dimecres, 24 de març del 2021

5è diumenge de Quaresma' 2021

 

«El gra de blat, quan cau a terra, 

si mor, dóna molt de fruit»

(Jn 12,24)



Lectura primera Jr 31,31-34

Posaré la meva llei en el seu interior, l'escriuré en els seus cors.

Llavors jo seré el seu Déu, i ells seran el meu poble.



Lectura segona He 5,7-9

Aprengué a ser obedient

i es convertí en font de salvació eterna

Lectura de l'evangeli segons sant Joan

En aquell temps, alguns d'entre els grecs que havien pujat a Jerusalem per adorar Déu en ocasió de la festa, anaren a trobar Felip, que era de Bet-Saida de Galilea, i li pregaven: «Senyor, voldríem veure Jesús». Felip anà a dir-ho a Andreu i tots dos ho digueren a Jesús. Jesús els respongué: «Ha arribat l'hora que el Fill de l'home serà glorificat. Us ho dic amb tota veritat: si el gra de blat, quan cau a terra, no mor, queda sol, però si mor, dóna molt de fruit. Els qui estimen la seva pròpia vida la perden; els qui no l'estimen en aquest món, la guarden per a la vida eterna. Si algú es vol fer servidor meu, que em segueixi, i s'estarà on jo m'estic. El Pare honorarà els qui es fan servidors meus.

En aquests moments em sento torbat. Què he de dir? Pare, salveu-me d'aquesta hora? No, és per arribar en aquesta hora, que jo he vingut. Pare, glorifiqueu el vostre nom». Una veu va dir del cel estant: «Ja l'he glorificat, però encara el glorificaré». La gent que ho sentí deia que havia estat un tro; d'altres deien que un àngel li havia parlat. Jesús els digué: «No és per mi que s'ha sentit aquesta veu, és per vosaltres. Ara és el moment que aquest món serà condemnat. Ara el sobirà d'aquest món serà expulsat, i jo, quan seré enlairat damunt la terra, atrauré tothom cap a mi». Deia això indicant com havia de ser la seva mort.                                                    (Jn 12,20-33)

PAPA FRANCISCO

ÁNGELUS - Biblioteca del Palacio Apostólico

Domingo, 21 de marzo de 2021

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

La liturgia de este quinto domingo de Cuaresma proclama el Evangelio en el que san Juan relata un episodio que ocurrió en los últimos días de vida de Cristo, poco antes de la Pasión (cf. Jn 12,20-33). Mientras Jesús estaba en Jerusalén para la fiesta de pascua, algunos griegos, llenos de curiosidad por lo que estaba haciendo, expresaron su deseo de verlo. Se acercaron al apóstol Felipe y le dijeron: «Queremos ver a Jesús» (v.21). «Queremos ver a Jesús», recordemos este deseo: «Queremos ver a Jesús». Felipe se lo dice a Andrés y luego juntos van a decírselo al Maestro. En la petición de aquellos griegos podemos ver la súplica que muchos hombres y mujeres,  en todo lugar y tiempo, dirigen a la Iglesia y también a cada uno de nosotros: “Queremos ver a Jesús”.

¿Cómo responde Jesús a esta petición? De un modo que lleva a reflexionar. Dice así: «Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del hombre […] Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da mucho fruto» (vv. 23.24). Estas palabras no parecen responder a la petición que habían hecho aquellos griegos. En realidad, van más allá. De hecho, Jesús revela que Él, para todo hombre que quiera buscarlo, es la semilla escondida dispuesta a morir para dar mucho fruto.  Como diciendo: si queréis conocerme, si queréis comprenderme, mirad el grano de trigo que muere en la tierra, es decir, mirad la cruz

Cabe pensar en el signo de la cruz, que a lo largo de los siglos se ha convertido en el emblema por excelencia de los cristianos. Quien también hoy quiere “ver a Jesús”, tal vez proveniente de países y culturas donde el cristianismo es poco conocido, ¿qué ve en primer lugar? ¿Cuál es el signo más común que encuentra? El crucifijo, la cruz. En las iglesias, en los hogares de los cristianos, incluso colgado en el pecho. Lo importante es que el signo sea coherente con el Evangelio: la cruz no puede sino expresar amor, servicio, entrega sin reservas: sólo así es verdaderamente el “árbol de la vida”, de la vida sobreabundante.

También hoy mucha gente, a menudo sin decirlo implícitamente, quisiera “ver a Jesús”, encontrarlo, conocerlo. Esto nos hace comprender la gran responsabilidad de los cristianos y de nuestras comunidades. Nosotros también debemos responder con el testimonio de una vida que se entrega en el servicio, de una vida que toma sobre sí el estilo de Dios —cercanía, compasión y ternura— y se entrega en el servicio. Se trata de sembrar semillas de amor no con palabras que se lleva el viento, sino con ejemplos concretos, sencillos y valientes, no con condenas teóricas, sino con gestos de amor. Entonces el Señor, con su gracia, nos hace fructificar, incluso cuando el terreno es árido por incomprensiones, dificultades o persecuciones, o pretensiones de legalismos o moralismos clericales. Esto es terreno árido. Precisamente entonces, en la prueba y en la soledad, mientras muere la semilla, es el momento en que brota la vida, para dar fruto maduro en su momento. Es en esta trama de muerte y de vida que podemos experimentar la alegría y la verdadera fecundidad del amor, que siempre, repito, se da en el estilo de Dios: cercanía, compasión, ternura.

