dimecres, 29 de desembre del 2021

Nadal '2021

 

    De tot cor,   BON NADAL !!!

                          ¡¡FELIZ NAVIDAD!!

                       MERRY CHRISTMAS!!! 


" avui, a la ciutat de David, 
us ha nascut un salvador, que és el Messies, el Senyor. 
Això us servirà de senyal: trobareu un infant 

faixat amb bolquers i posat en una menjadora. "                                                          (Lc 2, 11-12)

"Hoy os ha nacido en el pueblo de David 

un salvador, que es el Mesías, el Señor.
Como señal, encontraréis al niño envuelto 

en pañales y acostado en un pesebre.” 

 انه ولد لكم اليوم في مدينة داود مخلّص هو المسيح الرب."
" وهذه لكم العلامة تجدون طفلا مقمطا مضجعا في مذود.


"C`est qu`aujourd`hui, dans la ville de David,

 il vous est né un Sauveur, qui est le Christ, le Seigneur. 
Et voici à quel signe vous le reconnaîtrez: 

vous trouverez un enfant emmailloté et couché dans une crèche."

"This very day in King David's hometown 

a Savior was born for you. He is Christ the Lord. 
You will know who he is, because you will find him 

dressed in baby clothes and lying on a bed of hay.” 

  1. 今 天在達味城中,為你們誕生了一位救世者,他是主默西亞。
  2. 這 是給你們的記號:你們將要看見一個嬰兒,裹著襁褓,躺在馬槽裏。
 

 

● Milers de milions d'anys havien passat 
des que va començar a existir
la terra separada del sol.
Més de mil milions des que en aquesta terra,
com a conseqüència d'una meravellosa evolució,
acompanyada per Déu, va sorgir la vida.

● Milions d'anys des que a les cavernes
van sorgir els primers humans, drets,
esperançats a lluitar per la vida,
amb l'Esperit de Déu que des dels orígens
planejava sobre les aigües del primer caos.

● Dos mil anys feia que Abraham,
el pare dels creients,
obeint la crida de Déu,
va partir cap a una terra desconeguda

per donar origen al poble triat,
l'hereu de les promeses.


● Mil anys que David, un pastor senzill
que guardava els ramats del seu pare Jessè,
va ser ungit pel profeta Samuel
per ser el gran rei d'Israel.


● Feia segles que el poble jueu
esperava el Salvador,
el Messies, anunciat pels profetes,

el que els alliberaria de tota opressió,
el que establiria un nou ordre
de pau i justícia, amor i llibertat.


● I per fi, a l'olimpíada 94,

l'any 752 de la fundació de Roma,
l'any 42 del regnat de l'emperador August,
ara fa 2021 anys, a Betlem de Judà,
un poble humil d'Israel, ocupat pels romans,
en un estable, perquè no hi havia lloc a la posada,
va néixer Jesús,el fill de Maria, esposa de Josep.

Glòria a Déu al cel,
i pau a la terra els homes de bona voluntat.





HOMILÍA DEL SANTO PADRE FRANCISCO

NATIVIDAD DEL SEÑOR- Misa de Nochebuena

Lunes, 24 de diciembre de 2018

 José, con María su esposa, subió «a la ciudad de David, que se llama Belén» (Lc 2,4). Esta noche, también nosotros subimos a Belén para descubrir el misterio de la Navidad.

1. Belén: el nombre significa casa del pan. En esta “casa” el Señor convoca hoy a la humanidad. Él sabe que necesitamos alimentarnos para vivir. Pero sabe también que los alimentos del mundo no sacian el corazón. En la Escritura, el pecado original de la humanidad está asociado precisamente con tomar alimento: «tomó de su fruto y comió», dice el libro del Génesis (3,6). Tomó y comió. El hombre se convierte en ávido y voraz. Parece que el tener, el acumular cosas es para muchos el sentido de la vida. Una insaciable codicia atraviesa la historia humana, hasta las paradojas de hoy, cuando unos pocos banquetean espléndidamente y muchos no tienen pan para vivir.

Belén es el punto de inflexión para cambiar el curso de la historia. Allí, Dios, en la casa del pan, nace en un pesebre. Como si nos dijera: Aquí estoy para vosotros, como vuestro alimento. No toma, sino que ofrece el alimento; no da algo, sino que se da él mismo. En Belén descubrimos que Dios no es alguien que toma la vida, sino aquel que da la vida. Al hombre, acostumbrado desde los orígenes a tomar y comer, Jesús le dice: «Tomad, comed: esto es mi cuerpo» (Mt 26,26). El cuerpecito del Niño de Belén propone un modelo de vida nuevo: no devorar y acaparar, sino compartir y dar. Dios se hace pequeño para ser nuestro alimento. Nutriéndonos de él, Pan de Vida, podemos renacer en el amor y romper la espiral de la avidez y la codicia. Desde la “casa del pan”, Jesús lleva de nuevo al hombre a casa, para que se convierta en un familiar de su Dios y en un hermano de su prójimo. Ante el pesebre, comprendemos que lo que alimenta la vida no son los bienes, sino el amor; no es la voracidad, sino la caridad; no es la abundancia ostentosa, sino la sencillez que se ha de preservar.

El Señor sabe que necesitamos alimentarnos todos los días. Por eso se ha ofrecido a nosotros todos los días de su vida, desde el pesebre de Belén al cenáculo de Jerusalén. Y todavía hoy, en el altar, se hace pan partido para nosotros: llama a nuestra puerta para entrar y cenar con nosotros (cf. Ap 3,20). En Navidad recibimos en la tierra a Jesús, Pan del cielo: es un alimento que no caduca nunca, sino que nos permite saborear ya desde ahora la vida eterna.

En Belén descubrimos que la vida de Dios corre por las venas de la humanidad. Si la acogemos, la historia cambia a partir de cada uno de nosotros. Porque cuando Jesús cambia el corazón, el centro de la vida ya no es mi yo hambriento y egoísta, sino él, que nace y vive por amor. Al estar llamados esta noche a subir a Belén, casa del pan, preguntémonos: ¿Cuál es el alimento de mi vida, del que no puedo prescindir?, ¿es el Señor o es otro? Después, entrando en la gruta, individuando en la tierna pobreza del Niño una nueva fragancia de vida, la de la sencillez, preguntémonos: ¿Necesito verdaderamente tantas cosas, tantas recetas complicadas para vivir? ¿Soy capaz de prescindir de tantos complementos superfluos, para elegir una vida más sencilla? En Belén, junto a Jesús, vemos gente que ha caminado, como María, José y los pastores. Jesús es el Pan del camino. No le gustan las digestiones pesadas, largas y sedentarias, sino que nos pide levantarnos rápidamente de la mesa para servir, como panes partidos por los demás. Preguntémonos: En Navidad, ¿parto mi pan con el que no lo tiene?

