dilluns, 30 de març del 2020

5è diumenge de Quaresma 2020

Quaresma 2020
Us ho demanem en nom de Crist: 
reconcilieu-vos amb Déu.

 (2Co 5,20ss)   




Lectura primera Ez 37,12-14
Us infondré el meu esperit i recobrareu la vida



Lectura segona Rm 8,8-11
L'Esperit d'aquell que va ressuscitar Jesús
d'entre els morts, habita en vosaltres






EVANGELI SEGONS SANT JOAN (11, 1-45.)
N: En aquell temps,
les dues germanes de Llàtzer enviaren a dir a Jesús:
«-Senyor, aquell que estimeu està malalt.»
Jesús, en sentir això, digué:
J: -Aquesta malaltia no és mortal;
és per a donar glòria a Déu:
el Fill de Déu en serà glorificat.
N: Jesús estimava Marta i la seva germana i Llàtzer.
Després de rebre la notícia de la seva malaltia,
es quedà encara dos dies al lloc on era.
Després, passats aquests dies, digué als deixebles:
J: -Tornem a Judea.
N: Quan Jesús arribà,
ja feia quatre dies que Llàtzer era al sepulcre.
Marta, quan va saber que Jesús arribava, sortí a rebre'l.
Maria es quedà a casa. Marta digué a Jesús:
M: -Senyor, si haguéssiu estat aquí,
el meu germà no s'hauria mort.
Però fins i tot ara sé que Déu
us concedirà tot el que li demaneu.
N: Jesús li diu:
J: -El teu germà ressuscitarà.
N: Marta li respon:
M: -Ja sé que ressuscitarà
quan tothom ressusciti el darrer dia.
N: Li diu Jesús:
J: -Jo sóc la resurrecció i la vida.
Els qui creuen en mi, encara que morin, viuran,
i tots els qui viuen i creuen en mi 
no moriran mai més. ¿Ho creus això?
N: Ella li diu:
M: -Sí, Senyor: Jo crec que vós sou el Messies,
el Fill de Déu que havia de venir al món.
N: Llavors Jesús preguntà:
J: -¿On l'heu posat?
N: Li diuen:«-Veniu a veure-ho, Senyor.»
A Jesús se li negaren els ulls.
Els jueus deien: «-Mireu com l'estimava.»
Altres deien: «-Aquest home
que obrí els ulls al cec,
¿no hauria pogut fer que Llàtzer no morís?»
Jesús, commogut altra vegada, arribà on era el sepulcre.
Era una cova tancada amb una llosa. Jesús digué:
J: -Traieu la llosa.
N: Marta, la germana del difunt, diu a Jesús:
M: -Senyor, ja es descompon;
fa quatre dies que és mort.
N: Li respon Jesús:
J: -¿No t'he dit que si creus veuràs la glòria de Déu?
N: Llavors van treure la llosa.
Després Jesús alçà els ulls al cel i digué:
J: -Pare, us dono gràcies perquè m'heu escoltat.
Ja sé que sempre m'escolteu,
però dic això perquè ho sàpiga la gent que hem rodeja
i creguin que sou vós qui m'heu enviat.
N: Havent dit això cridà fort:
J: -Llàtzer, vine a fora.
N: I el mort sortí. Tenia els peus i les mans lligats
amb les benes d'amortallar
i la cara lligada amb un mocador. Jesús els diu:
J: -Deslligueu-lo i deixeu-lo caminar.
N: Molts dels jueus que havien vingut a casa de Maria
i veieren el que va fer Jesús i cregueren en Ell.



HOMILÍA DEL SANTO PADRE FRANCISCO
LA MISA DESDE LA CAPILLA DE LA CASA SANTA MARTA
"El domingo del llanto" - Domingo, 29 de marzo de 2020

Introducción
Pienso en tanta gente que llora: gente aislada, gente en cuarentena, los ancianos solos, personas hospitalizadas y personas en terapia, padres que ven que, como no reciben la paga, no podrán dar de comer a sus hijos. Mucha gente llora. Nosotros también, desde nuestro corazón, los acompañamos. Y no nos hará mal llorar un poco con el llanto del Señor por todo su pueblo
Homilía
Jesús tenía amigos. Amaba a todos, pero tenía amigos con los cuales tenía una relación especial, como se hace con los amigos, de más amor, de más confianza... Y muchas, muchas veces se quedaba en casa de estos hermanos: Lázaro, Marta, María... Y Jesús sintió dolor por la enfermedad y la muerte de su amigo. Llegó a la tumba y, se conmovió profundamente y muy turbado, preguntó: “¿Dónde lo habéis puesto?” (Jn 11,34). Y Jesús estalló en lágrimas. Jesús, Dios, pero hombre, lloró. En otra ocasión en el Evangelio se dice que Jesús lloró: cuando lloró por Jerusalén (Lc 19,41-42). ¡Y con cuanta ternura llora Jesús! Llora desde el corazón, llora con amor, llora con los suyos que lloran. El llanto de Jesús. Tal vez, lloró otras veces en la vida —no lo sabemos— ciertamente en el Huerto de los Olivos. Pero Jesús llora por amor, siempre.
Se conmueve profundamente y muy turbado lloró. Cuántas veces hemos escuchado en el Evangelio esta emoción de Jesús, con esa frase que se repite: “Viendo, tuvo compasión” (cf. Mt 9,36; Mt 14,14). Jesús no puede mirar a la gente y no sentir compasión. Sus ojos miran con el corazón; Jesús ve con sus ojos, pero ve con su corazón y es capaz de llorar.
Hoy, ante un mundo que sufre tanto, ante tanta gente que sufre las consecuencias de esta pandemia, me pregunto: ¿soy capaz de llorar, como seguramente lo habría hecho Jesús y lo hace ahora? ¿Mi corazón se parece al de Jesús? Y si es demasiado duro, si bien soy capaz de hablar, de hacer el bien, de ayudar, pero mi corazón no entra, no soy capaz de llorar, debo pedir esta gracia al Señor: Señor, que yo llore contigo, que llore con tu pueblo que en este momento sufre. Muchos lloran hoy. Y nosotros, desde este altar, desde este sacrificio de Jesús, de Jesús que no se avergonzó de llorar, pedimos la gracia de llorar. Que hoy sea para todos nosotros como el domingo del llanto.
Oración para la Comunión espiritual
Creo, Jesús mío, que estás realmente presente en el Santísimo Sacramento del altar. Te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en mi alma. Ya que no puedo recibirte sacramentalmente ahora, ven al menos espiritualmente a mi corazón. Y como si te hubiese recibido, me abrazo y me uno todo a ti. No permitas que jamás me aparte de ti.