Que la Virgen María nos ayude a seguir a Jesús, a caminar fuertes y felices por el camino del servicio, para que el amor de Cristo brille en todas nuestras actitudes y se convierta cada vez más en el estilo de nuestra vida diaria.


LES BENAURANCES

 Serem feliços en la pobresa

si amb les mans buides veiem l'amor de Deú.

Si a l'esperança obrim el cor.

Deixem-ho tot i guanyarem el cel.

Serem feliços en la humilitat.


Si ens fem petits iamb el cor senzill.

Serà la nostra heretat la Terra, la Terra.

Si el gra de blat no cau a terra i mor

és impossible que doni fruit.


Aquell que dona la vida per el seu germà

tindrà sempre el Senyor.

Serem feliços en compartir

donant de franc quelcom del nostre temps

a qui se sent sol i oblidat.

Podrem gaudir la vida al regne etern.

Serem feliços si som transparents,

si se'ns llegeix als ulls sinceritat.

Podrem sentir dins del cor

el Déu vivent, el Déu vivent.


Si el gra de blat no cau a terra i mor

és impossible que doni fruit.

Aquell que dona la vida per el seu germà

tindrà sempre el Senyor.


Serem feliços cercant la Pau

trencant cadenes, vivint en llibertat.

Si desterrem rancúnies i odi,

esdevindrem fills del Pare Estimat.

Serem feliços si som perseguits

quan perdonem aquell qui ens ha ofès.

El nostre anhel no serà

mai destruït, mai destruït.


Si el gra de blat no cau a terra i mor

és impossible que doni fruit.

Aquell que dona la vida per el seu germà

tindrà sempre el Senyor.

                                      (Kairoi)


Padre,

me pongo en tus manos.

Haz de mí lo que quieras.

Sea lo que sea,

te doy las gracias.

Estoy dispuesto a todo,

con tal que tu voluntad

se cumpla en mí

y en todas las criaturas.

No deseo nada más, Padre.

Te confío mi alma.

Te la doy

con todo el amor de que soy capaz,

porque te amo

y necesito darme,

ponerme en tus manos

sin medida,

con una infinita confianza,

porque Tú eres mi Padre. 

          - Carlos de Foucauld -


MI ALMA SE AGITA, SEÑOR

Cuando llega la hora de la verdad,

y siento que no tengo tantas fuerzas

para defender tú Reino.

Porque me cuesta renunciar a mi “YO”

y decirte que soy todo tuyo, Señor.

MI ALMA SE AGITA, SEÑOR

Porque, lejos de ser trigo que muere,

pretendo ser flor que nunca se marchita

que no quiere perder ninguno de sus pétalos

que, lejos de renunciar a su hermosura,

la quiere salvar a toda costa.

MI ALMA ESTÁ AGITADA, SEÑOR

Porque para dar fruto,

me dices que, primero, hay que desaparecer

Porque para darte gloria,

me recuerdas que he de sucumbir

Porque para, ser de los tuyos,

he de alejarme de muchos de los míos.

MI ALMA ESTÁ AGITADA, SEÑOR

¿Qué te diré? ¿A quién clamaré?

¿A dónde iré? ¿Merece la pena, Señor?

Como Tú, Señor, también yo digo:

Líbrame de aquellas horas

que me producen pena y llanto

Evítame las cruces excesivamente pesadas

Condúceme por los caminos

no inhumanamente estrechos.

Pero, eso sí, Señor; No se haga mi voluntad

Porque, sé mi Señor,

que todo lo que me pides y me das

que todo lo que pones bajo mis pies

es porque, previamente, Señor,

sabes que lo puedo soportar, y por Ti entregar.

MI ALMA ESTÁ AGITADA, SEÑOR

Pero sé que, hoy y siempre,

la esperanza que tengo en Ti, no me defraudará. Amén


Cuando te has olvidado de ti mismo,

cuando te has agotado en el servicio a los últimos,

cuando has vencido la tentación de cualquier apego,

cuando has aceptado el sufrimiento como compañero,

cuando has sabido perder,

cuando ya no pretendes ganar,

cuando has compartido lo que tú necesitabas,

cuando te has arriesgado por el pobre,

cuando has enjugado las lágrimas del inocente,

cuando has rescatado a alguien de su infierno,

cuando te has introducido en el corazón del mundo,

cuando has puesto tu voluntad en las manos de Dios,

cuando te has purificado de tu orgullo,

cuando te has vaciado de tanto acopio superfluo,

cuando te sientes herido ...

brilla en ti, gratis, la luz de Dios,

sientes su presencia irradiando frescura primaveral,

y su perfume te envuelve y reanima.

