GERMANS TOTS.
VENIU, SENYOR, JESÚS!
Encenem. Senyor, aquesta llum,
- aquest ciri verd, signe d’esperança -
com qui encén la seva llàntia
per sortir, en la nit,
a l’encontre de l’Amic que arriba.
En aquesta primera setmana d’Advent
volem alçar el cap i estar a punt
per esperar-vos.Per rebre-us amb alegria.
Moltes foscors ens envolten:
mandres, egoismes,
pors, incerteses…
i ens tenen com endormiscats.
Ajudeu-nos Pare a mantenir-nos
desperts i vetllant.
Perqué Vós ens porteu la llum més clara
la pau més profunda
i l’alegria veritables
per caminar endavant
amb fe, esperança i caritat.
Veniu, Senyor Jesús!
Veniu, Senyor Jesús!
Lectura primera Jr 33,14-16
Faré néixer a David un plançó bo
Lectura segona 1Te 3,12;4,2
Que el Senyor refermi els vostres cors
per al dia que vingui Jesús, el nostre Senyor
Lectura del santo Evangelio según san Lucas
(21,25-28.34-36):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus
discípulos: «Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y
en la tierra angustia de las gentes, enloquecidas por el estruendo
del mar y del oleaje. Los hombres quedarán sin aliento por el miedo
y la ansiedad, ante lo que se le viene encima al mundo, pues los
astros temblarán. Entonces, verán al Hijo del Hombre venir en una
nube, con gran poder y majestad. Cuando empiece a suceder esto,
levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación.»
PAPA FRANCISCO
ÁNGELUS - Plaza de San Pedro ´- Domingo, 28.11.2021
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El Evangelio de la Liturgia de hoy, primer domingo de Adviento, es decir, el primer domingo de preparación para Navidad, nos habla de la venida del Señor al final de los tiempos. Jesús anuncia acontecimientos desoladores y tribulaciones, pero precisamente en este punto nos invita a no tener miedo. ¿Por qué? ¿Porque todo irá bien? No, sino porque Él vendrá. Jesús regresará, Jesús vendrá, lo ha prometido. Dice así: “Tengan ánimo y levanten la cabeza, porque está por llegarles la liberación” (Lc 21,28). Es bueno escuchar esta palabra de aliento: animarse y alzar la cabeza, porque precisamente en los momentos en que todo parece acabado, el Señor viene a salvarnos; esperarlo con alegría incluso en medio de las tribulaciones, en las crisis de la vida y en los dramas de la historia. Esperar al Señor. Pero, ¿cómo levantar la cabeza, cómo no dejarse absorber por las dificultades, los sufrimientos y las derrotas? Jesús nos muestra el camino con una fuerte llamada: "Estén atentos para que sus corazones no se agobien [...]. Estén atentos orando en todo momento" (vv. 34, 36).
“Estén atentos”, la vigilancia. Detengámonos en este importante aspecto de la vida cristiana. De las palabras de Cristo observamos que la vigilancia está ligada a la atención: estén atentos, vigilen, no se distraigan, es decir, ¡estén despiertos! La vigilancia significa esto: no permitas que tu corazón se vuelva perezoso y que tu vida espiritual se ablande en la mediocridad. Ten cuidado porque se puede ser "cristiano adormecido" —y nosotros lo sabemos: hay tantos cristianos adormecidos, cristianos anestesiados por la mundanidad espiritual— cristianos sin ímpetu espiritual, sin ardor en la oración, que rezan como papagayos, sin entusiasmo por la misión, sin pasión por el Evangelio. Cristianos que miran siempre hacia adentro, incapaces de mirar el horizonte. Y esto nos lleva a "dormitar": a seguir con las cosas por inercia, a caer en la apatía, indiferentes a todo menos a lo que nos resulta cómodo. Y esta es una vida triste, andar así… no hay felicidad allí.
Necesitamos estar atentos para no arrastrar nuestros días a la costumbre, para no ser agobiados —dice Jesús— por las cargas de la vida (cf. v. 34). Los afanes de la vida nos pesan. Hoy, pues, es una buena oportunidad para preguntarnos: ¿qué pesa en mi corazón? ¿Qué es lo que pesa en mi espíritu? ¿Qué me hace sentarme en el sillón de la pereza? Es triste ver cristianos “en el sillón”. ¿Cuáles son las mediocridades que me paralizan, los vicios, cuáles son los vicios que me aplastan contra el suelo y me impiden levantar la cabeza? Y con respecto a las cargas que pesan sobre los hombros de los hermanos, ¿estoy atento o soy indiferente? Estas preguntas nos hacen bien, porque ayudan a guardar el corazón de la acedia. Pero, padre, ¿qué es la acedia? Es un gran enemigo de la vida espiritual, también de la vida cristiana. La acedia es esa pereza que nos sume, que nos hace resbalar, en la tristeza, que nos quita la alegría de vivir y las ganas de hacer. Es un espíritu negativo, es un espíritu maligno que ata al alma en el letargo, robándole la alegría. Se comienza con aquella tristeza, se resbala, se resbala, y nada de alegría. El Libro de los Proverbios dice: "Guarda tu corazón, porque de él mana la vida" (Pr 4,23). Guarda tu corazón: ¡eso significa estar atento, vigilar, estar atento! Estén atentos, guarda tu corazón.
