». En esta noche de vigilia, nos viene bien detenernos en reflexionar sobre la experiencia de las discípulas de Jesús, que también nos interpela a nosotros. Efectivamente, para eso estamos aquí: para entrar, para entrar en el misterio que Dios ha realizado con su vigilia de amor.

No se puede vivir la Pascua sin entrar en el misterio. No es un hecho intelectual, no es sólo conocer, leer... Es más, es mucho más.

«Entrar en el misterio» significa capacidad de asombro, de contemplación; capacidad de escuchar el silencio y sentir el susurro de ese hilo de silencio sonoro en el que Dios nos habla (cf. 1 Re 19,12).

Entrar en el misterio nos exige no tener miedo de la realidad: no cerrarse en sí mismos, no huir ante lo que no entendemos, no cerrar los ojos frente a los problemas, no negarlos, no eliminar los interrogantes...

Entrar en el misterio significa ir más allá de las cómodas certezas, más allá de la pereza y la indiferencia que nos frenan, y ponerse en busca de la verdad, la belleza y el amor, buscar un sentido no ya descontado, una respuesta no trivial a las cuestiones que ponen en crisis nuestra fe, nuestra fidelidad y nuestra razón.

Para entrar en el misterio se necesita humildad, la humildad de abajarse, de apearse del pedestal de nuestro yo, tan orgulloso, de nuestra presunción; la humildad para redimensionar la propia estima, reconociendo lo que realmente somos: criaturas con virtudes y defectos, pecadores necesitados de perdón. Para entrar en el misterio hace falta este abajamiento, que es impotencia, vaciándonos  de las propias idolatrías... adoración. Sin adorar no se puede entrar en el misterio.

Todo esto nos enseñan las mujeres discípulas de Jesús. Velaron aquella noche, junto la Madre. Y ella, la Virgen Madre, las ayudó a no perder la fe y la esperanza. Así, no permanecieron prisioneras del miedo y del dolor, sino que salieron con las primeras luces del alba, llevando en las manos sus ungüentos y con el corazón ungido de amor. Salieron y encontraron la tumba abierta. Y entraron. Velaron, salieron y entraron en el misterio. Aprendamos de ellas a velar con Dios y con María, nuestra Madre, para entrar en el misterio que nos hace pasar de la muerte a la vida.


 











                RAONS D'UNA FE VIVA:



Jo sé que Crist ha ressuscitat:

-perquè converteix el meu cor de pedra en cor de carn;

-perquè tinc l'experiència del perdó;

-perquè ha posat en mi una font d'alegria

que mai ningú no em podrà prendre;



-perquè he rebut la seva pau;

-perquè m'allibera de les pors

i puc confiar-me a les seves mans.

-perquè sento un gran amor

per tots els meus germans i germanes;



-perquè trobo sempre fresca la flor de l'esperança;

-perquè veig en el pobre el rostre del meu Senyor;

-perquè sé que mai no estic sol.



Si crec en la resurrecció,

és perquè accepto el testimoni de les Escriptures,

dels apòstols, de l'Església,

de la tradició, dels germans i germanes.



Però sobretot crec en la resurrecció

perquè experimento que el Senyor

ressuscita en mi,

que em renova cada dia

que són capaç d’estimar.

Gràcies, Senyor meu i Déu meu!






















MÉS FOTOGRAFIES:

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divendres, 3 d’abril del 2015

Divendres Sant





DIVENDRES SANT









Via Crucis


SEGUNDA ESTACIÓN
Jesús con la cruz a cuestas: 
«Contado entre los pecadores»
"Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos,..."
Del Evangelio según San Marcos
«Terminada la burla,
 le quitaron la púrpura
 y le pusieron su ropa.
Y lo sacaron para crucificarlo».

Sentimientos y pensamientos de Jesús: 
Me rodean los soldados del gobernador.
Para ellos, ya no soy una persona, sino un objeto.
Quieren divertirse conmigo, 
burlarse de mí. Por eso me visten de rey.
Han preparado incluso una corona, pero de espinas.
Me golpean en la cabeza con una caña.
 Me escupen. Me sacan afuera.
Resuenan en mí las dramáticas palabras 
del profeta Isaías sobre el Siervo del Señor.
Dicen de él que no tiene aspecto atrayente;
 que es despreciado,
varón de dolores, como un cordero llevado al matadero;
que es arrancado de la tierra de los vivos,
 maltratado hasta la muerte.
Ese Siervo soy yo, para desvelar
 la grandeza del amor de Dios por el hombre.

Nuestra resonancia:
Tú, Jesús, has sido «contado entre los pecadores».
En la primera generación cristiana, 
precisamente por hablar públicamente de ti,
Pedro y Juan, Pablo y Silas, entraron en prisión.
Así ha ocurrido muchas veces a lo largo de los siglos.
También en nuestros días hay hombres y mujeres
que son encarcelados, condenados
 e incluso asesinados simplemente por ser creyentes

o por su compromiso en favor de la justicia y la paz.
Ellos no se avergüenzan de tu cruz. 
Son ejemplos admirables para que los imitemos.