2. Después de Belén casa de pan, reflexionemos sobre Belén ciudad de David. Allí David, que era un joven pastor, fue elegido por Dios para ser pastor y guía de su pueblo. En Navidad, en la ciudad de David, los que acogen a Jesús son precisamente los pastores. En aquella noche —dice el Evangelio— «se llenaron de gran temor» (Lc 2,9), pero el ángel les dijo: «No temáis» (v. 10). Resuena muchas veces en el Evangelio este no temáis: parece el estribillo de Dios que busca al hombre. Porque el hombre, desde los orígenes, también a causa del pecado, tiene miedo de Dios: «me dio miedo […] y me escondí» (Gn 3,10), dice Adán después del pecado. Belén es el remedio al miedo, porque a pesar del “no” del hombre, allí Dios dice siempre “sí”: será para siempre Dios con nosotros. Y para que su presencia no inspire miedo, se hace un niño tierno. No temáis: no se lo dice a los santos, sino a los pastores, gente sencilla que en aquel tiempo no se distinguía precisamente por la finura y la devoción. El Hijo de David nace entre pastores para decirnos que nadie estará jamás solo; tenemos un Pastor que vence nuestros miedos y nos ama a todos, sin excepción.

Los pastores de Belén nos dicen también cómo ir al encuentro del Señor. Ellos velan por la noche: no duermen, sino que hacen lo que Jesús tantas veces nos pedirá: velar (cf. Mt 25,13; Mc 13,35; Lc 21,36). Permanecen vigilantes, esperan despiertos en la oscuridad, y Dios «los envolvió de claridad» (Lc 2,9). Esto vale también para nosotros. Nuestra vida puede ser una espera, que también en las noches de los problemas se confía al Señor y lo desea; entonces recibirá su luz. Pero también puede ser una pretensión, en la que cuentan solo las propias fuerzas y los propios medios; sin embargo, en este caso el corazón permanece cerrado a la luz de Dios. Al Señor le gusta que lo esperen y no es posible esperarlo en el sofá, durmiendo. De hecho, los pastores se mueven: «fueron corriendo», dice el texto (v. 16). No se quedan quietos como quien cree que ha llegado a la meta y no necesita nada, sino que van, dejan el rebaño sin custodia, se arriesgan por Dios. Y después de haber visto a Jesús, aunque no eran expertos en el hablar, salen a anunciarlo, tanto que «todos los que lo oían se admiraban de lo que les habían dicho los pastores» (v. 18).

Esperar despiertos, ir, arriesgar, comunicar la belleza: son gestos de amor. El buen Pastor, que en Navidad viene para dar la vida a las ovejas, en Pascua le preguntará a Pedro, y en él a todos nosotros, la cuestión final: «¿Me amas?» (Jn 21,15). De la respuesta dependerá el futuro del rebaño. Esta noche estamos llamados a responder, a decirle también nosotros: “Te amo”. La respuesta de cada uno es esencial para todo el rebaño.

«Vayamos, pues, a Belén» (Lc 2,15): así lo dijeron y lo hicieron los pastores. También nosotros, Señor, queremos ir a Belén. El camino, también hoy, es en subida: se debe superar la cima del egoísmo, es necesario no resbalar en los barrancos de la mundanidad y del consumismo. Quiero llegar a Belén, Señor, porque es allí donde me esperas. Y darme cuenta de que tú, recostado en un pesebre, eres el pan de mi vida. Necesito la fragancia tierna de tu amor para ser, yo también, pan partido para el mundo. Tómame sobre tus hombros, buen Pastor: si me amas, yo también podré amar y tomar de la mano a los hermanos. Entonces será Navidad, cuando podré decirte: “Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te amo” (cf. Jn 21,17).

----------------------------


       BIENVENIDO SEÑOR

● Bienvenido, Señor, esta es tu casa

Haz de nuestro mundo un hogar de pan y de paz

porque los seres humanos

demasiadas veces

rompemos en pedazos la gran casa del mundo.

Señor, reconstrúyela con tu nacimiento


● Bienvenido, Señor, a la tierra

haz de nuestro suelo,

caminos de amor y de concordia

porque los seres humanos

demasiadas veces rompemos

la gran partitura, harmónica y serena,

que el Padre Dios compuso

en el principio de la historia.


● Bienvenido, Señor, en esta noche silenciosa

a un lugar donde habita y reina el ruido;

queremos escuchar palabras de amor

queremos ver tu rostro Señor

queremos comprender que,

para llegar hasta Ti, hay que inclinarse

y entrar pequeño en Belén.

 

● Bienvenido, Señor, a nuestras miserias

¿Te das cuenta, Jesús, dónde has entrado?

¿Conoces, Jesús, el estado de nuestro corazón?

Aun así, Señor, ¡gracias por venir!

Eres la gran noticia de esta noche

La luz que ilumina

el camino incierto de nuestra humanidad

El llanto que nos hace de nuevo ser solidarios

El Niño que, en el mundo, es salvación y futuro.

 
 

● Bienvenido, Señor, a este valle, permítenos,


como los pastores,ofrecerte lo que somos y tenemos

Déjanos, en el universo que rodea este Misterio,

Unirnos al coro de los ángeles y arcángeles

Doblamos nuestras rodillas ante, Ti, Señor,

¡Eres tan pequeño y tan grande!

¡Tan débil y tan fuerte!

¡Tan inocente y tan sabedor de lo que te espera!



● ¡Bienvenido, Señor, a nuestra tierra!

Protegedle, José y María,

La paz, el amor, la concordia,

La fraternidad, el mundo, el ser humano...

Todo le espera y todos le necesitamos

pues con Él, otro mundo es posible. Amén






dilluns, 20 de desembre del 2021

Advent' 2021 - 4t diumenge - Germans tots. Veniu Senyor Jesús!

 

GERMANS TOTS.

   VENIU, SENYOR, JESÚS!

