dilluns, 20 de desembre del 2021

Advent' 2021 - 4t diumenge - Germans tots. Veniu Senyor Jesús!

 

GERMANS TOTS.

   VENIU, SENYOR, JESÚS!

 


    CORONA DE ADVIENTO

Al encender la cuarta vela,

     la última vela

     de esta corona de Adviento,

pensamos en María, nuestra Madre.

Señor Jesús,

   nadie te esperó con más deseo,

   con más ternura, con más amor.

Nadie te recibió con más alegría.

Dentro de ella, creciste, Señor,

   como el trigo crece

   dentro de la tierra fecunda.

Y sus brazos, fueron para ti,

   la más bella cuna.

También nosotros

   nos queremos preparar así:

   en la fe, en el amor,

   y en el camino de cada dia.

¡Ven, Señor, no tardes más!

     ¡Ven, Señor Jesús!

 

 

Lectura primera Mi 5,1-4a

"De tu en sortirà el qui ha de regir Israel"



Lectura segona He 10,5-10

"Vinc a fer la vostra voluntat"



Evangeli Lc 1,39-45

Lectura de l'evangeli segons sant Lluc

Per aquells dies, Maria se n'anà decididament a la Muntanya, a la província de Judà; entrà a casa de Zacaries i saludà Elisabet. Tan bon punt Elisabet va sentir la salutació de Maria el nen saltà dins les seves entranyes, i Elisabet, plena de l'Esperit Sant, cridà amb totes les seves forces: «Ets beneïda entre totes les dones i és beneït el fruit de les teves entranyes. Qui sóc jo perquè la mare del meu Senyor vingui a visitar-me? Mira: tan bon punt he sentit la teva salutació, el nen ha saltat d'entusiasme dins les meves entranyes. Feliç tu que has cregut! Allò que el Senyor t'ha fet saber, es complirà».


PAPA FRANCISCO

ÁNGELUS - Plaza de San Pedro - Domingo, 19 de diciembre de 2021

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

El Evangelio de la Liturgia de hoy, cuarto Domingo de Adviento, narra la visita de María a Isabel (cf. Lc 1,39-45). Recibido el anuncio del ángel, la Virgen no se queda en casa, pensando en lo sucedido y considerando los problemas y los imprevistos, que ciertamente no faltaban: porque, pobrecilla, no sabía qué hacer con esta noticia, con la cultura de aquella época… No entendía… Al contrario, lo primero que hace es pensar en quien la necesita; en vez de encerrarse en sus problemas, piensa en quien la necesita, piensa en Isabel su pariente, que es mayor y está embarazada: algo raro, milagroso. María emprende el viaje con generosidad, sin dejarse intimidar por los inconvenientes del viaje, respondiendo a un impulso interior que la llama a hacerse cercana y a ayudar. Un largo camino, kilómetros y kilómetros, y no había un autobús que fuera allí: tuvo que ir a pie. Sale para ayudar, compartiendo su alegría. María dona a Isabel la alegría de Jesús, la alegría que llevaba en el corazón y en el vientre. Va donde ella y proclama sus sentimientos, y esta proclamación de los sentimientos después se ha convertido en una oración, el Magníficat, que todos nosotros conocemos.  Y el texto dice que «se levantó María y se fue con prontitud» (v. 39).

Se levantó y se fue. En el último tramo del camino del Adviento dejémonos guiar por estos dos verbos. Levantarse y caminar con prontitud: son los dos movimientos que María hizo y que nos invita también a nosotros a hacer en vista de la Navidad. En primer lugar, alzarse. Después del anuncio del ángel, para la Virgen se perfilaba un periodo difícil: su embarazo inesperado la exponía a incomprensiones y también a penas severas, incluso a la lapidación, en la cultura de aquella época. ¡Imaginemos cuántos pensamientos y turbaciones tenía! Sin embargo, no se desanima, no se desespera, sino que se levanta. No mira hacia abajo, hacia los problemas, sino a lo alto, hacia Dios. Y no piensa a quién pedir ayuda, sino a quién ayudar. Siempre piensa en los demás: así es María, pensando siempre en las necesidades de los demás. Lo mismo hará después, en las bodas de Caná, cuando se da cuenta que falta el vino. Es un problema de los otros, pero ella piensa en esto y trata de encontrar una solución. María siempre piensa en los otros. Piensa también en nosotros.

Aprendamos de la Virgen esta forma de reaccionar: levantarnos, sobre todo cuando las dificultades amenazan con aplastarnos. Levantarnos, para no empantanarnos en los problemas, hundiéndonos en la autocompasión o cayendo en una tristeza que nos paraliza. Pero ¿por qué levantarnos? Porque Dios es grande y está preparado para levantarnos si nosotros le tendemos la mano. Entonces arrojemos en Él los pensamientos negativos, los miedos que bloquean todo impulso y que impiden ir adelante. Y después hagamos como María: ¡miremos a nuestro alrededor y busquemos alguna persona a la que podamos ser de ayuda! ¿Hay algún anciano que conozco al que puedo ayudar un poco, ser de compañía? Que cada uno lo piense. ¿O hacer un servicio a una persona, un favor, una llamada? ¿Pero a quién puedo ayudar? Me levanto y ayudo. Ayudando a los otros, nos ayudaremos a nosotros mismos a levantarnos de las dificultades.

