diumenge, 29 de novembre del 2020

1r diumenge d'Advent' 2020

 "Aquest Advent, fes vent..."


     CORONA D’ADVENT

●Encenem, 

    aquest primer diumenge d’advent,

            el primer ciri,

    signe de la nostra actitud de vetlla,

    d’estar a l’espera de sortir

    a l’encontre del Senyor que ja ve.

● El ciri VERD

     es signe de la nostra esperança.

    Vós veniu, vós sou a prop.

    Moltes ombres ens envoten.

    Molts afalacs ens adormeixen.

● Per això ens cal vetllar,

    com María, Mare de l’esperança,

    per acollir el missatger

    que ens duu la millor notícia,

        la pau més plena,

        i el goig més gran!

    ¡Veniu, Senyor Jesús!

    ¡Veniu, Senyor Jesús!


 

 Lectura primera Is 63,16b-17.19b.64,2b-7

"Oh, si esquincéssiu el cel i baixéssiu!"



Lectura segona 1C 1,3-9

"Vivim esperant la manifestació 

de nostre Senyor Jesucrist"

Lectura de l'evangeli segons sant Marc

En aquell temps, deia Jesús als seus deixebles: «Estigueu atents, vetlleu. No sabeu quan vindrà el temps decisiu. L'home que se'n va a terres llunyanes, sortint de casa deixa els seus criats responsables de les tasques que confia a cadascun, i al porter li recomana que vetlli. Igual heu de vetllar vosaltres, perquè no sabeu quan tornarà l'amo de casa; no sabeu si vindrà al vespre, a mitjanit, al cant del gall, a la matinada. El tindreu aquí a l'hora menys pensada: mireu que no us trobi dormint. I això que us dic a vosaltres, ho dic a tothom: Vetlleu».                              (Mc 13,33-37)

  

  

Papa Francisco – Palabras antes del Ángelus.

(Plaza de la San Pedro, Vaticano. 29 nov. 2020).

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hoy, primer domingo de Adviento, empieza un nuevo año litúrgico. En él la Iglesia marca el curso del tiempo con la celebración de los principales acontecimientos de la vida de Jesús y de la historia de la salvación. Al hacerlo, como Madre, ilumina el camino de nuestra existencia, nos sostiene en las ocupaciones cotidianas y nos orienta hacia el encuentro final con Cristo. La liturgia de hoy nos invita a vivir el primer “tiempo fuerte” que es este del Adviento, el primero del año litúrgico, el Adviento, que nos prepara a la Navidad, y para esta preparación es un tiempo de espera, es un tiempo de esperanza. Espera y esperanza.

San Pablo (cfr. 1 Cor 1,3-9) indica el objeto de la espera. ¿Cuál es? La “Revelación de nuestro Señor” (v. 7). El Apóstol invita a los cristianos de Corinto, y también a nosotros, a concentrar la atención en el encuentro con la persona de Jesús. Para un cristiano lo más importante es el encuentro continuo con el Señor, estar con el Señor. Y así, acostumbrados a estar con el Señor de la vida, nos preparamos al encuentro, a estar con el Señor en la eternidad. Y este encuentro definitivo vendrá al final del mundo. Pero el Señor viene cada día, para que, con su gracia, podamos cumplir el bien en nuestra vida y en la de los otros. Nuestro Dios es un Dios-que-viene —no os olvidéis esto: Dios es un Dios que viene, viene continuamente— : ¡Él no decepciona nuestra espera! El Señor no decepciona nunca. Nos hará esperar quizá, nos hará esperar algún momento en la oscuridad para hacer madurar nuestra esperanza, pero nunca decepciona. El Señor siempre viene, siempre está junto a nosotros. A veces no se deja ver, pero siempre viene. Ha venido en un preciso momento histórico y se ha hecho hombre para tomar sobre sí nuestros pecados —la festividad de Navidad conmemora esta primera venida de Jesús en el momento histórico—; vendrá al final de los tiempos como juez universal; y viene también una tercera vez, en una tercera modalidad: viene cada día a visitar a su pueblo, a visitar a cada hombre y mujer que lo acoge en la Palabra, en los Sacramentos, en los hermanos y en las hermanas. Jesús, nos dice la Biblia, está a la puerta y llama. Cada día. Está a la puerta de nuestro corazón. Llama. ¿Tú sabes escuchar al Señor que llama, que ha venido hoy para visitarte, que llama a tu corazón con una inquietud, con una idea, con una inspiración? Vino a Belén, vendrá al final del mundo, pero cada día viene a nosotros. Estad atentos, mirad qué sentís en el corazón cuando el Señor llama.