 


    CORONA DE ADVIENTO

Al encender la cuarta vela,

     la última vela

     de esta corona de Adviento,

pensamos en María, nuestra Madre.

Señor Jesús,

   nadie te esperó con más deseo,

   con más ternura, con más amor.

Nadie te recibió con más alegría.

Dentro de ella, creciste, Señor,

   como el trigo crece

   dentro de la tierra fecunda.

Y sus brazos, fueron para ti,

   la más bella cuna.

También nosotros

   nos queremos preparar así:

   en la fe, en el amor,

   y en el camino de cada dia.

¡Ven, Señor, no tardes más!

     ¡Ven, Señor Jesús!

 

 

Lectura primera Mi 5,1-4a

"De tu en sortirà el qui ha de regir Israel"



Lectura segona He 10,5-10

"Vinc a fer la vostra voluntat"



Evangeli Lc 1,39-45

Lectura de l'evangeli segons sant Lluc

Per aquells dies, Maria se n'anà decididament a la Muntanya, a la província de Judà; entrà a casa de Zacaries i saludà Elisabet. Tan bon punt Elisabet va sentir la salutació de Maria el nen saltà dins les seves entranyes, i Elisabet, plena de l'Esperit Sant, cridà amb totes les seves forces: «Ets beneïda entre totes les dones i és beneït el fruit de les teves entranyes. Qui sóc jo perquè la mare del meu Senyor vingui a visitar-me? Mira: tan bon punt he sentit la teva salutació, el nen ha saltat d'entusiasme dins les meves entranyes. Feliç tu que has cregut! Allò que el Senyor t'ha fet saber, es complirà».


PAPA FRANCISCO

ÁNGELUS - Plaza de San Pedro - Domingo, 19 de diciembre de 2021

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

El Evangelio de la Liturgia de hoy, cuarto Domingo de Adviento, narra la visita de María a Isabel (cf. Lc 1,39-45). Recibido el anuncio del ángel, la Virgen no se queda en casa, pensando en lo sucedido y considerando los problemas y los imprevistos, que ciertamente no faltaban: porque, pobrecilla, no sabía qué hacer con esta noticia, con la cultura de aquella época… No entendía… Al contrario, lo primero que hace es pensar en quien la necesita; en vez de encerrarse en sus problemas, piensa en quien la necesita, piensa en Isabel su pariente, que es mayor y está embarazada: algo raro, milagroso. María emprende el viaje con generosidad, sin dejarse intimidar por los inconvenientes del viaje, respondiendo a un impulso interior que la llama a hacerse cercana y a ayudar. Un largo camino, kilómetros y kilómetros, y no había un autobús que fuera allí: tuvo que ir a pie. Sale para ayudar, compartiendo su alegría. María dona a Isabel la alegría de Jesús, la alegría que llevaba en el corazón y en el vientre. Va donde ella y proclama sus sentimientos, y esta proclamación de los sentimientos después se ha convertido en una oración, el Magníficat, que todos nosotros conocemos.  Y el texto dice que «se levantó María y se fue con prontitud» (v. 39).

Se levantó y se fue. En el último tramo del camino del Adviento dejémonos guiar por estos dos verbos. Levantarse y caminar con prontitud: son los dos movimientos que María hizo y que nos invita también a nosotros a hacer en vista de la Navidad. En primer lugar, alzarse. Después del anuncio del ángel, para la Virgen se perfilaba un periodo difícil: su embarazo inesperado la exponía a incomprensiones y también a penas severas, incluso a la lapidación, en la cultura de aquella época. ¡Imaginemos cuántos pensamientos y turbaciones tenía! Sin embargo, no se desanima, no se desespera, sino que se levanta. No mira hacia abajo, hacia los problemas, sino a lo alto, hacia Dios. Y no piensa a quién pedir ayuda, sino a quién ayudar. Siempre piensa en los demás: así es María, pensando siempre en las necesidades de los demás. Lo mismo hará después, en las bodas de Caná, cuando se da cuenta que falta el vino. Es un problema de los otros, pero ella piensa en esto y trata de encontrar una solución. María siempre piensa en los otros. Piensa también en nosotros.

Aprendamos de la Virgen esta forma de reaccionar: levantarnos, sobre todo cuando las dificultades amenazan con aplastarnos. Levantarnos, para no empantanarnos en los problemas, hundiéndonos en la autocompasión o cayendo en una tristeza que nos paraliza. Pero ¿por qué levantarnos? Porque Dios es grande y está preparado para levantarnos si nosotros le tendemos la mano. Entonces arrojemos en Él los pensamientos negativos, los miedos que bloquean todo impulso y que impiden ir adelante. Y después hagamos como María: ¡miremos a nuestro alrededor y busquemos alguna persona a la que podamos ser de ayuda! ¿Hay algún anciano que conozco al que puedo ayudar un poco, ser de compañía? Que cada uno lo piense. ¿O hacer un servicio a una persona, un favor, una llamada? ¿Pero a quién puedo ayudar? Me levanto y ayudo. Ayudando a los otros, nos ayudaremos a nosotros mismos a levantarnos de las dificultades.

El segundo movimiento es caminar con prontitud. No quiere decir proceder con agitación, de forma sofocada, no, no quiere decir esto. Se trata más bien de conducir nuestras jornadas con paso alegre, mirando adelante con confianza, sin arrastrarnos con desgana, esclavos de las lamentaciones —estas quejas arruinan muchas vidas, porque uno se pone a lamentarse y lamentarse y la vida va abajo. Las quejas te llevan a buscar siempre alguien a quien culpar. Yendo hacia la casa de Isabel, María procede con el paso rápido de quien tiene el corazón y la vida llenos de Dios, llenos de su alegría. Entonces preguntémonos, para nuestro beneficio: ¿cómo es mi “paso”? ¿Soy propositivo o me quedo en la melancolía, en la tristeza? ¿Voy adelante con esperanza o me detengo para compadecerme? Si procedemos con el paso cansado de los gruñones o de los chismorreos, no llevaremos a Dios a nadie, solamente llevaremos amargura, cosas oscuras. Hace mucho bien, sin embargo, cultivar un sano sentido del humor, como hacían, por ejemplo, santo Tomás Moro o san Felipe Neri. Podemos pedir también esta gracia, la gracia del sano humorismo: hace mucho bien. No nos olvidemos de que el primer acto de caridad que podemos hacer al prójimo es ofrecerle un rostro sereno y sonriente. Es llevarles la alegría de Jesús, como hizo María con Isabel.

