CORONA D'ADVENT
(Oració per llegir
mentre s'encén
el primer ciri de la
corona.)
Encenem, Senyor,
aquesta llum,
com qui encén la
seva llàntia
per sortir, en la
nit,
a l'encontre de
l'amic que arriba.
volem alçar el cap
i estar a punt
per esperar -vos,
per rebre-us amb
alegria.
Moltes foscors ens
envolten,
les nostres mandres
i les nostres pors
ens tenen adormits
Volem mantenir-nos
desperts i vetllant,
perquè vós ens
porteu la llum més clara,
la pau més
profunda,
i l'alegria més
veritable.
Veniu, Senyor Jesús!
Veniu, Senyor Jesús!
«Veniu, pugem a la
muntanya del Senyor,
al temple del Déu de Jacob,
que ens ensenyi els
seus camins
i seguim les seves rutes;
perquè de Sió en surt
l'ensenyament,
de Jerusalem, l'oracle del Senyor».
Is 2,1-5
Germans, siguem
conscients
dels moments que vivim.
Prou de dormir; ja és hora
d'aixecar-nos.
Avui tenim la salvació més a prop nostre
que quan
vam abraçar la fe.
S'acaba la nit i el dia s'acosta.
Rm 13,11-14a
Estigueu a punt
també vosaltres,
que el Fill de l'home vindrà a l'hora menys
pensada
Mt 24,37-44
Necesitamos tu
Palabra,
tu paz, tu compasión,
tu fidelidad al Padre,
tu amor a la verdad,
tu entrega sincera,
tu amor sin reservas.
tu paz, tu compasión,
tu fidelidad al Padre,
tu amor a la verdad,
tu entrega sincera,
tu amor sin reservas.
En este comienzo
del tiempo de
Adviento
te pedimos que te esperamos a diario
en nuestras casas
y en nuestras calles,
y en este mundo a veces tan materialista.
te pedimos que te esperamos a diario
en nuestras casas
y en nuestras calles,
y en este mundo a veces tan materialista.
Señor Jesús, no
tardes
y mantén nuestra esperanza en tu venida.
Gracias, Señor Jesús.
y mantén nuestra esperanza en tu venida.
Gracias, Señor Jesús.
Sí, ven, Jesús.
Tú sabes que sí,
ven.
Ven Jesús
samaritano, que hay pobres y te
llaman,
necesitan tu calor, tu cercanía.
necesitan tu calor, tu cercanía.
Ven, Jesús amigo, que hay hambrientos
de pan y de ternura.
Ven, Jesús
compañero, que hay pequeños
que lloran sin consuelo.
Ven, luz, liberador, que hay millones de
esclavos, ¡todavía!
Ven, Jesús hermano, háblanos de nuevo
de tu Padre, nuestro Padre.
Ven, Jesús
resucitado, contágianos de tu
victoria,
de la Gloria del Espíritu.
de la Gloria del Espíritu.
Ven, Jesús divino, exprésanos tu amor,
dinos que amar es lo único que importa.
dinos que amar es lo único que importa.
¡Gracias por tu
amor!
AL SEÑOR QUE VIENE,
AL SEÑOR QUE SE
ACERCA
Venid, adoremos al
Señor,
que viene a cumplir
sus promesas.
Ya lo dijo a los
antepasados:
"Aunque tú te
olvides de mí,
yo nunca te
olvidaré", dice el Señor.
Venid, adoremos al
Señor,
que viene a renovar
nuestros compromisos.
Ya nuestros
antepasados se comprometieron con el Señor
a seguir sus caminos
y ser fieles a sus mandatos:
"Yo seré
vuestro Dios y vosotros seréis mi pueblo."
Venid, adoremos al
Señor
que viene a
proyectarnos planes de futuro.
Ya sufrieron los
antepasados los rigores
de los
enfrentamientos y deportaciones;
por eso escuchaban
esperanzados la voz de los profetas:
"De las espadas
forjaran arados,
y de las lanzas
rejas para labrar la tierra."
Venid, adoremos al
Señor
que viene a traernos
la sorpresa:
se puede vivir de
otra manera.
Así lo entendieron
y llevaron a la práctica
las primeras
personas seguidoras
del camino iniciado
por Jesús de Nazaret
"ya es hora de
despertarnos del sueño,
porque ahora nuestra
salvación está más cerca
que cuando empezamos
a creer.