Sabemos bien que la vida está hecha de altos y bajos, de luces y sombras. Cada uno de nosotros experimenta momentos de desilusión, de fracaso y de pérdida. Además, la situación que estamos viviendo, marcada por la pandemia, en muchos genera preocupaciones, miedo y malestar; se corre el riesgo de caer en el pesimismo, el riesgo de caer en ese cierre y en la apatía. ¿Cómo debemos reaccionar frente a todo esto? Nos lo sugiere el Salmo de hoy: “Nuestra alma en Yahveh espera, él es nuestro socorro y nuestro escudo; en él se alegra nuestro corazón, y en su santo nombre confiamos” (Sal 32, 20-21). Es decir, el alma en espera, una espera confiada del Señor hace encontrar consuelo y valentía en los momentos oscuros de la existencia. ¿Y de qué nace esta valentía y esta apuesta confiada? ¿De dónde nace? Nace de la esperanza. Y la esperanza no decepciona, esa virtud que nos lleva adelante mirando al encuentro con el Señor.

El Adviento es una llamada incesante a la esperanza: nos recuerda que Dios está presente en la historia para conducirla a su fin último para conducirla a su plenitud, que es el Señor, el Señor Jesucristo. Dios está presente en la historia de la humanidad, es el “Dios con nosotros”, Dios no está lejos, siempre está con nosotros, hasta el punto que muchas veces llama a las puertas de nuestro corazón. Dios camina a nuestro lado para sostenernos. El Señor no nos abandona; nos acompaña en nuestros eventos existenciales para ayudarnos a descubrir el sentido del camino, el significado del cotidiano, para infundirnos valentía en las pruebas y en el dolor. En medio de las tempestades de la vida, Dios siempre nos tiende la mano y nos libra de las amenazas. ¡Esto es bonito! En el libro del Deuteronomio hay un pasaje muy bonito, que el profeta dice al pueblo: “Pensad, ¿qué pueblo tiene a sus dioses cerca de sí como tú me tienes a mí cerca?”. Ninguno, solamente nosotros tenemos esta gracia de tener a Dios cerca de nosotros. Nosotros esperamos a Dios, esperamos que se manifieste, ¡pero también Él espera que nosotros nos manifestemos a Él!

María Santísima, mujer de la espera, acompañe nuestros pasos en este nuevo año litúrgico que empezamos, y nos ayude a realizar la tarea de los discípulos de Jesús, indicada por el apóstol Pedro. ¿Y cuál es esta tarea? Dar razones de la esperanza que hay en nosotros (cfr. 1 P 3,15).

  

 VIGILAD, ESPERAD, ORAD, AMAD

●VIGILAD, porque no sabéis cuándo es el momento.

  VIGILAD, porque siempre es el momento.

  VIGILAD, para que no hagáis esperar al Señor

                     que llega a vuestra casa.

  VIGILAD, para saber discernir los signos de los tiempos.

  VIGILAD, para descubrir las huellas

                    que el Señor va dejando a su paso.

  VIGILAD, para no caer en la tentación

              y saber desenmascarar las mentiras y los engaños.

  VIGILAD, porque Dios está siempre despierto.

● VIGILAD, porque hay un hermano llorando.

  VIGILAD, porque todas las cosas tienen su misterio.

  VIGILAD, porque Dios está

            en cada encuentro y en cada acontecimiento.

  VIGILAD, porque Cristo está siempre naciendo.

  VIGILAD, porque Cristo está siempre muriendo.