¡La Madre de Dios nos tome de la mano, nos ayude a levantarnos y caminar con prontitud hacia la Navidad!


             MARIA S’HA POSAT EN CAMÍ...

               i ENS OBRE CAMINS 

               PER ARRIBAR A BETLEM:

 

● El camí de la fe: L’Anunciació:

    Maria acull, escolta, creu,... i es dóna.

    És el camí del sortir de la pròpia seguretat,

       el camí de fer el salt al buit, el salt de la fe,

      el salt als braços del Pare,

      és el camí de deixar-se guiar per la mà invisible

      invisible i tanmateix present, del Creador...

      és posar-se a caminar confiant en Ell. el camí de la fe.

● El camí de la caritat: la Visitació:

   Maria corre, supera les dificultats, es fa servei, felicita, lloa,...

   És el camí del sortir de la pròpia comoditat.

   És el negar-se a si mateix per ser pels altres,

      posar el jo al seu lloc, per ser de veritat fraterns,

      ser per als altres, com Jesús,

      especialment si ens necessiten.

      ser pels necessitats. El camí de la caritat.

● El camí de la paciència: La trobada amb Josep.

   Maria calla, confia, prega, espera.

   Es tracta de respectar el misteri de cadascú,

      el propi misteri, i el de l’altre.

   Es respectar el ritme de l’altre confiant en la veritat.

   Confiar en la bondat de l’altre.

   Confiar que tot sortirà bé, perquè Déu no abandona...

     ..és eterna la seva misericòrdia

     i la veritat és llum que no s’apaga. Camí de la paciència.

● El camí de l’esperança: en la gestació de Jesús.

    Camí d’esperança, de bona esperança, de la millor esperança.

    És el camí del vetllar, de l’estar atent...

    Superar les pors, els cansaments, els dubtes...

       però també camí d'il·lusions,

       de nous horitzons, Camí d’esperança.

Camins de fe, de caritat, de paciència, d’esperança....

Estem disposats a dir SI com Maria

       i a fer nostres aquests camins?

Deixarem que l’Esperit ens habiti i empenyi un xic més?

Tenim el cor a punt pel Nadal’

   o bé hem deixat que la vida, la monotonia, el nihilisme,...

   ens gastin la il·lusió, l’esperança i el demà?

Santa María, Madre de la Misericordia,

    eres feliz porque creíste que para Dios nada es imposible:

    que nuestra fe se parezca cada vez más, a la tuya.

Tu María, Madre de la Misericordia,

    dijiste un SÍ que llenó toda tu vida,

    confiaste en la Palabra del Señor,

    y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros:

    enseñanos a aceptar lo que Él nos pida.

Tu María, Madre de la Misericordia, viviste unida a Jesús,


     pobre y humilde, sufriste con Él:

    ayúdanos en las dificultades.

Tu María, Madre de la Misericordia,

    amaste a Jesús como nadie le amó:

    que vuestro amor llene nuestras vidas,

    y nos enseñe el camino de la compasión y de la misericordia.

Tu María, Madre de la Misericordia, 

                seguiste a Jesús hasta la Cruz,

    y allí El te señaló como nuestra Madre: 

           concédenos que, cada día,

    vivamos más unidos a Jesús, misericordiosos

     como nuestro Padre, el Buen Dios, es misericordioso.

Madre del Adviento, Virgen de la Esperanza,

Madre de la Misericordia, ruega por nosotros. Amén.

 


 


dimarts, 14 de desembre del 2021

Advent' 2021 -3r diumenge - Germans tots. Veniu Senyor Jesús!

 

GERMANS TOTS.

   VENIU, SENYOR, JESÚS!


CORONA DE ADVIENTO

● Vivir alegres


     y preparar la venida al Señor.

Él es sentido para nuestras vidas.

En nuestros desiertos clama una voz.

● Se anuncia la buena noticia:

      el Señor llega.

Preparad los caminos, porque ya se acerca.

Él es el Mesías, el Libertador.

● Cuando encendemos estas tres velas

    cada uno de nosotros

    quiere ser luz que refleje

   el Mundo Nuevo de mañana.

Y, especialmente,

   encendiendo la amarilla,

  expresamos la alegría

  por la proximidad de la salvación;

● la alegría por la Vida

    que en Jesús se nos ofrece;

  la alegría por una historia y un mundo

    que pueden ser realmente nuevos.

  ¡ Ven pronto, Señor! 

   ¡Ven, Señor Jesús!




Lectura primera So 3,14-18a

«No tinguis por, Sió, no deixis caure les mans; 

"el Senyor, el teu Déu, el tens a dintre, com a Salvador poderós;

 per tu s'ha transportat d'alegria, 

et renova el seu amor, està de festa i crida de goig 

com en dies d'aplec".



Lectura segona Fl 4,4-7

"Germans, viviu sempre contents en el Senyor;

 ho repeteixo, viviu contents. 

Que tothom us conegui com a gent de bon tracte. 

El Senyor és a prop."

Evangeli Lc 3,10-18

Què hem de fer també nosaltres?

Lectura de l'evangeli segons sant Lluc

En aquell temps, la gent preguntava a Joan: «Així, doncs, què hem de fer?». Ell els responia: «Qui tingui dos vestits, que en doni al qui no en té, i qui tingui menjar, que el comparteixi també amb els altres». Entre els qui anaven a fer-se batejar hi havia també uns cobradors d'impostos que li deien: «I nosaltres, mestre, què hem de fer?». Ell els contestà: «No exigiu més del que està establert». Igualment uns guardes li preguntaven: «Què hem de fer també nosaltres?». Ell els deia: «No forceu ningú amenaçant de maltractar-lo o de denunciar-lo; acontenteu-vos de la vostra soldada».

La gent, que vivia en l'expectació, sospitava si Joan no fóra potser el Messies. Ell respongué dient a tothom «Jo us batejo només amb aigua, però ve el qui és més poderós que jo, tan poderós que no sóc digne ni de deslligar-li el calçat. Ell us batejarà amb l'Esperit Sant i amb foc. Ja té la pala a les mans per ventar la seva era; el blat, l'entrarà al seu graner, però la palla, la cremarà en un foc que no s'apaga». Amb aquestes i moltes altres exhortacions, Joan anunciava al poble la bona nova.