Ya no necesitas otros tesoros.

Dios te acompaña,

te habla,

te protege.

Te sientes esponjado en un mar de dicha.

Y si no estás en las nubes,

es un Tabor

que se te ofrece gratis,

para que disfrutes ya lo presente

y camines firme

y sin temores.

               (Florentino Ulibarri, “Al viento del Espíritu”)



 
 
 
 

dilluns, 15 de març del 2021

 4t diumenge de Quaresma '2021



«Déu estima tant el món que ha donat el seu Fill únic 

perquè no es perdi ningú dels qui creuen en ell, 

sinó que tinguin vida eterna.» (Jn 3, 16)






Lectura primera 2Cr 36,14-16.19-23

La severitat i la bondat del Senyor es revelen

en la deportació del poble i en el seu alliberament


Lectura segona Ef 2,4-10 -

Germans, Déu, que és ric en l'amor, 

ens ha estimat tant que ens ha donat la vida juntament amb Crist, 

a nosaltres, que érem morts per les nostres culpes.


Lectura de l'evangeli segons sant Joan

En aquell temps, digué Jesús a Nicodem: «Com Moisès, en el desert, enlairà la serp, també el Fill de l'home ha de ser enlairat, perquè tots els qui creuen en ell tinguin vida eterna. Déu estima tant el món que ha donat el seu Fill únic perquè no es perdi ningú dels qui creuen en ell, sinó que tinguin vida eterna. Déu envià el seu Fill al món no perquè el condemnés, sinó per salvar el món gràcies a ell. Els qui creuen en ell no seran condemnats. Els qui no creuen, ja han estat condemnats, per no haver cregut en el nom del Fill únic de Déu. Déu els ha condemnat perquè, quan la llum ha vingut al món, s'han estimat més la foscor que la llum. És que no es comportaven com cal. Tothom qui obra malament té odi a la llum i es vol quedar en la foscor, perquè la llum descobriria com són les seves obres. Però els qui viuen d'acord amb la veritat, sí que busquen la plena llum, i que tothom vegi què fan, ja que ho fan segons Déu». Paraula del Senyor.    (Jn 3,14-21)


PAPA FRANCISCO

ÁNGELUS - Plaza de San Pedro - Domingo, 14 de marzo de 2021

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Este cuarto domingo de Cuaresma la liturgia eucarística comienza con esta invitación: «Alégrate, Jerusalén...». (cf. Is 66,10). ¿Cuál es el motivo de esta alegría? En plena Cuaresma, ¿cuál es el motivo de esta alegría? Nos lo dice el evangelio de hoy: «Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna» (Jn 3,16). Este mensaje gozoso es el núcleo de la fe cristiana: el amor de Dios llega a la cumbre en el don del Hijo a una humanidad débil y pecadora. Nos ha entregado a su Hijo, a nosotros, a todos nosotros.

Es lo que se desprende del diálogo nocturno entre Jesús y Nicodemo, una parte del cual está descrita en la misma página evangélica (cf. Jn 3,14-21). Nicodemo, como todo miembro del pueblo de Israel, esperaba al Mesías, y lo identificaba con un hombre fuerte que juzgaría al mundo con poder. Jesús pone en crisis esta expectativa presentándose bajo tres aspectos: el del Hijo del hombre exaltado en la cruz; el del Hijo de Dios enviado al mundo para la salvación; y el de la luz que distingue a los que siguen la verdad de los que siguen la mentira. Veamos estos tres aspectos: Hijo del hombre, Hijo de Dios y luz.

Jesús se presenta en primer lugar como el Hijo del Hombre (vv. 14-15). El texto alude al relato de la serpiente de bronce (cf. Nm 21,4-9), que, por voluntad de Dios, fue levantada por Moisés en el desierto cuando el pueblo fue atacado por serpientes venenosas; el que había sido mordido y miraba la serpiente de bronce se curaba. Del mismo modo, Jesús fue levantado en la cruz y los que creen en Él son curados del pecado y viven.

El segundo aspecto es el del Hijo de Dios (vv. 16-18). Dios Padre ama a los hombres hasta el punto de “dar” a su Hijo: lo dio en la Encarnación y lo dio al entregarlo a la muerte. La finalidad del don de Dios es la vida eterna de los hombres: en efecto, Dios envía a su Hijo al mundo no para condenarlo, sino para que el mundo se salve por medio de Jesús. La misión de Jesús es misión de salvación, de salvación para todos.