MEDITACIÓN
Las hermanas le mandaron recado a Jesús diciendo:
Señor, el que tú amas está enfermo.
¿Soy consciente de que todos somos “amigos amados por Dios”?
¿Presento yo al Señor de la vida a todos los enfermos y necesitados que hay a mi alrededor? ¿Hago mías las necesidades de la humanidad presentándolas al Padre?
Esta enfermedad … servirá para la gloria de Dios.
¿Cómo vivo yo mis procesos de enfermedad y el proceso de enfermedad de los que me rodean: angustia, confianza, desesperación, esperanza…?
Entonces, Jesús les replicó claramente: “Lázaro ha muerto”…
El séptimo y mayor signo de Jesús antes de su “hora” nos enfrenta con un acontecimiento seguro que preferimos evadir: nuestra propia muerte. Ante la muerte, el enigma de la condición humana alcanza su culmen. ¿Piensas alguna vez en el momento de tu muerte? ¿Miedo o confianza? ¿Vacío o esperanza?
Muchos judíos habían ido a ver a Marta y a María
para darles el pésame por su hermano.
¿Cómo me acerco a los demás ante sus realidades de dolor y muerte? ¿Mi “pésame” es una gesto de esperanza en la vida eterna o un lamento vacío?
Y dijo Marta a Jesús: Señor, si hubieras estado aquí
no habría muerto mi hermano.
La presencia del Señor llena de vida nuestra realidad y le da un sentido nuevo. ¿Cuántas situaciones conoces, en tu vida personal o en la de los demás, que si estuvieran llenas de la presencia del Señor serían de otra manera?
Jesús le dijo: Yo soy la resurrección y la vida,
el que cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?
Jesús no solo manifiesta poder sobre la muerte, sino que se revela él mismo como “resurrección y vida”; estamos tan íntimamente unidos a Cristo que ni la muerte nos separará del Resucitado. Él nos resucitará en el último día, pero, como en prenda, poseemos ya el don de la vida eterna, pues hemos resucitado con Cristo. Ya todo se puede esperar, ya todo puede tener sentido. ¿Crees esto?
La fe en la resurrección es fe en la vida. No es fe en una vida indefinida sin más, sino en otra vida. Pero tampoco es sólo fe en la otra vida después de la muerte, sino que es fe también en esta vida, que es don de Dios, como lo será la vida eterna. ¿Crees esto?
Por eso ha de ser una fe viva y activa, que lucha contra todo lo que mortifica y reprime la vida, contra la pobreza, contra la violencia, contra la exclusión, contra la injusticia. ¿Crees esto?
La fe en la vida es fe henchida de esperanza, empeñada en la transformación del mundo que, frente a los que tratan de construir la cultura de la muerte, anuncia y levanta el Evangelio de la vida. ¿Crees esto?
… yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios,
el que tenía que venir al mundo.
¿Quién es Jesús para mí? ¿Qué imagen tengo de él? ¿Qué obras hace él en mí? ¿En qué se nota que mi vida es una vida en Cristo Jesús? ¿Tengo, realmente, la experiencia de haber tenido un encuentro personal con él? ¿Cuándo fue? ¿Cómo fue?
Y dicho esto, fue a llamar a su hermana María…
Cuando uno se ha encontrado con Jesús, ya no puede guardarlo para sí. Cuando uno tiene la experiencia de que el Señor le ha salvado, le ha cambiado la vida, le ha llenado la existencia, le ha sanado interiormente, solo puede anunciarlo y ofrecerlo a los demás. Como Marta, los lleva a Jesús. ¿Soy consciente del sufrimiento de las personas que me rodean? ¿A quién tengo yo que ir a buscar para llevarlo o llevarla a Jesús? ¿Cómo puedo hacerlo?
Jesús, levantando los ojos a lo alto, dijo:
Padre, te doy gracias porque me has escuchado…
Jesús ora ante la tumba de su amigo Lázaro. Jesús, como tantas veces presenta, lo que va a hacer, al Padre. ¿Cómo es mi oración? ¿Pongo en el Señor toda mi vida, mis planes, mis proyectos o todo lo hago mío sin dejar espacio al Espíritu en mi vida? ¿Qué tendría que hacer para que mi oración fuese más profunda y auténtica?
Dijo Jesús: Quitad la losa … Lázaro, sal afuera.
Sal fuera del sepulcro de la rutina y la tibieza, donde llevas demasiado tiempo acomodado. Sal afuera, amigo: quiero que vivas intensamente.
Sal fuera del sepulcro de tus desesperanzas y escepticismos: vives en el desencanto, no quieres ya soñar ni ilusionarte. Sal afuera, amigo: todo es posible para que el cree y ama.
Sal fuera del sepulcro de tus miedos e incapacidades: piensas que ya no puedes, que ya no sirves, que ya no vales. Sal afuera, amigo: yo soy tu fuerza y tu victoria.
Sal fuera del sepulcro de tus tristezas y aislamientos: la tristeza es como una muerte adelantada, la soledad es un tanatorio. Sal afuera, amigo: no estés de luto permanente.
Sal del sepulcro del egoísmo, de la duda, de los vicios, del consumo. Da de nuevo un sentido a tu vida: yo he venido para que vivas más, para que vivas mejor. Para que vivas en plenitud y para siempre.
ACG, Cuaresma 2020, p.41ss















Espíritu de Dios, luz en la oscuridad,
prepáranos interiormente para acoger la Palabra,
vivifica cada día nuestras opciones,
guíanos para caminar en fidelidad al Maestro,
restaura nuestras fuerzas cuando estén agotadas,
sopla tu aliento sobre nosotros
y danos vigor en nuestras flaquezas.
Espíritu de Dios, luz que penetra las almas,
regálanos amarte como tú nos amas,
acompaña nuestro testimonio para que sea audaz,
fortalécenos para vivir nuestra fe hasta el extremo del amor,
enséñanos a perdonar a los que nos calumnian
y serena a los que nos persiguen por anunciar el Evangelio.

Senyor, vós que sou la Resurrecció i la Vida,
deu-nos una vida nova.
Perquè ens cal renéixer de veritat en vós
i ser els vostres deixebles i precursors,
testimonis del vostre amor pels qui ens envolten.
Allibereu-nos de les lloses i les benes
que ens esclavitzen.
Desfermeu les actituds i les situacions de pecat
que ens amarren i empresonen.
Ajudeu-nos a canviar, a morir al nostre "home vell"
dominat pel pecat, el mal i la mort,
per ressuscitar a l'"home nou",
imatge i semblança del Crist.
Ajudeu-nos a caminar seguint les vostres petjades,
confiant la nostra vida a les mans del Pare,
per ser instruments de pau,
a les nostres famílies, amics, veïns...
a tot arreu, cada dia i a cada passa,
i així poder obrir massa sepulcres tancats
que empresonen el cor i la dignitat de la nostra gent.
Senyor, vós que sou la Resurrecció i la Vida,
feu-nos testimonis d'Evangeli i Llibertat.