PAPA FRANCISCO

ÁNGELUS - Plaza de San Pedro - Domingo, 12 de diciembre de 2021

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

El Evangelio de la Liturgia de hoy, tercer domingo de Adviento, nos presenta varios grupos de personas -la multitud, los publicanos y los soldados- que se conmueven con la predicación de Juan Bautista y le preguntan: "¿Qué debemos hacer? (Lc 3,10). ¿Qué debemos hacer? Esta es la pregunta que hacen. Detengámonos un momento en esta cuestión.

No parte de un sentido del deber. Más bien, es el corazón tocado por el Señor, es el entusiasmo por su venida lo que lleva a decir: ¿qué debemos hacer? Entonces Juan dice: "El Señor está cerca. ¿Qué debemos hacer?" Pongamos un ejemplo: creemos que un ser querido viene a visitarnos. Lo esperamos con alegría, incluso con impaciencia. Para recibirlo como es debido, limpiaremos la casa, prepararemos la mejor comida posible, quizás un regalo... En definitiva, nos pondremos manos a la obra. Así es con el Señor, la alegría de su venida nos hace decir: ¿qué debemos hacer? Pero Dios eleva esta cuestión a un nivel superior: ¿Qué hacer con mi vida? ¿A qué estoy llamado? ¿Qué es lo que me llena?

Al plantearnos esta pregunta, el Evangelio nos recuerda algo importante: la vida tiene una tarea para nosotros. La vida no es algo sin sentido, no se deja al azar. ¡No! Es un regalo que el Señor nos da, diciéndonos: ¡descubre quién eres, y trabaja para realizar el sueño que es tu vida! Cada uno de nosotros -no lo olvidemos- es una misión a cumplir. Así que no tengamos miedo de preguntar al Señor: ¿qué debo hacer? Repitamos con frecuencia esta pregunta a Él. También aparece en la Biblia: en los Hechos de los Apóstoles, algunas personas, al escuchar a Pedro anunciar la resurrección de Jesús, "sintieron que se les atravesaba el corazón y dijeron a Pedro y a los demás apóstoles: “¿Qué debemos hacer?” (2,37).

Preguntémonos también: ¿qué es bueno hacer para mí y para los hermanos? ¿Cómo puedo contribuir a ello? ¿Cómo puedo contribuir al bien de la Iglesia, al bien de la sociedad? Para eso es el tiempo de Adviento: para detenernos y preguntarnos cómo preparar la Navidad. Estamos ocupados con tantos preparativos, regalos y cosas que pasan, ¡pero preguntémonos qué hacer por Jesús y por los demás! ¿Qué debemos hacer?

A la pregunta "¿qué debemos hacer?", en el Evangelio le siguen las respuestas de Juan Bautista, que son diferentes para cada grupo. En efecto, Juan recomienda a los que tienen dos túnicas que las compartan con los que no tienen ninguna; a los publicanos, que cobran impuestos, les dice: “No exijan más de lo estipulado” (Lc 3,13); y a los soldados: "No maltraten ni extorsionen a nadie" (v. 14). A cada uno dirige una palabra específica, relativa a la situación real de su vida. Esto nos ofrece una valiosa enseñanza: la fe se encarna en la vida concreta. No es una teoría abstracta.La fe no es una teoría abstracta, una teoría generalizada, ¡no! -, la fe toca la carne y transforma la vida de cada uno. Pensemos en la concreción de nuestra fe. Yo, mi fe: ¿es una cosa abstracta o es concreta? ¿La llevo adelante en el servicio a los demás, en la ayuda?

Y entonces, en conclusión, preguntémonos: ¿qué puedo hacer concretamente? En estos días previos a la Navidad.

¿Cómo puedo hacer mi parte? Hagamos un compromiso concreto, aunque sea pequeño, que se ajuste a nuestra situación de vida, y llevémoslo adelante para prepararnos en esta Navidad. Por ejemplo: puedo llamar por teléfono a esa persona que está sola, visitar a aquel anciano o aquel enfermo, hacer algo para servir a los pobres, a los necesitados. Más aún: quizás tenga un perdón que pedir, un perdón que dar, una situación que aclarar, una deuda que saldar. Quizás he descuidado la oración y después de mucho tiempo es hora de acercarse al perdón del Señor. Hermanos y hermanas ¡busquemos una cosa concreta y hagámosla! Que la Virgen, en cuyo seno Dios se hizo carne, nos ayude.

ORACIÓ: «MESTRE, QUÈ FEM NOSALTRES?»
                                (Lc 3, 10-18)


Perquè tots vegin la salvació de Déu,
que el que tingui dues túniques o menjar sobrant,
que comparteixi amb el que no en té;
el que recapta no exigeixi més del que estableix;
els que tenen algun tipus d'autoritat,
no se n'aprofitin per enriquir-se.
I nosaltres... homes i dones d'aquesta època:
feu-nos comprendre el que ens cal, aquí i ara,
perquè aquest Nadal sigui
salvador, guaridor.
Sens dubte que hem de compartir.
Que el foc del
vostre Esperit

cremi l'egoisme que ens fa superbs i venjatius,
l'enveja que es fixa només en els defectes,
la mandra que ens arrossega a la comoditat insensible,
l'avarícia que ens impedeix de compartir.
Hi ha persones que esperen la meva visita?
malalts...? només...? oblidats del meu afecte?
M’hi faré present.
V
eniu, Senyor Jesús, i visiteu casa meva, la meva família:
cadascun de nosaltres;
enfort
iu-nos en el vostre amor,
don
eu-nos el vostre goig i la vostra esperança.
Que la
vostra vinguda ens il·lusioni de nou i ens renovi,
que ens aixequi la mirada més enllà de nosaltres mateixos;
que ens faci veure
allò de bo que hi ha en els altres;
que ens doni perspectiva de futur
sempre obert per l'amor i la misericòrdia del Pare.
Amén


Señor del Adviento,

enséñanos tus caminos.

Que sepamos vivir

las actitudes del hombre nuevo.

Que sepamos vivir

para los demás,

en la solidaridad y la práctica del bien.

Danos fuerzas para expresar

con obras nuestra conversión.

Que abramos nuestras manos

para ayudar al que necesita

y abramos nuestro corazón

para albergar al niño Dios

que nacerá en Navidad.