El tercer nombre que Jesús se atribuye es “luz” (vv. 19-21). El Evangelio dice: «Vino la luz al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz» (v. 19). La venida de Jesús al mundo determina una elección: quien elige las tinieblas va al encuentro de un juicio de condenación, quien elige la luz tendrá un juicio de salvación. El juicio es siempre la consecuencia de la libre elección de cada uno: quien practica el mal busca las tinieblas, el mal siempre se esconde, se cubre. Quien hace la verdad, es decir, practica el bien, llega a la luz, ilumina los caminos de la vida. Quien camina en la luz, quien se acerca a la luz, no puede por menos que hacer buenas obras. La luz nos lleva a hacer buenas obras. Es lo que estamos llamados a hacer con mayor empeño durante la Cuaresma: acoger la luz en nuestra conciencia, para abrir nuestros corazones al amor infinito de Dios, a su misericordia llena de ternura y bondad. No olvidéis que Dios perdona siempre, siempre, si nosotros con humildad pedimos el perdón. Basta con pedir perdón y Él perdona. Así encontraremos el gozo verdadero y podremos alegrarnos del perdón de Dios que regenera y da vida.

Que María Santísima nos ayude a no tener miedo de dejarnos “poner en crisis” por Jesús. Es una crisis saludable, para nuestra curación; para que nuestra alegría sea plena.

 


                  NICODEMO

Nicodemo fue a verte de noche, Señor,

y su noche es también la mía.

¡Cuántas noches en mi vida, Jesús,

en las que se apagan las luces de mi corazón

y no te veo a Ti ni veo nada bueno.

La noche del pecado, la noche del desaliento,

la noche del miedo.

El miedo a seguirte, el miedo al sacrificio,

el miedo cobarde al qué dirán, el miedo a la vocación,

el miedo a amarte sin fronteras ni reservas.


¡La noche de Nicodemo y mi noche!

Pero él fue a verte, a preguntarte, a encender una luz contigo.

Y yo me quedo tumbado en la noche,

sin capacidad de reacción.


Ven Tú adonde mí en mis noches, te lo suplico,

cuando yo no tenga valor para ir a Ti.

Ven y dime como a él que tengo que nacer de nuevo,

que soy viejo/a o estoy envejecido/a por mis pecados

y que necesito una resurrección total que sólo Tú puedes hacer.

Te necesito a Ti imperiosamente para ser joven.

¡Quiero nacer de nuevo, Señor!


Ven y háblame de tu Espíritu,

ese Viento impetuoso que viene como un huracán,

que oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene

ni a dónde te llevará... si le dejas.

Tengo miedo a que me lleve demasiado lejos...


Pero quiero; quiero recibir tu Espíritu,

para que me resucite y me haga joven; lo necesito, Jesús.

Ven con ese santo huracán y revuélveme de arriba hasta abajo.


Hazme nacer de nuevo con tu Espíritu,

para que Él me transforme en verdadero discípulo tuyo,

Un discípulo renacido, joven, utópico y valiente.

                                   Patxi Loidi

 


Senyor,

fes que estimi la teva llum,

la que fon les confusions i els miratges.

Tu, Déu creador, separes llum i tenebres.

Torna a fer aquest gest per a mi!

Fes-me avorrir les meves mentides.

Avesa’m a no tenir por

d’aquesta fosca que m’habita.

Tu, que devalles als inferns per alliberar-nos,

ensenya’m, altra vegada, l’amor per la veritat.

                       Jean Mercier

 


CUANDO VINO LA LUZ

Estábamos ciegos,

sumidos en la oscuridad

   sin saberlo.

Creíamos tener el control

   de vidas y haciendas,

   de leyes y ritos,

   de corazones y cuerpos.

Confundíamos realidad

   con deseos,

   llamábamos verdad

   a lo que solo eran sueños

Hasta que se hizo la luz,

   y empezamos a vislumbrar

   grietas en las paredes,

   arrugas en el alma,

   lágrimas en el rostro,

   flaquezas en la entraña.

Hubo quien, entonces,

   temió que el fulgor desvelase

   solo miserias,

   y optó por cerrar los ojos.

Pero el que se atrevió

   a mirar descubrió,

   más allá de las heridas,

   una presencia distinta,

   un amor sin cadenas,

   a Dios…


Dios es el que late

  en lo hondo

   y da sentido

   a las batallas cotidianas.

    José Mª Rodríguez Olaizola



TANT M’HA ESTIMAT DÉU
QUE VE A HABITAR-ME.

Vós, que brolleu dins meu
com una font que no neix de mi,
però que em refresca i em sadolla.

Vós, que brilleu dins meu
com una llum que jo no encenc,
però que il·lumina

la meva habitació interior.

Vós, que estimeu dins meu
com una flama que no és la meva foguera,
però que encén tot el meu ésser.

Vós, silenci íntim, que no parleu,
però que sense paraules
poseu en la meva vida

la Paraula que dóna vida al món.

Vós, confident invisible, diàleg,
companyia permanent,
que em treieu de l'anonimat de les coses
i em feu ser jo. Gràcies, Senyor.

         (José María Mardones. o.c.)



Senyor,

la Creu continua essent punt de referència

per comprendre com ens estimeu

i com en som d'importants per Vós.