Señor, tú eres la resurrección y la vida,
nuestra esperanza,
haz que este gozo que nos inunda
se propague y difunda
como la lluvia,
que empape nuestra vida y la de todos.
Haz que seamos testimonio para otros,
ánimo y soporte para los desfallecidos,
y que en nosotros llevemos
el sello de tu amor.
Que empeñemos nuestra vida
en seguir fielmente las huellas de Jesús,
que dio su vida por nosotros y por todos,
para que de él aprendamos a vivir
dando vida a los demás.
Danos, Señor, un corazón fuerte
para llevar a cabo
la misión de la esperanza,
para que todos puedan vivir sin temor,
con esperanza.




¡QUE SALGA FUERA, SEÑOR!
De la oscuridad que no me deja verte
a la luz que me da la vida
De las dudas que ciegan mis ojos
a la certeza que me invita a seguirte
De la tristeza que sacude mi existencia
a la alegría que infunde tú persona.
¡QUE SALGA FUERA, SEÑOR!
De los miedos que me paralizan,
a la fortaleza que me regala tu Palabra
De la inseguridad de mis pasos
a la firmeza de tus caminos
¡QUE SALGA FUERA, SEÑOR!
De la muerte, cuando yo vivo como Tú quieres,
a la vida que siento cuando Tú estás presente
Del mi afán de suficiencia que fracasa
al reconocimiento de tu poder que todo lo puede
¡QUE SALGA FUERA, SEÑOR!
De lo efímero que pasa y caduca
a lo eterno que Tú me dices me espera
De mi manera peculiar de vivir la vida
a esa otra que, Tú, me dices es rica y diferente
¡QUE SALGA FUERA, SEÑOR!
Que me libre de esas largas vendas
que me impiden ser libre y seguirte
Que me sacuda de los aromas
con que la sociedad quiere perfumarme y maquillarme
Que sea fuerte para desprenderme
de tantas losas que pretenden silenciarme
¡QUE SALGA FUERA, SEÑOR!
¡SACÚDEME CON TU FUERZA DIVINA!
¡HÁBLAME CON PALABRAS DE ETERNIDAD!
¡HAZME MORIR
EN AQUELLO QUE ME SEPARA DE TI! Amén.
 




Gracias, Señor de la historia,
por hacerte uno de nosotros,
participando de nuestros sufrimientos
y alegrías,
de nuestras tristezas y esperanzas.
Gracias, amigo de los hombres,
por mostrarnos un corazón
profundamente humano y misericordioso,
un corazón que llora la muerte del amigo,
y se alegra por el hijo que vuelve.
Gracias, Señor de la vida,
por tu corazón divino
que nos libra de la muerte
y nos levanta del sepulcro.
Ayúdanos, Señor de la misericordia,
a extender tu compasión
a todos los hombres,
y a experimentar tu salvación
que por medio de los sacramentos
nos restaura a una vida nueva.
Que seamos, Señor,
portadores de vida y de consuelo,
portadores de buena noticia,
misioneros de la misericordia
y sembradores de esperanza.
Tú vives, porque estás resucitado. Amén.
            (Cf. Prefacio – Lázaro)
 


 








Oración del Papa Francisco para la Comunión espiritual
  
El dia 24 de març s’ha fet difusió de l’Oració que el Papa Francesc prega cada dia i invita a pregar per a fer la Comunió eucarística espiritual amb el Senyor, recomanada per a aquest temps de confinament dels fidels.
És aquest text:
 



Català:


"Jesús meu, crec que esteu realment present
en el Santíssim Sagrament de l'altar.
Us estimo per damunt de totes les coses
i us desitjo en la meva ànima.
Ja que no puc rebre-us ara sacramentalment,
veniu almenys espiritualment al meu cor.
Com a ja vingut, us abraço i m'uneixo a Vós.
No permeteu que em separi mai de Vós."


Castellano:
“Jesús mío, creo que estás realmente presente 

en el Santísimo Sacramento del altar.
Te amo por encima de todas las cosas 

y te deseo en mi alma.
Ya que no puedo recibirte sacramentalmente ahora,

 ven al menos espiritualmente a mi corazón.
Como ya venido, te abrazo y me uno a Ti. 

No permitas que nunca me separe de Ti”.

dilluns, 23 de març del 2020

4t diumenge de Quaresma 2020

Quaresma 2020
Us ho demanem en nom de Crist: 
reconcilieu-vos amb Déu.

 (2Co 5,20ss)    




 

Lectura primera 1S 16,1.6-7.10-13a
David és ungit rei d'Israel




Lectura segona Ef 5,8-14
«Desvetlla't, tu que dorms; 
ressuscita d'entre els morts
 i el Crist t'il·luminarà».


Lectura del santo evangelio según san Juan                          (9,1.6-9.13-17.34-38):
En aquel tiempo, al pasar Jesús vio a un hombre ciego de nacimiento. Y escupió en tierra, hizo barro con la saliva, se lo untó en los ojos al ciego y le dijo:
«Ve a lavarte a la piscina de Siloé (que significa Enviado).»
Él fue, se lavó, y volvió con vista. Y los vecinos y los que antes solían verlo pedir limosna preguntaban: «¿No es ése el que se sentaba a pedir?»
Unos decían: «El mismo.»
Otros decían: «No es él, pero se le parece.»
Él respondía: «Soy yo.»
Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego. Era sábado el día que Jesús hizo barro y le abrió los ojos. También los fariseos le preguntaban cómo había adquirido la vista.
Él les contestó: «Me puso barro en los ojos, me lavé, y veo.»
Algunos de los fariseos comentaban: «Este hombre no viene de Dios, porque no guarda el sábado.»
Otros replicaban: «¿Cómo puede un pecador hacer semejantes signos?»
Y estaban divididos. Y volvieron a preguntarle al ciego:
 «Y tú, ¿qué dices del que te ha abierto los ojos?»
Él contestó: «Que es un profeta.»
Le replicaron: «Empecatado naciste tú de pies a cabeza, ¿y nos vas a dar lecciones a nosotros?»
Y lo expulsaron.
Oyó Jesús que lo habían expulsado, lo encontró y le dijo: «¿Crees tú en el Hijo del hombre?»
Él contestó: «¿Y quién es, Señor, para que crea en él?»
Jesús le dijo: «Lo estás viendo: el que te está hablando, ése es.»
Él dijo: «Creo, Señor.» Y se postró ante él.