El segundo movimiento es caminar con prontitud. No quiere decir proceder con agitación, de forma sofocada, no, no quiere decir esto. Se trata más bien de conducir nuestras jornadas con paso alegre, mirando adelante con confianza, sin arrastrarnos con desgana, esclavos de las lamentaciones —estas quejas arruinan muchas vidas, porque uno se pone a lamentarse y lamentarse y la vida va abajo. Las quejas te llevan a buscar siempre alguien a quien culpar. Yendo hacia la casa de Isabel, María procede con el paso rápido de quien tiene el corazón y la vida llenos de Dios, llenos de su alegría. Entonces preguntémonos, para nuestro beneficio: ¿cómo es mi “paso”? ¿Soy propositivo o me quedo en la melancolía, en la tristeza? ¿Voy adelante con esperanza o me detengo para compadecerme? Si procedemos con el paso cansado de los gruñones o de los chismorreos, no llevaremos a Dios a nadie, solamente llevaremos amargura, cosas oscuras. Hace mucho bien, sin embargo, cultivar un sano sentido del humor, como hacían, por ejemplo, santo Tomás Moro o san Felipe Neri. Podemos pedir también esta gracia, la gracia del sano humorismo: hace mucho bien. No nos olvidemos de que el primer acto de caridad que podemos hacer al prójimo es ofrecerle un rostro sereno y sonriente. Es llevarles la alegría de Jesús, como hizo María con Isabel.

¡La Madre de Dios nos tome de la mano, nos ayude a levantarnos y caminar con prontitud hacia la Navidad!


             MARIA S’HA POSAT EN CAMÍ...

               i ENS OBRE CAMINS 

               PER ARRIBAR A BETLEM:

 

● El camí de la fe: L’Anunciació:

    Maria acull, escolta, creu,... i es dóna.

    És el camí del sortir de la pròpia seguretat,

       el camí de fer el salt al buit, el salt de la fe,

      el salt als braços del Pare,

      és el camí de deixar-se guiar per la mà invisible

      invisible i tanmateix present, del Creador...

      és posar-se a caminar confiant en Ell. el camí de la fe.

● El camí de la caritat: la Visitació:

   Maria corre, supera les dificultats, es fa servei, felicita, lloa,...

   És el camí del sortir de la pròpia comoditat.

   És el negar-se a si mateix per ser pels altres,

      posar el jo al seu lloc, per ser de veritat fraterns,

      ser per als altres, com Jesús,

      especialment si ens necessiten.

      ser pels necessitats. El camí de la caritat.

● El camí de la paciència: La trobada amb Josep.

   Maria calla, confia, prega, espera.

   Es tracta de respectar el misteri de cadascú,

      el propi misteri, i el de l’altre.

   Es respectar el ritme de l’altre confiant en la veritat.

   Confiar en la bondat de l’altre.

   Confiar que tot sortirà bé, perquè Déu no abandona...

     ..és eterna la seva misericòrdia

     i la veritat és llum que no s’apaga. Camí de la paciència.

● El camí de l’esperança: en la gestació de Jesús.

    Camí d’esperança, de bona esperança, de la millor esperança.

    És el camí del vetllar, de l’estar atent...

    Superar les pors, els cansaments, els dubtes...

       però també camí d'il·lusions,

       de nous horitzons, Camí d’esperança.

Camins de fe, de caritat, de paciència, d’esperança....

Estem disposats a dir SI com Maria

       i a fer nostres aquests camins?

Deixarem que l’Esperit ens habiti i empenyi un xic més?

Tenim el cor a punt pel Nadal’

   o bé hem deixat que la vida, la monotonia, el nihilisme,...

   ens gastin la il·lusió, l’esperança i el demà?

Santa María, Madre de la Misericordia,

    eres feliz porque creíste que para Dios nada es imposible:

    que nuestra fe se parezca cada vez más, a la tuya.

Tu María, Madre de la Misericordia,

    dijiste un SÍ que llenó toda tu vida,

    confiaste en la Palabra del Señor,

    y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros:

    enseñanos a aceptar lo que Él nos pida.

Tu María, Madre de la Misericordia, viviste unida a Jesús,


     pobre y humilde, sufriste con Él:

    ayúdanos en las dificultades.

Tu María, Madre de la Misericordia,

    amaste a Jesús como nadie le amó:

    que vuestro amor llene nuestras vidas,

    y nos enseñe el camino de la compasión y de la misericordia.

Tu María, Madre de la Misericordia, 

                seguiste a Jesús hasta la Cruz,

    y allí El te señaló como nuestra Madre: 

           concédenos que, cada día,

    vivamos más unidos a Jesús, misericordiosos

     como nuestro Padre, el Buen Dios, es misericordioso.

Madre del Adviento, Virgen de la Esperanza,

Madre de la Misericordia, ruega por nosotros. Amén.

 


 


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