Per la Creu ens sabem estimats,

acollits, perdonats, acompanyats,

salvats, renovats, ajudats i impulsats,

no a dominar ni acaparar,

sinó a estimar, a donar-nos,

a perdonar, a acceptar, a acollir,

a escoltar, a dialogar i a servir.

Gràcies perquè sou

el nostre aliment en l'Eucaristia.

Que aquest nostre món,

complex i magnífic alhora,

terra de llàgrimes i d'esperança,

siguem molts els qui vibrem

per creure, esperar i estimar.

Doenu-nos rectitud i llibertat,

alegria i comprensió.

Feu-nos creadors d'un món nou,

més just i més fratern.

Sigueu llibertat pels oprimits,

esperança pels angoixats,

llum pels invidents, salut pels malalts,

amor pels més petits.

Que amb Vós canviem aquesta nostra terra, sovint injusta,

per una pàtria de més llibertat,

de reconciliació i de germanor.

 


DE NUEVO LO MANDAS, SEÑOR

Obediente para que, en nuestra rebeldía,

regresemos al camino de la fe y del amor.

Con los ojos en el cielo pero, con sus pies en la tierra,

para enseñarnos el sendero de la vida y del perdón

DE NUEVO LO MANDAS, SEÑOR

Como lo presentaste en Belén,

humilde y desnudo, incomprendido y silencioso

unido en todo y para todo a Ti.

DE NUEVO LO MANDAS, SEÑOR

A tu Hijo, Jesucristo, que es salvación

para darnos un poco de luz en la oscuridad

En la noche en la que confundimos todo

en las horas que se presentan amargas

en las pruebas que se nos hacen insoportables

DE NUEVO LO MANDAS, SEÑOR

Para que, la humanidad, encuentre la Verdad

y, en esa Verdad, seamos libres y no esclavos

hermanos y nunca más adversarios

Para que, la humanidad, rota por tantos pecados

bebamos en la pasión y muerte de tu Hijo

el gusto redentor del amor bajado de los cielos.

DE NUEVO LO MANDAS, SEÑOR, A TU HIJO

Para buscarnos, porque andamos perdidos

Para amarnos, porque vagamos sedientos de amor

Para protegernos, estamos desnudos de lo eterno

Para fortalecernos, nos sentimos débiles y huérfanos

DE NUEVO LO MANDAS, SEÑOR

Lo hiciste en una noche santa y misteriosa de Navidad

y, ahora, lo haces en días santos de pasión y de muerte

en momentos de silencio y de soledad

en instantes de amargura, obediencia y entrega

soportando calzadas sembradas de indiferencia y cerrazón.

DE NUEVO LO MANDAS, SEÑOR

A tu Hijo, a Jesucristo Salvador,

para elevarnos hasta Ti

para atraernos y llevarnos hasta Ti

para que no olvidemos que, siendo hombres,

somos tuyos, hacia Ti vamos y en Ti descansaremos. Amén.

 


   “Déu envià el seu Fill

   per salvar el món gràcies a Ell”. 

                    (Jn 3, 14-21)

Senyor, la vinguda de Jesús al món

   ha estat com la irrupció d’una llum

   que genera vida i obre a tots els homes

   el camí de l’eternitat.

Refusar conscientment

   aquesta llum que ve de Vós

   comporta tancar-se a la vida i a l’amor.

Ordinàriament serà un tancament temporal,

   però l’orgull i el refús obstinat de la persona

   el podrien convertir en definitiu.

Vós ho feu tot per salvar els homes,

    sempre estareu disposat

    a acollir-los i perdonar-los

    com el pare del fill pròdig.

Jesús ens recorda que tots aquells

   que viuen d’acord amb la veritat,

   encara que sigui inconscientment,

   viuen en la vostra llum i en el vostre amor.

Gràcies perquè us he pogut conèixer. 

 




dilluns, 8 de març del 2021

3r diumenge de Quarsma'2021

 

«Traieu això d'aquí; no convertiu en mercat

 la casa del meu Pare». (Jn 2,16)




Lectura primera Ex 20,1-17

La llei, Déu la donà a Moisès



Lectura segona 1C 1,22-25

Proclamem un Messies crucificat, que és un escàndol per als homes.

Però aquells que Déu ha cridat veuen en ell la saviesa de Déu

 


Lectura de l'evangeli segons sant Joan

Quan s'acostava la Pasqua dels jueus, Jesús pujà a Jerusalem, i trobà al temple els venedors de vedells, moltons i coloms i els canvistes asseguts. Llavors es va fer un fuet de cordes i els tragué tots, moltons i vedells, fora del temple, escampà la moneda dels canvistes i els bolcà les taules, i digué als venedors de coloms: «Traieu això d'aquí; no convertiu en mercat la casa del meu Pare». Els deixebles recordaren allò que diu l'Escriptura: «El zel del vostre temple em consumia». Llavors els jueus el van interrogar: «Quin senyal ens dónes que t'autoritzi a fer això?». Jesús els contestà: «Destruïu aquest santuari i jo el reconstruiré en tres dies». Els jueus respongueren: «Fa quaranta-sis anys que treballen en la seva construcció, i tu el vols reconstruir en tres dies?». Però ell es referia al santuari del seu cos.