Álvaro Franch
QUE NO ME DUERMA,
SEÑOR
Así, cuando llegues
y llames a mi puerta
encuentres mi mente
despierta,
mi corazón
inclinado totalmente a Ti
mis pies sin haberse
desviado de tu camino
y, mis manos, ¡ay
mis manos!
volcadas de lleno
con las piedras de tu Reino.
Sí, Señor;
Que no me duerma y
que, en la noche de mi vida,
mantenga encendida
la lámpara de mi fe
Abierta, sin temor
alguno, la ventana de mi esperanza
Confiada, sin
ninguna fisura, la grandeza de mi alma
QUE NO ME DUERMA,
SEÑOR
¡Son tantos los que
desean verme adormecido!
¡Son tantos los que
insinúan que no vendrás!
¡Son tantos los que
se cansaron de esperar!
Ayúdame, mi Señor,
a ser persona con esperanza
a esperar, con la
ilusión de un niño,
el destello de la
estrella de un eterno mañana
la noche mágica y
santa de una Navidad luminosa
el misterio, que sin
comprenderlo,
asombrará
totalmente a mis ojos
al ver tu humanidad
y divinidad juntas.
QUE NO ME DUERMA,
SEÑOR
Y que, cuando mañana
despierte,
siga mirando, por el
balcón, hacia el horizonte
sabiendo que, tarde
o temprano, llegarás
porque, pronto o
tardíamente,
cumplirás lo que
has prometido: que vendrás.
Amén.
SE ACERCA VUESTRA LIBERACIÓN
PREGÓN de ADVIENTO
Un día, hace ya mucho, mucho tiempo, tanto años como llevan los
hombres y mujeres sobre la tierra, Adán y Eva dijeron que se
separaban de Dios y le dieron la espalda; empezando a caminar por
otros caminos, no por los caminos que él quería y había elegido
para ellos y para toda la Humanidad. Pero Dios, en su paciencia
infinita, aunque se entristeció y se quedó apenado, prometió
visitarles y seguir siendo su amigo. Así es el corazón de Dios:
todo amor, lleno de compasión y de misericordia.A lo largo del tiempo Dios iba renovando su promesa, su alianza, cada vez que los hombres le daban la espalda y eran infieles a su amistad. Para ello enviaba, al pueblo de Israel, hombres llamados profetas, recordándoles la promesa y alianza de Dios: “Dios va a venir. Prepárense y conviértanse”. Este mensaje tuvieron que repetirlo muchas veces, ya que su pueblo seguía por caminos paralelos a los de Dios. Pero, un día, llegó un profeta, que fue el último de los profetas antes de la visita del Gran Profeta. Este profeta se llamaba Juan Bautista. Él empezó a gritar: “Ya está cerca, ya viene. Dense prisa, arrepiéntase y caminen a la luz del Señor”. Y así fue. Una noche, que no sabemos muy bien ni el año ni la hora, Dios nos visitó por medio de su Hijo, Jesús, nacido en Belén de una doncella llamada María, y José su esposo, le acompañaba.
Los pastores, las gentes sencillas, buenas y pobres, le reconocieron y se hicieron muy amigos de Él, y comenzaron a seguirle y a vivir como Él decía. El gozo y la alegría nacieron en el mundo y para el mundo. Una nueva era comenzaba, el Salvado, el Rey del Universo había plantado su tienda entre nosotros y había asumido nuestra propia carne, haciéndose uno de los nuestros. El gozo y la alegría inundaban los corazones y la tierra entera.
Desde ese momento, cada vez que se acerca la Navidad, muchos hombres y mujeres, de todos los rincones de la tierra, razas y culturas, vuelven a ponerse en camino hacia Dios y abren el corazón a su venida, a su encarnación. Porque el Dios que se encarnó en el tiempo, se sigue encarnando, hoy, y ahora, en tu propio corazón, en la historia que nos toca vivir.
Nosotros, cristianos, en este tiempo de Adviento queremos escuchar la Palabra de Dios, cantar, alabar, suplicarle y darle gracias; porque también queremos disponernos a seguir el camino de Jesús, a ser sus amigos. Y sobre todo queremos que Jesús nazca en nuestro corazón.
Adviento, tiempo de espera y esperanza; tiempo de gracia, tiempo de vivir en vela y oración, para poder escuchar a Aquel que viene y llama a mi puerta, a la puerta de mi corazón. Realmente, cuando llame, ¿la encontrará completamente abierta? ¿Podre ofrecerle un hogar donde se sienta a gusto, como en su propia morada?
¡Ven, Señor Jesús! (C.Herrera, Fraternidad Monástica de Jerusalén (Eclesalia))