dimarts, 7 de desembre del 2021

Advent' 2021 -2n diumenge - Germans tots. Veniu Senyor Jesús!

 

GERMANS TOTS.

   VENIU, SENYOR, JESÚS!




Los profetas


    mantenían encendida

    la esperanza de Israel

    y los pobres del mundo

    anhelan la liberación.

Nosotros,

    como símbolo de la nueva justicia,

    encendemos estas dos velas,

    ESPECIALMENTE LA MORADA,

    SIGNO DE NUESTRA NECESIDAD

        DE CONVERSIÓN.

Que cada uno de nosotros, Señor,


        sea tierra preparada,

        como Juan Bautista,

    para que sepamos abrir

        en nuestra vida

        y en nuestro mundo,

    nuevas rutas al Señor.

Caminos de justicia y de paz.

    ¡Ven pronto, Señor!

    ¡Ven, Salvador!

    ¡Ven Señor Jesús!

Lectura primera Ba 5,1-9

"Déu farà que es vegi pertot arreu la teva resplendor"



Lectura segona Fl 1,4-6.8-11

"que el vostre amor s'enriqueixi més i més, fins a vessar,

 ple de coneixement i de finor d'esperit,"

LECTURA DE L'EVANGELI SEGONS SANT LLUC   (Lc 3,1-6)

L'any quinzè del regnat de l'emperador Tiberi, mentre Ponç Pilat era procurador romà de la Judea, Herodes era tetrarca de Galilea, Felip, el seu germà ho era d'Iturea i de la regió de Traconítida, i Lisànies ho era d'Abilena, durant el pontificat d'Anàs i Caifàs, Joan, fill de Zacaries, rebé la paraula de Déu al desert, i anà per tota la comarca del Jordà predicant un baptisme de conversió per obtenir el perdó dels pecats.

Complia el que hi ha escrit al llibre del profeta Isaïes: «Una veu crida en el desert: Obriu una ruta al Senyor, aplaneu-li el camí. S'alçaran les fondalades i s'abaixaran les muntanyes i els turons, la serralada es tornarà una plana, i el terreny escabrós serà una vall, i tothom veurà la salvació de Déu».

 


 HOMILÍA PAPA FRANCISCO - 5 de diciembre de 2021

VIAJE APOSTÓLICO del PAPA FRANCISCO a Chipre y Grecia.

Megaron Concert Hall” de Atenas Domingo, 5 de diciembre de 2021

En este segundo domingo de adviento la Palabra de Dios nos presenta la figura de san Juan Bautista. El Evangelio subraya dos aspectos: el lugar donde se encuentra —el desierto— y el contenido de su mensaje —la conversión—. Desierto y conversión: en esto insiste el Evangelio de hoy; y tanta insistencia nos hace pensar que estas palabras nos afectan directamente. Contemplemos ambas.

El desierto. El evangelista Lucas introduce este lugar de un modo particular. Habla, en efecto, de circunstancias solemnes y de grandes personajes del tiempo: cita el año quince del emperador Tiberio, señala al gobernador Poncio Pilato, al rey Herodes y a otros “líderes políticos” de entonces. Después menciona a los religiosos, Anás y Caifás, que estaban en el Templo de Jerusalén (cf. Lc 3,1-2). A este respecto declara: «La palabra de Dios fue dirigida a Juan, el hijo de Zacarías, que estaba en el desierto» (Lc 3,2). Pero, ¿cómo? Hubiéramos esperado que la Palabra de Dios se dirigiera a uno de los grandes mencionados anteriormente. Y, en cambio, no. De las líneas del Evangelio emerge una sutil ironía: de los pisos superiores donde residen los que detentan el poder se pasa repentinamente al desierto, a un hombre desconocido y solitario. Dios sorprende, sus decisiones sorprenden; estas no entran en las previsiones humanas, no persiguen el poder y la grandeza con los que el hombre habitualmente lo asocia. El Señor prefiere la pequeñez y la humildad. La redención no comienza en Jerusalén, en Atenas o en Roma, sino en el desierto. Esta estrategia paradójica nos da un mensaje muy hermoso: tener autoridad, ser cultos y famosos no es una garantía para agradar a Dios; al contrario, podría conducir a ensoberbecerse y a rechazarlo. Es necesario en cambio ser pobres por dentro, como pobre es el desierto.