PAPA FRANCISCO
ANGELUS - Biblioteca del Palacio Apostólico
Domingo, 22 de marzo de 2020
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El tema de la luz ocupa el centro de la liturgia de este cuarto domingo de Cuaresma. El Evangelio (cfr. Juan 9,1-41) nos cuenta el episodio de un hombre ciego de nacimiento, al que Jesús le devuelve la vista. Este signo milagroso es la confirmación de la declaración de Jesús que dice de Sí mismo: «Soy la luz del mundo» (v. 5), la luz que ilumina nuestras tinieblas. Así es Jesús, irradia su luz en dos niveles, uno físico y uno espiritual: primero, el ciego recibe la vista de los ojos y, luego, es conducido a la fe en el «Hijo del hombre» (v. 35), es decir, en Jesús. Es un itinerario. Sería bonito que hoy tomaseis todos vosotros el Evangelio de San Juan, capítulo nueve, y leyeseis este pasaje: es tan bello y nos hará tanto bien leerlo otra vez, o incluso dos veces. Los prodigios que Jesús lleva a cabo no son gestos espectaculares, sino que tienen la finalidad de conducir a la fe a través de un camino de transformación interior.
Los doctores de la ley —que estaban allí, un grupo de ellos— se obstinan en no admitir el milagro, y hacen preguntas maliciosas al hombre curado. Pero él los desconcierta con la fuerza de la realidad: «Sólo sé una cosa: que era ciego y ahora veo» (v. 25). Entre la desconfianza y la hostilidad de los que lo rodean y lo interrogan incrédulos, él recorre un itinerario que lo lleva poco a poco a descubrir la identidad de Aquél que le ha abierto los ojos y a confesar su fe en Él. Al principio cree que es un profeta (cfr. v. 17); luego lo reconoce como a alguien que viene de Dios (cfr. v. 33); finalmente, lo acepta como el Mesías y se postra ante Él (cfr. vv. 36-38). Ha entendido que, dándole la vista, Jesús ha “manifestado las obras de Dios” (cfr. v. 3).
¡Ojalá tengamos nosotros esta experiencia! Con la luz de la fe, aquél que era ciego descubre su nueva identidad. Es, ahora, una “nueva criatura”, capaz de ver su vida y el mundo que lo rodea con una nueva luz, porque ha entrado en comunión con Cristo, ha entrado en otra dimensión. Ya no es un mendigo marginado por la comunidad; ya no es esclavo de la ceguera y los prejuicios. Su camino de iluminación es una metáfora del camino de liberación del pecado al que estamos llamados. El pecado es como un oscuro velo que cubre nuestro rostro y nos impide ver con claridad tanto a nosotros como al mundo; el perdón del Señor quita esta capa de sombra y tiniebla y nos da una nueva luz. Que la Cuaresma que estamos viviendo sea un tiempo oportuno y valioso para acercarnos al Señor, pidiendo su misericordia, en las diversas formas que nos propone la Madre Iglesia.
El ciego curado, que ahora ve, sea con los ojos del cuerpo que con los del alma, es una imagen de cada bautizado que, inmerso en la Gracia, ha sido arrebatado a las tinieblas y puesto bajo la luz de la fe. Pero no es suficiente recibir la luz: hay que convertirse en luz. Cada uno de nosotros está llamado a acoger la luz divina para manifestarla con toda su vida. Los primeros cristianos, los teólogos de los primeros siglos, decían que la comunidad de los cristianos, es decir, la Iglesia, es el “misterio de la luna”, porque daba luz pero no era una luz propia, era la luz que recibía de Cristo. Nosotros también debemos ser el “misterio de la luna”: dar la luz recibida del sol, que es Cristo, el Señor. San Pablo nos lo recuerda hoy: «Vivid como hijos de la luz; pues el fruto de la luz consiste en toda bondad, justicia y verdad» (Efesios 5, 8-9). La semilla de la nueva vida puesta en nosotros en el Bautismo es como la chispa de un fuego, que a los primero que purifica es a nosotros, quemando el mal que llevamos en el corazón, y nos permite que brillemos e iluminemos con la luz de Jesús.
Que María Santísima nos ayude a imitar al hombre ciego del Evangelio, para que así podamos inundarnos con la luz de Cristo y encaminarnos con Él por el camino de la salvación.






MEDITACIÓN

Y al pasar, vio Jesús a un hombre ciego de nacimiento.
Ciegos son los que juzgan y se dejan llevar por las apariencias sin pasar adentro, al corazón, donde se cuece la verdad más honda de nuestras acciones. Ciegos son los que no se fían de nada ni de nadie que no esté de acuerdo con lo que ellos habían pensado de antemano. Ciegos son los que se creen superiores y no pueden aceptar la verdad. Ciegos son los que no les interesa ver, ni en profundidad ni en extensión, porque exige un esfuerzo, porque desconcierta. Ciegos son los que ven la realidad y la deforman interesadamente. Ciegos son los que tienen actitudes inamovibles. Ciegos son los que no pueden ver porque otros se lo impiden. Ciegos son los que vuelven el rostro para no ver las situaciones de injusticia, pobreza e indefensión que viven otras personas. Ciegos son también los que creen que ven.
Todas estas cegueras nos impiden ser personas libres, personas liberadas. Intenta identificar tus cegueras. ¿Me veo reflejado en algunas de ellas? ¿Por qué? ¿Cómo salir de ellas? ¿Qué aspectos de mi vida necesitan luz?
Era sábado el día que Jesús hizo barro y le abrió los ojos … Algunos de los fariseos comentaban: Este hombre no viene de Dios porque no guarda el sábado
Los fariseos… ya los conocemos. Los de ayer y los de hoy: enjuiciando a los demás desde su ley, sin comprometerse con las personas. Los expertos de religión, con los que Jesús se encuentra, están cegados, pues en su soberbia creen que pueden ser dueños de Dios. Ponen la ley por encima de la persona, incluso, aplastan a la persona con el peso de la ley.
En mis relaciones con los demás ¿qué prima la ley o la misericordia? Dios ve más allá de las apariencias y se fija en lo que hay en nuestro corazón. Y yo ¿me dejo llevar por las apariencias a la hora de hacer un juicio de los demás o procuro conectar con su corazón para entender sus decisiones?
Jesús vino a liberarnos del pecado y sentimientos de culpa. Por eso, aunque era sábado y estaba prohibido trabajar y curar en ese día, Jesús va a quien sufre esas opresiones… y lo sana. ¿Abro los ojos para ver las necesidades de los demás? ¿Cómo me acerco a los que necesitan de mi ayuda? ¿Cómo debería hacerlo?
Pero los judíos no se creyeron que aquel había sido ciego y que había comenzado a ver…
Muchas personas tienen experiencia de encuentro con Jesús y una profunda conversión, tras un retiro, unos ejercicios espirituales, unas charlas, una lectura…. ¿Cómo acojo yo a estas personas? ¿Me alegro de su conversión o simplemente la cuestiono porque no ha seguido mi mismo proceso?
Sus padres contestaron: Sabemos que este es nuestro hijo y que nació ciego; pero cómo ve ahora no lo sabemos… Preguntádselo a él que es mayor y puede explicarse.
Los padres están paralizados por el miedo: miedo al riesgo, al compromiso, al qué dirán, a la exigencia de cambiar de vida. ¿Vives tu fe de manera anónima, en la masa o de una manera comprometida? ¿Ocultas, en algunas ocasiones, tu condición de cristiano? ¿Por qué? ¿Qué deberías hacer al respecto?
Solo sé que yo era ciego y ahora veo
¿De qué cegueras me ha curado el Señor? ¿Qué pasos he dado en mi proceso de fe? Trae a tu mente y a tu corazón todo aquello que el Señor ha hecho por ti.
El ciego les contestó: ¿también vosotros queréis haceros discípulos suyos?
Aquel ciego recorrió un largo itinerario hasta la fe en Jesús. Pero, ese caminar, da testimonio ante todos de su encuentro con Jesús, habla de Él, explica su proceso y sus dudas. Tu condición de creyente,
¿suscita inquietud por Jesús entre la gente que conoces y con la que hablas a diario? ¿A quién le hablas tú de Jesús? ¿A quién y cómo deberías hacerlo?
Jesús le dijo: ¿Crees tú en el Hijo del hombre?… Creo, Señor
La fe no solo son unas palabras que se pronuncian. La fe en Jesús supone rendirle a él mi vida, dejar que él sea el Señor de mi historia. Supone confiar a él toda nuestra existencia. ¿Cómo es mi fe? ¿Cómo debería de ser? ¿Qué tendría que hacer o cómo tendría que vivir para que mi fe fuese realmente auténtica?
Como el ciego, necesitamos ver a Jesús. Y ver como Jesús. E iluminar como Jesús.
Este Evangelio nos recuerda que cuando una persona se deja iluminar y trabajar por Cristo se le abren los ojos, comienza a verlo todo de forma diferente y no le da miedo afrontar la nueva situación, aunque ésta sea conflictiva.
No te desesperes; recuerda que la vida es un caminar hacia Dios y que, por lo tanto, es un proceso de crecimiento espiritual gradual. La fe, poco a poco, configura nuestra vida, intereses, gustos, creencias, pasiones y acciones. La clave está en dejar que todo sea iluminado por la luz de Jesús y contar con la gracia de Dios para seguir adelante.