                Marcelo A. Murúa


LA MEVA JOIA SOU VÓS, SENYOR
V
eniu en silenci i les vostres passes, Senyor,
m’omplen de serenor, de seguretat i de pau.
Necessito, Senyor, una mica del
vostre món:
Del
vostre goig, pel meu cor trist
De la
vostra alegria, per la meva ànima esquiva
De la
vostra mà, als meus camins incerts
V
ENIU, SENYOR!
I fe
u-me recuperar l'alegria perduda
El gust per viure, despertant cada matí
L'esperança en tanta hora trista
Perquè Vós, Senyor, sou alegria
fes que els meus ulls brillin amb la
llum de la benaurança,
amb l'encant de la fe, amb la virtut de la caritat
LA MEVA
JOIA SOU VÓS, SENYOR
Perquè ven
iu i us asseieu al meu costat
Perquè compart
iu la meva condició humana
sabent
la fredor, que tantes vegades,
aclapara el meu cor i en el meu pensament.
Perquè, sent Déu,
us lliureu, de cor, per mi
Perquè,
essent al cel, planteu la vostra tenda
enmig de tanta incertesa i vent
que sacseja el nostre vell món
LA MEVA
JOIA SOU VÓS, SENYOR
Per això
us dono gràcies i beneeixo el vostre nom
Espero la
vostra arribada i preparo el meu interior
Anhelo la Nit Santa del Nadal
i afino les cordes de la meva ànima,
amb la veritat, l'espera, el silenci,
la humilitat o la vigilància.
Tot vetllant.
Només sé, Senyor meu, que la meva
joia
amb la
vostra vinguda i pel vostre Naixement
sou Vós, Senyor. Amén

              Haznos una comunidad alegre

● Señor Jesús,

haznos una comunidad abierta, confiada y pacífica,

    invadida por el gozo del Espíritu Santo.

● Una comunidad entusiasta,

  que sepa cantar a la vida, vibrar ante la belleza,

    estremecerse ante el misterio.

● Una comunidad,

  que llevemos la fiesta en el corazón

   aunque sintamos la presencia del dolor

   en nuestro camino,

     porque sabemos, Cristo Resucitado,

   que Tú has vencido el dolor y la muerte.

● Que no nos acobarden las tensiones,

  ni nos ahogen los conflictos

   que puedan surgir entre nosotros,

  porque contamos, en nuestra debilidad,

   con la fuerza creadora y renovadora de tu Espíritu.

● Regala, Señor, a esta familia tuya,

   una gran dosis de buen humor

   para que sepa desdramatizar

      las situaciones difíciles

   y sonreír abiertamente a la vida.

● Haznos expertos en deshacer nudos

       y en romper cadenas,

   en abrir surcos y en arrojar semillas,

   en curar heridas y en mantenir viva la esperanza.

● Y concédenos ser en nuestro mundo,

   a veces, abatido por la tristeza,

   testigos y profetas de la verdadera alegría.

 



 JA TENIM EL PESSEBRE PREPARAT, VISCA!

 



 


NOUS ESCOLANS a la PARRÒQUIA


PREGARIA a la SAGRADA FAMÍLIA 

amb monjos de la comunitat de Taizé



LLUM de BETLEM








dimarts, 7 de desembre del 2021

Advent' 2021 -2n diumenge - Germans tots. Veniu Senyor Jesús!

 

GERMANS TOTS.

   VENIU, SENYOR, JESÚS!




Los profetas


    mantenían encendida

    la esperanza de Israel

    y los pobres del mundo

    anhelan la liberación.

Nosotros,

    como símbolo de la nueva justicia,

    encendemos estas dos velas,

    ESPECIALMENTE LA MORADA,

    SIGNO DE NUESTRA NECESIDAD

        DE CONVERSIÓN.

Que cada uno de nosotros, Señor,


        sea tierra preparada,

        como Juan Bautista,

    para que sepamos abrir

        en nuestra vida

        y en nuestro mundo,

    nuevas rutas al Señor.

Caminos de justicia y de paz.

    ¡Ven pronto, Señor!

    ¡Ven, Salvador!

    ¡Ven Señor Jesús!

Lectura primera Ba 5,1-9

"Déu farà que es vegi pertot arreu la teva resplendor"



Lectura segona Fl 1,4-6.8-11

"que el vostre amor s'enriqueixi més i més, fins a vessar,

 ple de coneixement i de finor d'esperit,"

LECTURA DE L'EVANGELI SEGONS SANT LLUC   (Lc 3,1-6)

L'any quinzè del regnat de l'emperador Tiberi, mentre Ponç Pilat era procurador romà de la Judea, Herodes era tetrarca de Galilea, Felip, el seu germà ho era d'Iturea i de la regió de Traconítida, i Lisànies ho era d'Abilena, durant el pontificat d'Anàs i Caifàs, Joan, fill de Zacaries, rebé la paraula de Déu al desert, i anà per tota la comarca del Jordà predicant un baptisme de conversió per obtenir el perdó dels pecats.

Complia el que hi ha escrit al llibre del profeta Isaïes: «Una veu crida en el desert: Obriu una ruta al Senyor, aplaneu-li el camí. S'alçaran les fondalades i s'abaixaran les muntanyes i els turons, la serralada es tornarà una plana, i el terreny escabrós serà una vall, i tothom veurà la salvació de Déu».

 


 HOMILÍA PAPA FRANCISCO - 5 de diciembre de 2021

VIAJE APOSTÓLICO del PAPA FRANCISCO a Chipre y Grecia.

Megaron Concert Hall” de Atenas Domingo, 5 de diciembre de 2021

En este segundo domingo de adviento la Palabra de Dios nos presenta la figura de san Juan Bautista. El Evangelio subraya dos aspectos: el lugar donde se encuentra —el desierto— y el contenido de su mensaje —la conversión—. Desierto y conversión: en esto insiste el Evangelio de hoy; y tanta insistencia nos hace pensar que estas palabras nos afectan directamente. Contemplemos ambas.