Quedémonos en la paradoja del desierto. El Precursor prepara la venida de Cristo en este lugar inaccesible e inhóspito, lleno de peligros. Ahora bien, si uno quiere dar un anuncio importante, normalmente va a lugares bonitos, donde hay mucha gente, donde hay visibilidad. Juan, en cambio, predicaba en el desierto. Precisamente allí, en el lugar de la aridez, en ese espacio vacío que se extiende hasta el horizonte y donde casi no hay vida, allí se revela la gloria del Señor, que —como profetizan las Escrituras (cf. Is 40,3-4)— cambia el desierto en lagunas, la tierra estéril en fuentes de agua (cf. Is 41,18). Este es otro mensaje reconfortante: Dios, hoy como entonces, dirige la mirada hacia donde dominan la tristeza y la soledad. Podemos experimentarlo en la vida, Él a menudo no logra llegar hasta nosotros mientras estamos en medio de los aplausos y sólo pensamos en nosotros mismos; llega hasta nosotros sobre todo en la hora de la prueba; nos visita en las situaciones difíciles, en nuestros vacíos que le dejan espacio, en nuestros desiertos existenciales. Allí nos visita el Señor.

Queridos hermanos y hermanas, en la vida de una persona o de un pueblo no faltan momentos en los que se tiene la impresión de hallarse en un desierto. Y es precisamente allí donde se hace presente el Señor, que a menudo no es acogido por quien se siente exitoso, sino por quien siente que ya no puede seguir. Y llega con palabras de cercanía, compasión y ternura: «No temas, porque yo estoy contigo. No te angusties, porque yo soy tu Dios. Yo te fortalezco y te auxilio» (v. 10). Predicando en el desierto, Juan nos asegura que el Señor viene a liberarnos y a devolvernos la vida justo en las situaciones que parecen irremediables, sin vía de escape: allí viene. No hay por tanto lugar que Dios no quiera visitar. Y hoy no podemos más que experimentar alegría al verlo en el desierto para alcanzarnos en nuestra pequeñez que ama y en nuestra sequedad que quiere saciar. Entonces, queridos amigos, no teman a la pequeñez, porque la cuestión no es ser pequeños o pocos, sino abrirse a Dios y a los demás. Y tampoco tengan miedo de la aridez, porque Dios no la teme, y es allí donde viene a visitarnos.

Pasemos ahora al segundo aspecto, la conversión. El Bautista la predicaba sin descanso y con vehemencia (cf. Lc 3,7). También este es un tema “incómodo”. Así como el desierto no es el primer lugar al que quisiéramos ir, la invitación a la conversión no es ciertamente la primera propuesta que quisiéramos oír. Hablar de conversión puede suscitar tristeza; nos parece difícil de conciliar con el Evangelio de la alegría. Pero esto sucede cuando la conversión se reduce a un esfuerzo moral, como si fuera sólo un fruto de nuestro esfuerzo. El problema está justamente ahí: en basar todo en nuestras propias fuerzas; eso no funciona. Ahí también anidan la tristeza espiritual y la frustración. Quisiéramos convertirnos, ser mejores, superar nuestros defectos, cambiar, pero sentimos que no somos plenamente capaces y, a pesar de nuestra buena voluntad, siempre volvemos a caer. Tenemos la misma experiencia de san Pablo que, precisamente desde estas tierras, escribía: «Está a mi alcance querer el bien, pero no el realizarlo, ya que no hago el bien que quiero y, en cambio, practico el mal que no quiero» (Rm 7,18-19). Por tanto, si solos no tenemos la capacidad de hacer el bien que queremos, ¿qué quiere decir que nos debemos convertir?

Nos puede ayudar su hermosa lengua, el griego, con la etimología del verbo evangélico “convertirse”, metanoéin. Está compuesto por la preposición metá, que aquí significa más allá, y del verbo noéin, que quiere decir pensar. Convertirse, entonces, es pensar más allá, es decir, ir más allá del modo habitual de pensar, más allá de los esquemas mentales a los que estamos acostumbrados. Pienso en los esquemas que reducen todo a nuestro yo, a nuestra pretensión de autosuficiencia. O en esos esquemas cerrados por la rigidez y el miedo que paralizan, por la tentación del “siempre se ha hecho así, ¿para qué cambiar?”, por la idea de que los desiertos de la vida son lugares de muerte y no de la presencia de Dios.