  VIGILAD, porque Cristo está siempre resucitando.

  VIGILA, hermano,

      porque hoy se te ofrece una nueva oportunidad.

● ESPERAD, porque Dios es sorpresa y promesa.

  ESPERAD, porque la generosidad del Padre no tiene límites.

  ESPERAD, porque Dios viene cada día.

  ESPERAD, porque Dios es Enmanuel: Dios-con-nosotros.

● ESPERAD, porque cada día puede ser Navidad.

  ESPERAD, porque Cristo es inagotable.

  ESPERAD, porque Dios nos sonríe en el Niño, en los niños.

  ESPERAD, pero no pasivamente,

       sinó como la mujer en estado de "buena esperanza".

● ORAD, pidiendo el pan de cada día: ¡Hoy!

   ORAD, partiendo el pan de cada día: ¡Sí!

  ORAD, pidiendo el don de cada día: ¡Ya!

  ORAD, pidiendo el ángel del consuelo: ¡Paz!

● ORAD, pidiendo la venida del Reino: ¡Venga!

  ORAD, pidiendo el triumfo de la Pasqua: ¡Aleluya!

  ORAD, la Parusía: ¡Marana-tha!

  ORAD, preparando el camino al Señor.

  ORAD, haciendo rectas las sendas al Señor.

● AMAD, para que Cristo se haga presente.

  AMAD, y sed así luz del mundo y sal de la tierra.

  AMAD, haciendo así carne el Evangelio.

  AMAD, para que las esperanzas y anhelos se cumplan.

  AMAD, atentos a quienes más os necesiten.

● AMAD, para abrir espacios de nueva humanidad.

  AMAD, abriendo caminos a la fraternidad.

  AMAD, y así, en vosotros,

             podrán tocar la eternidad de Dios.

  AMAD, pero que sea de corazón,

            desde el fondo del alma.

  AMAD, con el amor de Cristo, del Padre,

            don del Espíritu.


  

          ADVENT

Sortir

amb els ulls ben oberts,

lleuger de pes i dret,

lliure i disposat.

 

Caminar pels carrers sense por,

atalaiar l'horitzó serenament,

saludar i tocar a la gent.


Escoltar la remor de la vida,

deixar-se amarar per ella

i regalar càntirs d'esperança cada dia.


No adormir en els llorers,

vigilar tot el que esdevé

i esperar dia i nit a l'vinent.


Tornar

amb els peus polsosos,

el cor entendrit

i prenyades les entranyes.


Entrar alegre a casa,

deixar-se rentar i curar les nafres

i seure a menjar en companyia.


Explicar el que m'ha passat,

escoltar a tots com amic

i cantar amb veu humana seves lloances.


Romandre molt de temps en silenci

contemplant el misteri

i tenint cura de la vida que està florint.


Això és Advent.

Això és Advent.

 


                    DESPIERTOS

Despiertos para sembrar esperanza.

Despiertos para sembrar esperanza en nuestros hijos.

Despiertos para sembrar esperanza en nuestros padres.

Despiertos para sembrar esperanza en vecinos.

Despiertos para sembrar esperanza en los colegios.

Despiertos para sembrar esperanza en nuestra parroquia.

Despiertos para sembrar esperanza en la vida de los ancianos.

Despiertos para sembrar esperanza en las mujeres

       que no encuentran salida a sus problemas por sí mismas.

Despiertos para sembrar esperanza en quien busca un futuro mejor,

                         de aquí o de otros países.

Despiertos para sembrar esperanza en las familias sin recursos.

Despiertos para sembrar esperanza en los niños

             a los que se les ha robado la inocencia.

Despiertos para sembrar esperanza en los que trabajan por los demás.

Despiertos para sembrar esperanza en los desalentados,

             en los que han perdido el sentido a sus vidas,

             en los que se refugian en la impotencia o en el cinismo.

Despiertos para sembrar esperanza

             en nuestros corazones y nuestras vidas.

                “Caritas” – Adviento y Navidad, 2020-2021, ciclo B. p.22