Dossier ACG – p.34ss.






Senyor,
doneu-nos uns ulls transparents.
   nets d'orgull i autosuficiència;
uns ulls senzills, tranquils
   que donin pau i serenor;
uns ulls ferms solidaris
   en la lluita i el compromís;
uns ulls acollidors
   que ofereixin comprensió i perdó;
uns ulls amables
   que comparteixin el sofriment
            dels germans;
uns ulls nets
   que només sàpiguen estimar.
Il·lumineu, Senyor,les nostres tenebres
   i doneu-nos els vostres ulls
   per així poder prolongar,
   en el nostre món, la vostra mirada.
¿SOY CIEGO, SEÑOR?
Digo creer en Ti, y vivo como si no existieras
Pretendo caminar por tus sendas y no palpo tu presencia
Presumo de conocerte y apenas escucho tu Palabra
Digo que ¡nadie hay como Tú!
y tiemblo cuando las dificultades asoman
¿SERÉ ACASO CIEGO, SEÑOR?
Abro los ojos ante el mundo
y me cuesta decir que Tú lo mueves
Confieso que Tú eres la luz del mundo
y me escondo en oscuridades peligrosas
Rezo mirando al cielo
y a la vez me fío demasiado
de las decisiones del mundo
¿TENDRÉ CEGUERA ESPIRITUAL, SEÑOR?
Soy humano y, muchos días,
me considero exclusivamente divino
Soy pecador y, queriendo o sin querer,
me las doy de justo y honrado
Afirmo conocer todos los secretos
y, a mis ojos, se escapa lo esencial
Conozco la ciencia y la matemática
y no sé cómo encontrarte en mi vida
¿SERÉ CIEGO, SEÑOR?
Porque leo tu Palabra
y, pienso que es para los demás
Escucho tu Palabra
y creo que no va conmigo
Camino, subo y bajo, corro y avanzo
y me tropiezo a cada instante
dándome de bruces
contra mis propias ideas y pensamientos
¡CAMBIÁME, SEÑOR!
Mi naturaleza humana, para reconocerte
La forma de mirar para no perderte de vista
El ritmo en mi caminar para ir a tu lado
El ruido de mi existencia para escuchar tus pisadas
Los nubarrones de mis pensamientos
para que Tú seas la luz de todo mi ser
¿ESTARÉ CIEGO, SEÑOR?






 US PRESENTEM SENYOR:
● els nostres ulls cecs,en la tenebra del desencís,
perquè els cureu a la piscina de Siloé, de l'Enviat;
● els nostres ulls tancats, orgullosos,
que no volen veure els germans,
perquè els obris amb el teu amor;
● els nostres ulls egoistes,
que només veuen els propis interessos;
perquè alliberats per la teva misericòrdia,
aprenguin a ser pacífics i misericordiosos;
● els nostres ulls violents
que a vegades maten amb la mirada;
perquè es netegin en la teva font;
● els nostres ulls escèptics,
que no es fien de res i no confien en ningú;
perquè Vós els renoveu amb la vostra confiança;
● els nostres ulls buits, desencisats;
perquè els ompliu de la vostra llum engrescadora.
PERÒ TAMBÉ UST PRESENTEM AQUELLS ULLS
    QUE GRÀCIES A LA VOSTRA LLUM:
● són ulls il·lusionats,
que van descobrint la vida dia a dia;
● ulls lúcids, crítics
amb la injustícia i la violència;
● ulls transparents
que miren amb el cor
i reflexen la vostra presència;
● ulls acollidors
que ofereixen pau i esperança;
● ulls nets i humils
que mostren el vostre amor
     Senyor, renoveu
els nostres ulls i la nostra mirada,
perquè passem de la tenebra a la llum
tot aprenent a mirar amb els vostres ulls.