El desierto. El evangelista Lucas introduce este lugar de un modo particular. Habla, en efecto, de circunstancias solemnes y de grandes personajes del tiempo: cita el año quince del emperador Tiberio, señala al gobernador Poncio Pilato, al rey Herodes y a otros “líderes políticos” de entonces. Después menciona a los religiosos, Anás y Caifás, que estaban en el Templo de Jerusalén (cf. Lc 3,1-2). A este respecto declara: «La palabra de Dios fue dirigida a Juan, el hijo de Zacarías, que estaba en el desierto» (Lc 3,2). Pero, ¿cómo? Hubiéramos esperado que la Palabra de Dios se dirigiera a uno de los grandes mencionados anteriormente. Y, en cambio, no. De las líneas del Evangelio emerge una sutil ironía: de los pisos superiores donde residen los que detentan el poder se pasa repentinamente al desierto, a un hombre desconocido y solitario. Dios sorprende, sus decisiones sorprenden; estas no entran en las previsiones humanas, no persiguen el poder y la grandeza con los que el hombre habitualmente lo asocia. El Señor prefiere la pequeñez y la humildad. La redención no comienza en Jerusalén, en Atenas o en Roma, sino en el desierto. Esta estrategia paradójica nos da un mensaje muy hermoso: tener autoridad, ser cultos y famosos no es una garantía para agradar a Dios; al contrario, podría conducir a ensoberbecerse y a rechazarlo. Es necesario en cambio ser pobres por dentro, como pobre es el desierto.

Quedémonos en la paradoja del desierto. El Precursor prepara la venida de Cristo en este lugar inaccesible e inhóspito, lleno de peligros. Ahora bien, si uno quiere dar un anuncio importante, normalmente va a lugares bonitos, donde hay mucha gente, donde hay visibilidad. Juan, en cambio, predicaba en el desierto. Precisamente allí, en el lugar de la aridez, en ese espacio vacío que se extiende hasta el horizonte y donde casi no hay vida, allí se revela la gloria del Señor, que —como profetizan las Escrituras (cf. Is 40,3-4)— cambia el desierto en lagunas, la tierra estéril en fuentes de agua (cf. Is 41,18). Este es otro mensaje reconfortante: Dios, hoy como entonces, dirige la mirada hacia donde dominan la tristeza y la soledad. Podemos experimentarlo en la vida, Él a menudo no logra llegar hasta nosotros mientras estamos en medio de los aplausos y sólo pensamos en nosotros mismos; llega hasta nosotros sobre todo en la hora de la prueba; nos visita en las situaciones difíciles, en nuestros vacíos que le dejan espacio, en nuestros desiertos existenciales. Allí nos visita el Señor.

Queridos hermanos y hermanas, en la vida de una persona o de un pueblo no faltan momentos en los que se tiene la impresión de hallarse en un desierto. Y es precisamente allí donde se hace presente el Señor, que a menudo no es acogido por quien se siente exitoso, sino por quien siente que ya no puede seguir. Y llega con palabras de cercanía, compasión y ternura: «No temas, porque yo estoy contigo. No te angusties, porque yo soy tu Dios. Yo te fortalezco y te auxilio» (v. 10). Predicando en el desierto, Juan nos asegura que el Señor viene a liberarnos y a devolvernos la vida justo en las situaciones que parecen irremediables, sin vía de escape: allí viene. No hay por tanto lugar que Dios no quiera visitar. Y hoy no podemos más que experimentar alegría al verlo en el desierto para alcanzarnos en nuestra pequeñez que ama y en nuestra sequedad que quiere saciar. Entonces, queridos amigos, no teman a la pequeñez, porque la cuestión no es ser pequeños o pocos, sino abrirse a Dios y a los demás. Y tampoco tengan miedo de la aridez, porque Dios no la teme, y es allí donde viene a visitarnos.

Pasemos ahora al segundo aspecto, la conversión. El Bautista la predicaba sin descanso y con vehemencia (cf. Lc 3,7). También este es un tema “incómodo”. Así como el desierto no es el primer lugar al que quisiéramos ir, la invitación a la conversión no es ciertamente la primera propuesta que quisiéramos oír. Hablar de conversión puede suscitar tristeza; nos parece difícil de conciliar con el Evangelio de la alegría. Pero esto sucede cuando la conversión se reduce a un esfuerzo moral, como si fuera sólo un fruto de nuestro esfuerzo. El problema está justamente ahí: en basar todo en nuestras propias fuerzas; eso no funciona. Ahí también anidan la tristeza espiritual y la frustración. Quisiéramos convertirnos, ser mejores, superar nuestros defectos, cambiar, pero sentimos que no somos plenamente capaces y, a pesar de nuestra buena voluntad, siempre volvemos a caer. Tenemos la misma experiencia de san Pablo que, precisamente desde estas tierras, escribía: «Está a mi alcance querer el bien, pero no el realizarlo, ya que no hago el bien que quiero y, en cambio, practico el mal que no quiero» (Rm 7,18-19). Por tanto, si solos no tenemos la capacidad de hacer el bien que queremos, ¿qué quiere decir que nos debemos convertir?

Nos puede ayudar su hermosa lengua, el griego, con la etimología del verbo evangélico “convertirse”, metanoéin. Está compuesto por la preposición metá, que aquí significa más allá, y del verbo noéin, que quiere decir pensar. Convertirse, entonces, es pensar más allá, es decir, ir más allá del modo habitual de pensar, más allá de los esquemas mentales a los que estamos acostumbrados. Pienso en los esquemas que reducen todo a nuestro yo, a nuestra pretensión de autosuficiencia. O en esos esquemas cerrados por la rigidez y el miedo que paralizan, por la tentación del “siempre se ha hecho así, ¿para qué cambiar?”, por la idea de que los desiertos de la vida son lugares de muerte y no de la presencia de Dios.

Juan, exhortándonos a la conversión, nos invita a ir más allá y a no detenernos aquí, a ir más allá de lo que nos dicen nuestros instintos y nos representan nuestros pensamientos, porque la realidad es más grande, más grande que nuestros instintos y que nuestros pensamientos. La realidad es que Dios es más grande. Convertirse, entonces, significa no prestar oído a aquello que corroe la esperanza, a quien repite que en la vida nunca cambiará nada —los pesimistas de siempre—­; es rechazar el creer que estamos destinados a hundirnos en las arenas movedizas de la mediocridad; es no rendirse a los fantasmas interiores, que se presentan sobre todo en los momentos de prueba para desalentarnos y decirnos que no podemos, que todo está mal y que ser santos no es para nosotros. No es así, porqué está Dios. Es necesario fiarse de Él, porque Él es nuestro más allá, nuestra fuerza. Todo cambia si se le deja el primer lugar a Él. Eso es la conversión: al Señor le basta que dejemos nuestra puerta abierta para entrar y hacer maravillas, como le bastaron un desierto y las palabras de Juan para venir al mundo. No pide más.