Quan Jesús ressuscità d'entre els morts, els deixebles recordaren que ell deia això, i cregueren en l'Escriptura i en aquesta paraula de Jesús.

Durant la seva estada a Jerusalem en ocasió de la peregrinació de Pasqua, molts, veient els miracles que feia, cregueren en el seu nom. Però Jesús no hi confiava, perquè els coneixia tots; no tenia cap necessitat que li revelessin el que són els homes; ell sabia prou què hi ha a l'interior de cada home.

                                                                                             Jo 2,13-25


VIAJE APOSTÓLICO DEL PAPA FRANCISCO A IRAK

 HOMILÍA del Domingo, 7 de marzo de 2021

Estadio Franso Hariri de Erbil -

San Pablo nos ha recordado que «Cristo es fuerza de Dios y sabiduría de Dios» (1 Co 1,24). Jesús reveló esta fuerza y esta sabiduría sobre todo con la misericordia y el perdón. No quiso hacerlo con demostraciones de fuerza o imponiendo su voz desde lo alto, ni con largos discursos o exhibiciones de una ciencia incomparable. Lo hizo dando su vida en la cruz. Reveló la sabiduría y la fuerza divina mostrándonos, hasta el final, la fidelidad del amor del Padre; la fidelidad del Dios de la Alianza, que hizo salir a su pueblo de la esclavitud y lo guio por el camino de la libertad (cf. Ex 20,1-2).

Qué fácil es caer en la trampa de pensar que debemos demostrar a los demás que somos fuertes, que somos sabios… En la trampa de fabricarnos falsas imágenes de Dios que nos den seguridad… (cf. Ex 20,4-5). En realidad, es lo contrario, todos necesitamos la fuerza y la sabiduría de Dios revelada por Jesús en la cruz. En el Calvario, Él ofreció al Padre las heridas por las cuales nosotros hemos sido curados (cf. 1 P 2,24). Aquí en Irak, cuántos de vuestros hermanos y hermanas, amigos y conciudadanos llevan las heridas de la guerra y de la violencia, heridas visibles e invisibles. La tentación es responder a estos y a otros hechos dolorosos con una fuerza humana, con una sabiduría humana. En cambio, Jesús nos muestra el camino de Dios, el que Él recorrió y en el que nos llama a seguirlo.

En el Evangelio que acabamos de escuchar (Jn 2,13-25), vemos que Jesús echó del Templo de Jerusalén a los cambistas y a todos aquellos que compraban y vendían. ¿Por qué Jesús hizo ese gesto tan fuerte, tan provocador? Lo hizo porque el Padre lo mandó a purificar el templo, no sólo el templo de piedra, sino sobre todo el de nuestro corazón. Como Jesús no toleró que la casa de su Padre se convirtiera en un mercado (cf. Jn 2,16), del mismo modo desea que nuestro corazón no sea un lugar de agitación, desorden y confusión. El corazón se limpia, se ordena, se purifica. ¿De qué? De las falsedades que lo ensucian, de la doblez de la hipocresía; todos las tenemos. Son enfermedades que lastiman el corazón, que enturbian la vida, la hacen doble. Necesitamos ser limpiados de nuestras falsas seguridades, que regatean la fe en Dios con cosas que pasan, con las conveniencias del momento. Necesitamos eliminar de nuestro corazón y de la Iglesia las nefastas sugestiones del poder y del dinero. Para limpiar el corazón necesitamos ensuciarnos las manos, sentirnos responsables y no quedarnos de brazos cruzados mientras el hermano y la hermana sufren. Pero, ¿cómo purificar el corazón? Solos no somos capaces, necesitamos a Jesús. Él tiene el poder de vencer nuestros males, de curar nuestras enfermedades, de restaurar el templo de nuestro corazón.

Para confirmar esto, como signo de su autoridad dice: «Destruyan este Templo y en tres días lo levantaré de nuevo» (v. 19). Jesucristo, sólo Él, puede purificarnos de las obras del mal, Él que murió y resucitó, Él que es el Señor. Queridos hermanos y hermanas: Dios no nos deja morir en nuestro pecado. Incluso cuando le damos la espalda, no nos abandona a nuestra propia suerte. Nos busca, nos sigue, para llamarnos al arrepentimiento y para purificarnos. «Juro por mi vida —oráculo del Señor Dios— que no me complazco en la muerte del malvado, sino en que se convierta de su mala conducta y viva» (33,11). El Señor quiere que nos salvemos y que seamos templos vivos de su amor, en la fraternidad, en el servicio y en la misericordia.