Gracias, Señor,
porque sigues viniendo a nosotros.
Gracias por hacerte hombre,
por hacerte uno de nosotros
y, así, conducirnos a tu reino de luz.
Gracias, Señor,
porque no dejas que nuestras tinieblas
sofoquen tu luz,
sino que nos haces experimentar
el esplendor y la claridad de la fe.
Te pedimos, Señor,
que nos liberes de la esclavitud del pecado,
a los que hemos renacido en el bautismo,
y nos hagas experimentar una vida nueva.
Ayúdanos, Señor,
a vivir como auténticos hijos de Dios,
transformados por tu amor,
conducidos de las tinieblas a la luz.
Fortalécenos, Señor,
para dar razón de nuestra fe,
para testimoniar tu amor,
para mostrar las maravillas que haces en nosotros.
Amén.
                           (Cf. Prefacio - El ciego)



dilluns, 16 de març del 2020

3r diumenge de Quaresma 2020

Quaresma 2020


Us ho demanem en nom de Crist: 
reconcilieu-vos amb Déu.
 (2Co 5,20ss)






Lectura primera Ex 17,3-7

Dóna'ns aigua per a beure





Lectura segona Rm 5,1-2.5-8
Déu, donant-nos l'Esperit Sant, 
ha vessat en els nostres cors el seu amor




Evangeli Jo 4,5-42
Una font brollarà sempre per donar vida eterna
Lectura de l'evangeli segons sant Joan
En aquell temps, Jesús arribà a una població samaritana que s'anomena Sicar, prop dels terrenys que Jacob havia donat al seu fill Josep. Allà hi ha el pou de Jacob. Era cap al migdia quan Jesús, cansat de caminar, s'estava assegut bonament a la vora del pou. Els deixebles havien anat al poble a comprar provisions. Arribà una dona samaritana, que venia a treure aigua. Jesús li diu: «Dóna'm aigua». Li diu la samaritana: «Com? Vós, un jueu, em demaneu aigua a mi, que sóc una dona samaritana?». Cal saber que els jueus no es fan amb els samaritans. Jesús li respongué: «Si sabessis què vol donar-te Déu i qui és el qui et demana que li donis aigua, ets tu qui li hauries demanat aigua viva, i ell te l'hauria donada». Ella li diu: «Senyor, aquest pou és fondo i no teniu res per treure aigua. D'on la traieu, l'aigua viva? Jacob, el nostre pare, ens va donar aquest pou i en bevia tant ell, com els seus fills, com el seu bestiar. Sou més gran vós que no pas ell?». Jesús li respongué: «Els qui beuen aigua d'aquesta tornen a tenir set, però el qui begui de la que jo li donaré, mai més no tindrà set; l'aigua que jo li donaré es convertirà en una font que brollarà sempre dintre d'ell per donar-li vida eterna». Li diu la dona: «Senyor, doneu-me aigua d'aquesta: que no tingui mai més set ni hagi de tornar mai més aquí a treure aigua del pou».
Ell li diu: «Vés a cridar el teu marit i torna». La dona li contesta: «No en tinc, de marit». Li diu Jesús: «Tens raó: n'has tingut cinc, i l'home que ara tens no és el teu marit. Això que has dit: "No en tinc, de marit", és veritat». Ella li diu:
«Senyor, veig que sou un profeta. Els nostres pares adoraren Déu en aquesta muntanya, però vosaltres, els jueus, dieu que el lloc on cal adorar-lo és Jerusalem». Jesús li respongué: «Creu-me, dona; s'acosta l'hora que el lloc on adorareu el Pare no serà ni aquesta muntanya ni Jerusalem. Vosaltres no sabeu qui adoreu; nosaltres sí que ho sabem, perquè la salvació ve dels jueus. Però s'acosta l'hora, més ben dit, és ara mateix, que els bons adoradors adoraran el Pare en esperit i en veritat. Aquests són els adoradors que vol el Pare. Déu és esperit. Per això els qui l'adoren han de fer-ho en esperit i en veritat». Li diu la dona: «Sé que ha de venir el Messies, és a dir, l'Ungit. Quan ell vingui, ens ho explicarà tot». Ell li respon: «El Messies sóc jo, que parlo amb tu».
Llavors mateix arribaren els deixebles. S'estranyaren que parlés amb una dona, però cap d'ells no gosà preguntar-li què volia o de què parlava amb ella. La dona deixà estar la gerra i se n'anà al poble a dir a la gent: «Veniu a veure un home que m'ha dit tot el que he fet. No serà el Messies?». La gent sortí del poble i anà a trobar-lo.
Mentrestant els deixebles li deien invitant-lo: «Mengeu, rabí». Però ell els contestà: «Jo, per menjar, tinc un altre aliment que vosaltres no sabeu». Els deixebles es preguntaven entre ells: «És que algú li ha portat menjar?». Jesús els diu: «El meu aliment és fer la voluntat del qui m'ha enviat i acomplir la seva obra. Vosaltres dieu: "Quatre mesos més i ja serem a la sega". Doncs jo us dic: Alceu els ulls i mireu els camps: ja són rossos, a punt de segar. El segador ja rep la part que li toca i recull el gra per a la vida eterna, perquè s'alegrin plegats el sembrador i el segador. En aquest cas té raó la dita «un és el qui sembra i un altre el qui sega». Jo us he enviat a segar on vosaltres no havíeu treballat. Són altres, que van treballar-hi; vosaltres sou sobrevinguts, en el treball que ells havien fet».
Molts samaritans d'aquell poble van creure en ell per la paraula de la dona que assegurava: «M'ha dit tot el que he fet». Per això, quan els samaritans anaren a trobar-lo, li pregaven que es quedés amb ells. I s'hi va quedar dos dies. Després de sentir-lo parlar a ell mateix, encara molts més van creure, i deien a la dona: «Ara ja no creiem només pel que tu deies; nosaltres mateixos l'hem sentit, i sabem que aquest és de debò el Salvador del món».



PAPA FRANCISCO 
ÁNGELUS
Biblioteca del Palacio Apostólico
Domingo, 15 de marzo de 2020

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
(...) El pasaje evangélico de este domingo, el tercero de la Cuaresma, presenta el encuentro de Jesús con una mujer samaritana (cf. Juan 4, 5-42). Está en camino con sus discípulos y se detienen ante un pozo en Samaria. Los samaritanos eran considerados herejes por los judíos y eran muy despreciados y tratados como ciudadanos de segunda clase. Jesús está cansado, sediento. Una mujer viene a buscar agua y Él le pide: «Dame de beber» (v. 7). De este modo, rompiendo toda barrera, comienza un diálogo en el que revela a aquella mujer el misterio del agua viva, esto es, del Espíritu Santo, don de Dios. En efecto, a la reacción de sorpresa de la mujer Jesús responde: «Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: “Dame de beber”, tú le habrías pedido a él, y él te habría dado agua viva» (v. 10).
En el centro de este diálogo está el agua. Por un lado, el agua como elemento esencial para la vida, que sacia la sed del cuerpo y sostiene la vida. Por el otro, el agua como símbolo de la gracia divina, que da la vida eterna. En la tradición bíblica Dios es la fuente de agua viva –como se dice en los Salmos, en los profetas–: alejarse de Dios, la fuente de agua viva, y de su Ley, conduce a la peor sequía. Esta es la experiencia del pueblo de Israel en el desierto. En el largo camino hacia la libertad, ellos, ardiendo de sed, protestan contra Moisés y Dios porque no hay agua. Entonces, por voluntad de Dios, Moisés hace brotar agua de una roca, como signo de la providencia de Dios que acompaña a su pueblo y le da vida (cf. Éxodo 17, 1-7).
Y el apóstol Pablo interpreta esa roca como un símbolo de Cristo. Dice: “Y la roca es Cristo” (cf. 1 Corintios, 10,4). Es la misteriosa figura de su presencia en medio del pueblo de Dios que camina. Porque Cristo es el Templo del que, según la visión de los profetas, brota el Espíritu Santo, es decir, el agua viva que purifica y da vida. Aquellos que tienen sed de salvación pueden saciarla gratuitamente en Jesús, y el Espíritu Santo se convertirá en él o ella en una fuente de vida plena y eterna. La promesa de agua viva que Jesús hizo a la mujer samaritana se hizo realidad en su Pascua: “sangre y agua” brotaron de su costado atravesado (Juan 19, 34). Cristo, Cordero inmolado y resucitado, es la fuente de la que mana el Espíritu Santo, que perdona los pecados y regenera la nueva vida.
Este don es también la fuente del testimonio. Como la samaritana, quien encuentra a Jesús vivo, siente la necesidad de decírselo a los demás, para que todos lleguen a confesar que Jesús «es verdaderamente el salvador del mundo» (Juan 4, 42), como dijeron más tarde los paisanos de esa mujer. También nosotros, engendrados a una nueva vida a través del Bautismo, estamos llamados a dar testimonio de la vida y la esperanza que hay en nosotros. Si nuestra búsqueda y nuestra sed encuentran en Cristo la satisfacción plena, manifestaremos que la salvación no está en las “cosas” de este mundo, que al final llevan a la sequía, sino en Aquél que nos ha amado y nos ama siempre: Jesús nuestro Salvador, en el agua viva que Él nos ofrece.
Que María Santísima nos ayude a cultivar el deseo de Cristo, la fuente de agua viva, la única que puede saciar la sed de vida y de amor que llevamos en nuestros corazones. (...)