Pidamos la gracia de creer que con Dios las cosas cambian, que Él cura nuestros miedos, sana nuestras heridas, transforma los lugares áridos en manantiales de agua. Pidamos la gracia de la esperanza. Porque la esperanza reanima la fe y reaviva la caridad. Porque los desiertos del mundo hoy están sedientos de esperanza. Y mientras este encuentro nos renueva en la esperanza y en la alegría de Jesús, y yo gozo estando con ustedes, pidamos a nuestra Madre Santísima que nos ayude a ser, como ella, testigos de esperanza, sembradores de alegría a nuestro alrededor —la esperanza, hermanos y hermanas, no defrauda, nunca defrauda—, no sólo cuando estamos contentos y estamos juntos, sino cada día, en los desiertos donde vivimos. Porque es allí que, con la gracia de Dios, nuestra vida está llamada a convertirse. Allí, en los numerosos desiertos que tenemos dentro o que nos rodean, allí la vida está llamada a florecer. Que el Señor nos conceda la gracia y la valentía de acoger esta verdad.

PREGUEM AMB LEVANGELI
I tothom veurà la salvació de Déu”. (Lc 3, 1-6
)

Jesús, ens demaneu
que
us obrim una ruta i que us aplanem el camí.  

I, tanmateix, els nostres camins no són cap meravella:
són plens de fondalades d'odi i
rancúnia
sembrats de muntanyes de cobdícia i ambició.
Jesús,
Vós que sou el camí, veniu a nosaltres

i ajudeu-nos a obrir-vos pas.
Ajud
eu-nos a omplir les fondalades d'odi
amb paraules
sinceres de perdó
i amb actituds fecundes de pau.
Ajud
eu-nos a rebaixar les muntanyes
amb gestos generosos d'amor
i amb llaços fraterns de solidaritat.
Parl
eu-nos al cor
i fe
u-nos entendre amb quines eines
podrem aplanar el camí del
vostre Regne
enmig de nosaltres .
Amén.


Necesitamos conversión, Señor,

cambiar el corazón,

revisar la vida,

reconocer errores y egoísmos…

para vivir en tu presencia,

para escuchar tu voz.

Necesitamos conversión, Señor,

aprender a discernir,

descubrir tus exigencias,

asumir el Evangelio

con toda la vida.

Necesitamos conversión, Señor,

ayúdanos...

danos tu espíritu...

como María,

para hacer nacer a Dios

en nosotros,

para dar a luz a Jesús

a nuestro alrededor.

         Marcelo A. Murúa


Veniu, Senyor, no tardeu!
Pensem haver encertat el futur,
i estem immersos en massa fracassos.
Ens creiem portadors d'humanitat,
i tanmateix aniquilem, una vegada i una altra,
innocents i víctimes pel nostre viure egoista.

Veniu, Senyor, no retarseu la vostra arribada!
Perquè, entre altres coses, sentim que la tenebra
s'imposa amb més rapidesa que la mateixa llum,
que els enganys es disparen a més velocitat
que la veritat que demana i exigeix l’ésser humà

Veniu, Senyor, i redreceu els nostres camins!
Feu-nos buscar un desert on parlar-vos

Un desert on trobar-vos
Un desert on cercar-vos
Un desert on poder escoltar-vos

Veniu, Senyor, i aplaneu les nostres sendes!
Rebaixeu el nostre orgull, per conquerir-vos amb humilitat
Redreceu la nostra dispersió, per estimar-vos només a Vós
Poliu el nostre viure, perquè hi tingueu més cabuda

Veniu, Senyor, no aplaceu la teva vinguda!
Entre altres coses, perquè cada dia que passa,
sentim que el món està més ferit de mort
si Vós hi falteu per dins
si Vós no hi envieu el vostre alè, la vostra esperança
Veniu, Senyor, i accelereu la vostra arribada!



Tú, Padre, siempre estás enviando profetas:

Los que llaman al compromiso por la justicia:

nos ayudan a “igualar lo escabroso”

eliminando las desigualdades injustas,

buscando libertad para los oprimidos,

     pan para los necesitados,

       acogida y amor para todos.

Profetas que nos incitan a un mundo habitable

                   ahora y en el futuro.

Profetas que nos llaman a la austeridad solidaria,

  nos invitan a comer y beber con mesura,

  a vestir sin exceso de adornos,

  a un consumo responsable.

Profetas que nos llaman al “autodominio”:

   nos hacen conscientes de nuestros límites,

   nos ayudan a respetarlos y acogerlos con ternura,

   nos aportan serenidad, y paz de espíritu,

   nos llevan hacia la verdadera libertad:

    evitando el consumo compulsivo que genera injusticia.

Cristo Jesús: Ayúdanos a preparar tu venida.

Que descubramos nuestros caminos hacia Ti.

Que seamos capaces de suprimir los vacíos,

       superar el desaliento,

       evitar las ambiciones exageradas,

       corregir humildemente lo negativo,

       eliminar la desigualdad injusta.

Que tu voz resuene en el desierto de nuestro corazón.

          ¡Ven pronto, Señor!

          ¡Ven Señor Jesús! 

 

 

Estem molt a prop de veure la torre de la Mare de Déu il·luminada.
Plegats hem il·luminat la base i el fust de la torre per primer cop!
El dia 8 il·luminarem la torre de la Mare de Déu amb l’estel a les 19.40 h. Ho podràs seguir en directe des de tot el món aquí: estel.sagradafamilia.org
 
Estamos muy cerca de ver la torre de la Virgen María iluminada.
¡Juntos hemos iluminado la base y el fuste de la torre por primera vez!
El 8 de diciembre iluminaremos la torre de la Virgen María con la estrella a las 19:40. Lo podrás seguir en directo desde todo el mundo aquí: estel.sagradafamilia.org
 
We’re close to seeing the whole tower of the Virgin Mary illuminated.
Together, we’ve lit up the base and the shaft for the first time!
On 8 December, we’ll light up the tower of the Virgin Mary and its star at 7:40 pm. Follow it live here from anywhere in the world: estel.sagradafamilia.org