Oremos con las palabras de un mártir: Shahbaz Bhatti
En la mañana del 2 de marzo de 2011, 
el paquistaní Shahbaz Bhatti, Ministro de las Minorías,
fue asesinado por un grupo de hombres armados. 
En su testamento espiritual escribe:
«Recuerdo que un viernes de Pascua,
 cuando sólo tenía trece años,
escuché un sermón
 sobre el sacrificio de Jesús
por nuestra redención
 y por la salvación del mundo.
Y pensé corresponder a su amor dando amor
a nuestros hermanos y hermanas, 
poniéndome al servicio de los cristianos,
especialmente de los pobres, los necesitados
 y los perseguidos
 que viven en este país islámico.
Quiero que mi vida, mi carácter, mis actos, hablen por mí
y digan que estoy siguiendo a Jesucristo.
Este deseo es tan fuerte en mí,
que me sentiría privilegiado
 si Jesús aceptara el sacrificio de mi vida».
A la luz de este testimonio, oremos:

Señor Jesús,
 conforta interiormente a los perseguidos.
Que se extienda por todo el mundo
 el derecho fundamental a la libertad religiosa.
Te damos gracias 
por todos aquellos que,
 como «ángeles»,
ofrecen maravillosos signos
 de la venida de tu Reino.




QUINTA ESTACIÓN
El Cirineo ayuda a Jesús a llevar la cruz -
 Regresando del campo.
"Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos,..."
Del Evangelio según San Lucas:
 «Mientras lo conducían, echaron mano
 de un cierto Simón de Cirene, que volvía del campo,
 y le cargaron la cruz, para que la llevase detrás de Jesús».
Sentimientos y pensamientos de Jesús 
     Oigo gritos a mi alrededor.
Toman a la fuerza a un campesino 
que pasaba por allí, seguramente por casualidad.
Sin muchas explicaciones,
 lo obligan a llevar mi peso.
 Me siento aliviado.
Le mandan que vaya detrás de mí.
 Iremos juntos hasta el lugar de mi suplicio.
Más de una vez, predicando el Reino de Dios,
dije: «Quien no lleve su cruz detrás de mí,
 no puede ser discípulo mío».
Sin embargo, ahora este hombre 
carga incluso con la mía.
Quizás ni siquiera sabe quién soy, 
pero igualmente me ayuda y me sigue.
Nuestra resonancia en alabanza de  Simón
 - «Dichoso tú, Simón,
que durante la vida llevaste la cruz
 detrás de nuestro Rey.
Los que llevan las insignias de los reyes 
se sienten orgullosos,
pero los reyes y sus insignias pasarán.
Dichosas tus manos 
que levantaron y llevaron en procesión
la cruz de Jesús que nos dio la vida».
Señor, quizás también 
para algunos de nosotros el encuentro contigo
sucedió de modo fortuito.
 Pero luego se ha hecho más profundo.
Consideramos un gran don de tu gracia
que no falten entre nosotros cirineos,
 que lleven la cruz de los otros.
Lo hacen con perseverancia
. Los motiva el amor.
Su presencia es fuente de esperanza.
 Ponen en práctica la invitación de san Pablo:
«Llevad los unos las cargas de los otros».
 Y así cuidan de sus hermanos.
Oremos 
 ¿Quién no tiene necesidad de un cirineo?
Señor Jesús, tú has dicho
 que «hay más dicha en dar que en recibir».
Haznos disponibles para que también nosotros
llevemos a cabo la tarea del «cirineo».
Que quien vea nuestra forma de vida
 se sienta animado al vernos cultivar
 lo bello, lo justo, lo verdadero, lo esencial.
Que quien sea frágil nos vea humildes
porque, en muchos aspectos,
 también nosotros somos frágiles.
Que quien reciba de nosotros
 signos de gratuidad perciba
que nosotros mismos
 tenemos mil motivos para decir «gracias».
Que quien no pueda correr se sienta tranquilo
, porque le queremos.
Estamos dispuestos a ir más despacio:
 no queremos dejarlo atrás.














Les 7 Paraules de Jesús a la Creu



Séptima Palabra:

“Padre, a tus mano 
               confío mi espíritu.” (Lc 23, 46)


Finalmente Jesús
 se abandona en manos del Padre.
Todo se ha cumplido, sólo quedaba morir.
 Y esto lo acepta libremente.
“No me arrebatan mi vida
 -decía- soy yo quién la doy.”
Si en una cosa insistió siempre

fue en dirigirse a Dios como “Abbá”, Padre.
Jesús confió plenamente en Él.
Y sus últimas palabras así lo expresan:
“Padre me pongo en tus manos”.
Las manos de Dios son salvación.
No son manos para condenar, sino para salvar.
Las manos de Dios son resurrección y son vida.
Dios no es Dios de muerte sino de vida.
Así mismo lo muestra en Jesucristo,
 el Enmanuel, “Dios con nosotros”. 
“Jo soy la Resurrección y la Vida
       , -dice el Señor-
quien crea en mi tendrá vida eterna.”





Pare, ens posem a les vostres mans.
Feu de nosaltres el que vós voleu.
Sigui el que sigui, us en donem gràcies.
Estem disposats a tot.

Ho acceptem tot,
amb tal que es compleixi la vostra voluntat
en nosaltres i en totes les criatures.
No desitgem res més, Pare.
Us encomanem la nostra ànima,
us la donem
amb tot l'amor que som capaços,
perquè us estimem i necessiten donar-nos,
posar-nos a les vostres mans sense límits,
amb infinita confiança,

perquè vós sou el nostre Pare. 












Celebració de la Passió del Senyor















MÉS FOTOGRAFIES:

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