-------------------------------------
MEDITACIÓN

Jesús, cansado del camino, estaba allí sentado junto al pozo.
¿Cuáles son, actualmente mis cansancios: el ayudar a los demás sin que nadie me lo reconozca, no encontrar trabajo, no encontrarle sentido a la vida, no sacar “punta” de hijos, padres, amigos…?
¿Dónde busco descansar: tele, internet, fiestas, evangelio…?
Jesús está en medio del camino como un caminante más. Se identifica con todos y a todos “trata”.
Siempre está dispuesto al diálogo, a pronunciar palabras de vida y a revelarse progresivamente. Es un hombre cargado de cercanía y amor. ¿Qué es lo que más me impresiona de sus gestos, actitudes y
palabras? Él me pide… Él me ofrece… Él se me da a conocer… Él me invita a reflexionar sobre mi vida.
Llega una mujer de Samaría…. Señor, dame de esa agua.
La samaritana progresa en el conocimiento de Jesús gradualmente. Al principio, Jesús es para ella un viajero judío; a continuación, un hombre desconcertante; más tarde, un profeta; y, finalmente, el Mesías. Esta mujer tiene sed de vida y felicidad. ¿Qué es lo que más me impresiona de sus actitudes,sentimientos y palabras? ¿Me parezco en algo a ella? ¿Cuál es la “sed” que siento actualmente? ¿A qué personas pido yo de beber? ¿Qué personas esperan, como la samaritana esperó de Jesús, que yo les dé de beber?
¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana? (porque los judíos no se tratan con los samaritanos)
Los conflictos entre ambos pueblos alcanzaron, a veces, tintes dramáticos. La actitud de Jesús es derribar las barreras de la enemistad apelando a la fe en un mismo Padre de todos. ¿Qué muros tengo yo que derribar alrededor mío? ¿Qué barreras ideológicas o culturales me están impidiendo acercarme a otros? ¿Qué conflictos personales, familiares, laborales, están dificultando el encuentro?
Jesús le contestó: “Si conocieras el don de Dios…”
Cuanto más y mejor conocemos a alguien, más y mejor le amamos. ¡Nada hay más apasionante, en una vida orientada hacia el amor, que ese esfuerzo por conocer en su verdad a cuantos nos rodean! ¡Cuánto nos estamos perdiendo por no conocer a Dios! Jesús, al ofrecer el “don de Dios”, está ofreciendo la salvación, se acentúa la dignidad de la persona. Y es que el proyecto de vida que Jesús ofrece consiste en liberar la vida de cualquier opresión. ¿De qué me tiene que liberar hoy a mí, Jesús? ¿Cuáles son esas ataduras que no me dejan vivir con dignidad? ¿Cómo puedo experimentar en mi vida el “don de Dios”? ¿Qué tendría que hacer para conocer más a Dios?
Jesús le contestó: El que bebe de esa agua vuelve a tener sed.
Nos asomamos a la vida y vemos cómo puede ir creciendo en nosotros la sensación de desencanto, un desencanto que abarca lo personal, lo social y lo eclesial. Tal vez este tiempo de desencanto sea un momento cargado de posibilidades y de futuro, porque puede ser un punto de arranque para una búsqueda más acertada de salvación. ¿Qué cosas me producen insatisfacción? ¿En qué fuentes estoy bebiendo y están dejando mi corazón insatisfecho?
…pero el que beba del agua que yo le daré nunca más tendrá sed.
Muchas personas piensan que Dios no está a su alcance. Sin embargo, Dios está mucho más cerca de lo que sospechamos. Está dentro de nosotros. Si yo me abro, Él no se cierra. Si yo me dejo amar, Él me salva. ¿Me siento salvado por Dios? ¿Me siento a gusto con Él? ¿Siento que Él me quiere y me acepta como soy? ¿Tengo experiencia personal de sentirme perdonado y amado por Dios?
… los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y verdad…
Muchas veces nuestras oraciones y celebraciones son celebraciones que no van más allá de los ritos, del cumplimiento, pueden ser celebraciones vacías de “Espíritu”, rutinarias. Jesús quiere que la alabanza a Dios no esté sólo en los labios, sino en el corazón. Que los ritos externos correspondan a los sentimientos y actitudes más profundas de la persona. ¿Cómo vivo yo la oración y la celebración de la Iglesia, principalmente la Eucaristía? ¿Qué tendría que hacer para vivirla como Jesús me pide?
Él les dijo: Yo tengo un alimento que vosotros no conocéis.
¿Cómo estoy yo alimentando mi fe? ¿Qué aspectos de la fe debería cuidar más y mejor? ¿He descubierto la oración, la escucha de la Palabra y la Eucaristía como alimentos fundamentales para ser discípulo de Jesús?
La mujer fue al pueblo y dijo a la gente: “venid a ver un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho”.
La mujer, tras el encuentro con Jesús, no puede contenerlo, no puede quedárselo para ella sola, sino que esa salvación, que ella ha empezado a experimentar, tiene que anunciarla y compartirla con los demás. ¿Cómo es mi testimonio de Jesús? ¿Lo anuncio a todos los que me rodean o lo guardo para mí? ¿A quién estoy anunciando la salvación que trae Jesús, el amor de Dios? ¿A quién y cómo debería anunciarlo? ¿Por qué no lo anuncio más y mejor? ¿Qué me impide hacerlo?