Jesús no sólo nos purifica de nuestros pecados, sino que nos hace partícipes de su misma fuerza y sabiduría. Nos libera de un modo de entender la fe, la familia, la comunidad que divide, que contrapone, que excluye, para que podamos construir una Iglesia y una sociedad abiertas a todos y solícitas hacia nuestros hermanos y hermanas más necesitados. Y al mismo tiempo nos fortalece, para que sepamos resistir a la tentación de buscar venganza, que nos hunde en una espiral de represalias sin fin. Con la fuerza del Espíritu Santo nos envía, no a hacer proselitismo, sino como sus discípulos misioneros, hombres y mujeres llamados a testimoniar que el Evangelio tiene el poder de cambiar la vida. El Resucitado nos hace instrumentos de la paz de Dios y de su misericordia, artesanos pacientes y valientes de un nuevo orden social. Así, por la potencia de Cristo y de su Espíritu, sucede lo que profetizó el apóstol Pablo a los Corintios: «Lo que parece locura en Dios es más sabio que todo lo humano, y lo que parece debilidad en Dios es más fuerte que todo lo humano» (1 Co 1,25). Comunidades cristianas formadas por gente humilde y sencilla se convierten en signo del Reino que llega, Reino de amor, de justicia y de paz.

«Destruyan este Templo y en tres días lo levantaré de nuevo» (Jn 2,19). Hablaba del templo de su cuerpo y, por tanto, también de su Iglesia. El Señor nos promete que, con la fuerza de su Resurrección, puede hacernos resurgir a nosotros y a nuestras comunidades de los destrozos provocados por la injusticia, la división y el odio. Es la promesa que celebramos en esta Eucaristía. Con los ojos de la fe, reconocemos la presencia del Señor crucificado y resucitado en medio de nosotros, aprendemos a acoger su sabiduría liberadora, a descansar en sus llagas y a encontrar sanación y fuerza para servir a su Reino que viene a nuestro mundo. Por sus llagas hemos sido curados (cf. 1 P 2,24); en sus heridas, queridos hermanos y hermanas, encontramos el bálsamo de su amor misericordioso; porque Él, Buen Samaritano de la humanidad, desea ungir cada herida, curar cada recuerdo doloroso e inspirar un futuro de paz y de fraternidad en esta tierra.

La Iglesia en Irak, con la gracia de Dios, hizo y está haciendo mucho por anunciar esta maravillosa sabiduría de la cruz propagando la misericordia y el perdón de Cristo, especialmente a los más necesitados. También en medio de una gran pobreza y dificultad, muchos de ustedes han ofrecido generosamente una ayuda concreta y solidaridad a los pobres y a los que sufren. Este es uno de los motivos que me han impulsado a venir como peregrino entre ustedes, a agradecerles y confirmarlos en la fe y en el testimonio. Hoy, puedo ver y sentir que la Iglesia de Irak está viva, que Cristo vive y actúa en este pueblo suyo, santo y fiel.

Queridos hermanos y hermanas: Los encomiendo a ustedes, a sus familias y a sus comunidades, a la materna protección de la Virgen María, que fue asociada a la pasión y a la muerte de su Hijo y participó en la alegría de su resurrección. Que Ella interceda por nosotros y nos lleve a Él, fuerza y sabiduría de Dios.

Denunciamos Señor a los que profanan Templos,

   los templos que son tantos hombres y mujeres,

   personas explotadas y humilladas.

Señor hay demasiados mercaderes.

Mercaderes de niños, y mercaderes de sueños,

   mercaderes de órganos,

   y mercaderes de esfuerzos,

   mercaderes de vidas, y mercaderes de rezos,

   mercaderes de espíritus,

   y mercaderes de cuerpos.

Negociantes de armas, negociantes de pueblos,

   negociantes de droga, negociantes de fetos.

Su dios es uno, su dios es el dinero.

Inflama Señor nuestro zelo,

Fortalece nuestro compromiso,

   de no adorar a estos ídolos,

   ni a ellos ni a sus mensajeros.

Danos fuerza para la crítica,

   y coraje para la denuncia,

   y sinceridad para que nuestras manos

   construyan mundos nuevos.


La mano de Jesús, acariciante, que bendecía

y se abría generosa partiendo el pan y la misericordia,

la mano que no dejaba de curar y de crear,

    se levantó por una vez amenazante,

    empuñando el látigo de la cólera.

Y cólera también en su palabra,

      que siempre fue de gracia y de perdón.

«No convirtáis en mercado la casa de mi Padre».

No convirtáis el templo en jaula de mi Padre.

No queráis con vuestras ofrendas y vuestros rezos

    domesticar el Espíritu de mi Padre.

Mi Padre es fuego, no curandero.

Mi Padre es peregrino, no viejo fatigado.

Mi Padre es pan partido para todos,

    no es hotel para ricos e iniciados.

El templo de mi Padre no es de piedras que se rompen;

   es de corazones que se encienden y de cuerpos que se entregan.