Y añadamos un ingrediente esencial: el secreto para ser vigilantes es la oración. Porque Jesús dice: "Estén atentos orando en todo momento" (Lc 21,36). Es la oración la que mantiene encendida la lámpara del corazón. Especialmente cuando sentimos que nuestro entusiasmo se enfría, la oración lo reaviva, porque nos devuelve a Dios, al centro de las cosas. La oración despierta el alma del sueño y la centra en lo que importa, en el propósito de la existencia. Incluso en los días más ajetreados, no descuidemos la oración. Ahora estaba viendo, en el programa “A su imagen”, una bella reflexión sobre la oración: nos ayudará verla, nos hará bien. La oración del corazón puede ayudarnos, repitiendo a menudo breves invocaciones. En Adviento, acostumbrémonos a decir, por ejemplo: "Ven, Señor Jesús". Solo eso, pero decirle: “Ven, Señor Jesús”. Este tiempo de preparación para Navidad es hermoso: pensemos en el pesebre, pensemos en la Navidad, y digamos con el corazón: “Ven, Señor Jesús, ven”. Repitamos esta oración a lo largo del día y el ánimo permanecerá vigilante. “Ven, Señor Jesús”: es una oración que podemos repetirla tres veces, todos juntos. “Ven, Señor Jesús”, “Ven, Señor Jesús”, “Ven, Señor Jesús”.
Y ahora recemos a la Virgen: ella, que esperó al Señor con un corazón vigilante, nos acompañe en el camino del Adviento.
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PREGUEM AMB L’EVANGELI
“Molt
aviat sereu alliberats”.
Lc 21, 25-28.34-36
Vindran dies, diu l’oracle del
Senyor...
Sembla que és llei de
vida que,
a mesura que passen
els anys,
ens refugiem en els
records
i la nostàlgia del
passat
i ens desentenguem del
que passa
al nostre voltant.
Vós, Senyor Jesús, ens convideu
a preservar la memòria viva
del vostre
pas
per la nostra història
humana
i per la vida de cadascú
de nosaltres.
Gràcies per tot
el que heu
fet en nosaltres.
I gràcies
també per tot el que encara hi feu
i hi fareu.
Perquè esperem que
vingueu
i
ompliu de
llum massa racons
foscos
on encara s’amaga
tanta misèria,
i ompliu
de pau i vida
tants escenaris
de guerra i mort
que s’estenen
pel món.
Pendents de Vós,
Senyor,
mirem enrere amb goig,
però sobretot mirem endavant
amb il·lusió i esperança.
Amén.
SI ESTOY SENTADO, LEVÁNTAME, SEÑOR
Si dudo de tus promesas; levanta mi fe, Señor
Si aumentan mis pesares; alza mi ánimo, Señor
Si me acosan mil dificultades;haz inmensa mi fortaleza, Señor
Si mi interior se acobarda; reaviva mi espíritu, Señor
Si me ciegan los ídolos; dirige mi vista hacia Ti, Señor
Si me enloquece la apariencia; lleva mi corazón a Ti, Señor
Si mi cabeza se inclina; sostenla para poder verte
Si me encuentro esclavo; rompe mis cadenas para poder caminar
Si me encierro en mí mismo; reorienta mi alma hacia Ti, Señor
Si me conformo con lo que veo; recupera mi afán de buscarte
Si sufro por la ansiedad; alimenta en mí la conformidad
Si prefiero la comodidad; llámame y ponme en pie, Señor
Si duermo y no te espero; abre mis ojos y despiértame, Señor
Si me despisto y no te busco; espabílame y condúceme, Señor
Si me equivoco de dirección; recondúceme y reoriéntame, Señor
Si prefiero otros señores; háblame y hazme ver tu grandeza
Si no tengo miedo a nada; dame fe y dame tu santo temor
Si me creo único e invencible; acércate y dame humildad
Si pasa el tiempo y desespero;
ayúdame y ven a mi encuentro en Navidad. Amén.
Feu-nos, Pare, el do de l'esperança...
sense l'esperança la fe seria només una il·lusió,
sense esperança, la caritat seria només una acció,
sense esperança, la justícia seria només un simple llei.
Feu-nos, Pare, el do de l'esperança...
sense l'esperança la humilitat esdevindria derrotisme,
sense esperança la paciència esdevindria fatalisme,
sense esperança la obediència seria servilisme.
Feu-nos, Pare, el do de l'esperança...
sense ella la fortalesa esdevindria esclavatge,
sense ella l’oració esdevindria simple evasió,
sense ella la solidaritat esdevindria cansament
Feu-nos, Pare, el do de l'esperança i renoveu el nostre cor,
perquè preparem el Mon Nou,
perquè tinguem Vida eterna en Vós,
en el vostre amor
estimant-vos i estimant
perquè Jesús arribi a néixer de ple en les nostres vides,
perquè el nostre advent ens porti a un veritable Nadal.
Veniu, Senyor Jesús !