ACG – Dossier Cuaresma 2020 p.26s.

-------------------------------------

Danos siempre agua viva, Señor.
El agua de tu presencia,
el agua de tu Palabra,
el agua de tu Espíritu.
Baña nuestra existencia,
empapa nuestro corazón,
lava nuestros egoísmos,
ablanda nuestras durezas,
fertiliza las semillas de nuestros dones,
alimenta nuestras fuerzas para seguirte.
Pero Señor,
no sacies nunca nuestra sed de Tí.
Que te busquemos,
que anhelemos más encuentro,
que te esperemos sin descanso.
Y Señor, por sobre todo,
que no guardemos tu agua viva
sino que la ofrezcamos
con nuestra entrega
para la vida de otros.
                   Marcelo A. Murúa.


Doneu-nos sempre aigua viva, Senyor.
L'aigua de la vostra presència,
l'aigua de la vostra Paraula,
l'aigua del vostre Esperit.
Refresqueu la nostra existència.
amareu el nostre cor,
netejeu-nos d'egoismes,
estobeu les nostres duricies
i fertilitzeu les llavors dels vostres dons.
Senyor, feu que sempre tinguem set de vós,
que sempre us busquem.
Perquè vos sou el nostre repós,
vos sou la nostra pau,
i en vos descobrim la bellesa
de la veritable amistat.
I, Senyor, sobretot
que no ens guardem per nosaltres
aquest do de la vostra bondat.
Ajudeu-nos a compartir sempre
amb els germans
la joia d'aquesta aigua viva,
que, amb el vostre amor i la vostra misericordia
feu brollar, gratuitament, dels nostres cors. Amén.





TÚ, SEÑOR, ERES EL POZO DE AGUA VIVA
Soy caminante en busca de lo alto
y por ello tengo sed, no tanto de beber,
cuanto de llegar a Dios.
¡TÚ, SEÑOR, ERES EL POZO DE AGUA VIVA!
Mi camino, cansado y abatido,
son pasos que conducen hacia alguien:
¿Estarás al final, Jesús?
Mi camino, sabiendo que Tú esperas,
sé que será sendero que conducirá
entre pruebas y llantos
alegrías y penas, al pozo de la amistad
¡TÚ, SEÑOR, ERES EL POZO DE AGUA VIVA!
Sentarme junto a Ti, Señor,
es contemplar la grandeza y la pobreza de mi vida
es entender que, Tú, como nadie
pones sobre la mesa aquello que , de mi vida,
muy poco o nada, me interesa pregonar ni ver.
¡TÚ, SEÑOR, ERES EL POZO DE AGUA VIVA!
¿Cómo me darás de ese agua viva?
¿Cómo la sacarás, Señor?
¿Dónde tienes un cántaro?
¡Ah! ¡Ya lo sé, Señor!
Yo soy el vaso y el cántaro
con los cuales sacarás, para mí y para los demás,
el agua viva que brota a chorros
de la fuente de tu costado.
¡TÚ, SEÑOR, ERES EL POZO DEL AGUA VIVA!
Entra, Señor, en el pozo de mi alma:
es hondo, como el de la Samaritana
con fragilidades, como la vida de la Samaritana
con sed de agua limpia, como la de la Samaritana
con sed de Dios, como la de la Samaritana
Entra, Señor, en el pozo de mi alma
Y que, como la Samaritana, pueda decir también
He estado con Jesús…y sabe todo lo que he hecho
                                      Amén.




Qui sou, Jesucrist,
vós que us asseieu a esperar-nos en ple migdia
a prop d'aquell pou que ens suggereix
la profunditat inabastable del vostre misteri?
Qui sou, Jesucrist,
vós que confondríem amb un vianant, 
           amb un estranger de caravanes,
si no fos que de sobte claveu, 
en el més viu del nostre ésser
la vostra paraula i la vostra mirada d'amic?
Qui sou, Jesucrist,
vós que teniu set a vora d'un pou
i que sols penseu en l'oasi 
que podria sorgir en ple desert
només que amb el sol 
es fongués el gel dels nostres cors
per estimar amb un amor més fraternal
      els desemparats, els marginats?
Qui sou, Jesucrist,
vós, Muntanya i Lloc sant 
            on Déu descansa enmig de la Nit.
vós, Paraula i Rostre on Déu 
            es deixa contemplar 
             en el secret de la seva Imatge?
Qui sou Jesucrist?
De la mort a la vida, 
    sou incansablement el nostre Guia,
                i a quin preu!
Dalt de la Creu, per nosaltres, 
    amb les mans sempre buides,
dalt de la Creu, per nosaltres, 
    amb les mans sempre plenes... 
                 ... i el cor obert."
                            Jean Servel "Aux pas de Dieux".








      TENGO SED


Cansado, mendigas agua
y tu sed despierta mi sed.
Dame de beber,
de esa agua que aplaca
el cansancio y la soledad.


El desierto es demasiado seco
y mi corazón también.
Háblame, sigue hablándome,
pues tu palabra es fresca
y a mi corazón
le gusta beber de ella.
La verdad se hace posible
ante Ti.


Envíame, Señor mío,
a testimoniarlo sin miedo
ante los de mi casa
que, como yo, esperan
la hora de las nupcias
de la humanidad Contigo.
       Amén.
       (fnp-edition.com 2020)





Ven, Espíritu Santo,
   indícanos donde está la fuente de agua viva,
guía nuestros pasos
   para que lleguemos al manantial.
Ven, Espíritu Santo,
   aliéntanos en nuestras luchas
   y no dejes que tomemos
   aguas contaminadas por el orgullo,
   la soberbia, el afán de tener o aparentar.
Condúcenos hacia las aguas limpias
   que purifican y revitalizan nuestra existencia.
Espíritu Santo,
   ayúdanos a beber de la fuente de la Palabra viva,
   que encontremos en ella
   el “don de Dios”
  que salta hasta la vida eterna. 
                         Amén.


Gracias, Señor,
    porque sigues acercándote a nosotros
    como lo hiciste con la mujer samaritana,
    porque nos pides el agua de nuestra vida,
    nos pides el agua de nuestra humanidad.
Gracias, Señor,
    porque has infundido en nosotros
    la gracia de la fe,
    y nos sales al encuentro
    ofreciéndonos el agua
    que salta hasta la vida eterna.
Te pedimos, Señor,
    que enciendas en nosotros
    el deseo del amor divino,
    que nos hagas tener sed de ti,
    y tú mismo calmes esa sed.
Concédenos, Señor, la gracia
   de conocer el “don de Dios”,
    y, así, proclamaremos tu grandeza
    y anunciaremos tu salvación.
                       Amén.
              (Cf. Prefacio - La samaritana)