Jesús sigue con la mano levantada

contra todos los que profanan las casas de su Padre:

contra los mercaderes de hombres y mujeres,

contra los violadores de mujeres y de hombres,

contra los asesinos de niños e inocentes,

contra los fabricantes de pobres y de hambrientos,

contra todos los que afean y destruyen

       la imagen viva de su Padre.

Y Jesús profetiza nuevamente

   contra los comerciantes de afectos e ilusiones,

   los fabricantes de placeres y pasiones.

Y aún quiere llegar con su látigo

   hasta el templo de los mercaderes, 

    un grandioso templo de oro,

   y derribar el altar dedicado al dios que ellos adoran,

    un dios que tiene un nombre vulgar,

    suena a libra, yen, marco, euro, dólar.


     La ley del Señor (cf. Sal 18)

Es de Dios y no baja de los cielos

entre truenos y al son de las trompetas,

   no és código ni ley abrumadora,

   no es yugo esclavizante y deprimente...

Es la fuerza que nace en tus entrañas,

aunque su manantial tiene otro origen,

    para hacerte crecer y para ser;

es luz del corazón liberadora,

camino de la paz y de la dicha

    y que apunta al amor en plenitud.

Niega la esclavitud y la opresión,

    pero afirma el respeto y la tolerancia;

niega la hipocresía, la mentira,

   pero afirma verdad y transparencia;

niega el robo, el despojo, la codicia,

   pero afirma la ayuda solidaria;

niega el odio, la muerte, la venganza,

   pero afirma la vida y el amor.

La ley de Dios es limpia, perfecta,

íntima, filantrópica, entrañada,

alegra el corazón, descansa el alma.

              PREGUEM AMB L’EVANGELI

Gràcies, Senyor, per ensenyar-nos el camí de la salvació,

   un camí que no està construït per mans humanes,

     sinó que l'anem obrint a mesura que et seguim.

Ens doneu pautes, ens mostreu prodigis,

   ens il·lustreu amb la vostra saviesa,

   però l'important és conèixer-vos,

   gaudir de la vostra amistat,

    acollir el vostre amor i correspondre'l

    en la mesura de les nostres possibilitats.

Ens impressionen els temples de grans dimensions,

   els prodigis que semblen no tenir cap explicació,

   però també els arguments convincents per a la nostra raó.

Tanmateix, allò que realment omple el nostre cor,

   sacia la nostra set, guareix les nostres nafres,

   ens fa sentir nets dels nostres pecats,

   és saber que ens estimeu fins a l'extrem,

   que hau donat la vostra vida per nosaltres,

encara que no siguem mereixedors d'aquest sacrifici immens

" Us demanem de saber estimar com Vós estimeu,

   de ser capaços de donar la nostra vida

           en el servei al nostre proïsme."

             Josep Otón Catalan, La Missa de cada Dia, març 2021

Viu el dia d’avui,

Déu te’l dóna Ell és amb tu, viu-lo en Ell.

El demà és amb Déu. No et pertany.

No portis sobre el demà els maldecaps d’avui,

el demà resta amb Déu, deixa’l en Ell.

El moment present és una fràgil passarel·la:

si tu li carregues els planys d’ahir i el neguit de l‘endemà,

La passarel·la cedeix i tu perds el pas.

El passat? Déu el perdona!

El futur, Déu el dona!.

Viu el dia d’avui en comunió amb Ell.


Déu no truca als més capacitats.

Déu et capacita a tu per seguir

    les seves petjades, la seva veu.

Déu no truca als més intel·ligents.

Déu t'instrueix a tu en la seva saviesa,

   perquè aprenguis les lliçons més importants de la vida.

Déu no truca als més bons,

Déu et vol a tu, tal com ets, per fer-te millor.

La trucada de Déu és neta, sense interferències,

    sense problemes de cobertura.

La trucada de Déu no té una franja horària determinada:

    pots rebre la seva trucada quan menys t'ho esperes.

Déu té sempre línia oberta,

    el pots trucar a qualsevol hora,

    des de qualsevol lloc i circumstància.

Si quan el truques escoltes una altra veu, no pengis:

    és que Déu se serveix de persones com tu

    per fer-te arribar el seu missatge.

Si no el sents o no t'arriba bé el seu missatge,

    revisa la teva disponibilitat per escoltar la seva veu;

    para atenció al teu estat d'ànim:

    potser tinguis baixa la bateria.

Ah! Només tu saps el número pin

    per a entrar en contacte amb ell,

    ja que la trucada de Déu i la resposta teva

         és única i intransferible.

Déu et dóna llibertat per agafar la seva trucada

    i per penjar quan ho decideixis.

Déu és pacient, Déu sempre espera,

    et permet tenir activada constantment la trucada en espera.

I una vegada responguis afirmativament a la seva trucada,

    et trobaràs amb moltes xarxes disponibles,

    amb les quals podràs gaudir

     de la joia de sentir-te cridat i estimat per Déu.

                 web espaisagrat.org