Juan, exhortándonos a la conversión, nos invita a ir más allá y a no detenernos aquí, a ir más allá de lo que nos dicen nuestros instintos y nos representan nuestros pensamientos, porque la realidad es más grande, más grande que nuestros instintos y que nuestros pensamientos. La realidad es que Dios es más grande. Convertirse, entonces, significa no prestar oído a aquello que corroe la esperanza, a quien repite que en la vida nunca cambiará nada —los pesimistas de siempre—­; es rechazar el creer que estamos destinados a hundirnos en las arenas movedizas de la mediocridad; es no rendirse a los fantasmas interiores, que se presentan sobre todo en los momentos de prueba para desalentarnos y decirnos que no podemos, que todo está mal y que ser santos no es para nosotros. No es así, porqué está Dios. Es necesario fiarse de Él, porque Él es nuestro más allá, nuestra fuerza. Todo cambia si se le deja el primer lugar a Él. Eso es la conversión: al Señor le basta que dejemos nuestra puerta abierta para entrar y hacer maravillas, como le bastaron un desierto y las palabras de Juan para venir al mundo. No pide más.

Pidamos la gracia de creer que con Dios las cosas cambian, que Él cura nuestros miedos, sana nuestras heridas, transforma los lugares áridos en manantiales de agua. Pidamos la gracia de la esperanza. Porque la esperanza reanima la fe y reaviva la caridad. Porque los desiertos del mundo hoy están sedientos de esperanza. Y mientras este encuentro nos renueva en la esperanza y en la alegría de Jesús, y yo gozo estando con ustedes, pidamos a nuestra Madre Santísima que nos ayude a ser, como ella, testigos de esperanza, sembradores de alegría a nuestro alrededor —la esperanza, hermanos y hermanas, no defrauda, nunca defrauda—, no sólo cuando estamos contentos y estamos juntos, sino cada día, en los desiertos donde vivimos. Porque es allí que, con la gracia de Dios, nuestra vida está llamada a convertirse. Allí, en los numerosos desiertos que tenemos dentro o que nos rodean, allí la vida está llamada a florecer. Que el Señor nos conceda la gracia y la valentía de acoger esta verdad.

PREGUEM AMB LEVANGELI
I tothom veurà la salvació de Déu”. (Lc 3, 1-6
)

Jesús, ens demaneu
que
us obrim una ruta i que us aplanem el camí.  

I, tanmateix, els nostres camins no són cap meravella:
són plens de fondalades d'odi i
rancúnia
sembrats de muntanyes de cobdícia i ambició.
Jesús,
Vós que sou el camí, veniu a nosaltres

i ajudeu-nos a obrir-vos pas.
Ajud
eu-nos a omplir les fondalades d'odi
amb paraules
sinceres de perdó
i amb actituds fecundes de pau.
Ajud
eu-nos a rebaixar les muntanyes
amb gestos generosos d'amor
i amb llaços fraterns de solidaritat.
Parl
eu-nos al cor
i fe
u-nos entendre amb quines eines
podrem aplanar el camí del
vostre Regne
enmig de nosaltres .
Amén.


Necesitamos conversión, Señor,

cambiar el corazón,

revisar la vida,

reconocer errores y egoísmos…

para vivir en tu presencia,

para escuchar tu voz.

Necesitamos conversión, Señor,

aprender a discernir,

descubrir tus exigencias,

asumir el Evangelio

con toda la vida.

Necesitamos conversión, Señor,

ayúdanos...

danos tu espíritu...

como María,

para hacer nacer a Dios

en nosotros,

para dar a luz a Jesús

a nuestro alrededor.

         Marcelo A. Murúa


Veniu, Senyor, no tardeu!
Pensem haver encertat el futur,
i estem immersos en massa fracassos.
Ens creiem portadors d'humanitat,
i tanmateix aniquilem, una vegada i una altra,
innocents i víctimes pel nostre viure egoista.

Veniu, Senyor, no retarseu la vostra arribada!
Perquè, entre altres coses, sentim que la tenebra
s'imposa amb més rapidesa que la mateixa llum,
que els enganys es disparen a més velocitat
que la veritat que demana i exigeix l’ésser humà

Veniu, Senyor, i redreceu els nostres camins!
Feu-nos buscar un desert on parlar-vos

Un desert on trobar-vos
Un desert on cercar-vos
Un desert on poder escoltar-vos

Veniu, Senyor, i aplaneu les nostres sendes!
Rebaixeu el nostre orgull, per conquerir-vos amb humilitat
Redreceu la nostra dispersió, per estimar-vos només a Vós
Poliu el nostre viure, perquè hi tingueu més cabuda

Veniu, Senyor, no aplaceu la teva vinguda!
Entre altres coses, perquè cada dia que passa,
sentim que el món està més ferit de mort
si Vós hi falteu per dins
si Vós no hi envieu el vostre alè, la vostra esperança
Veniu, Senyor, i accelereu la vostra arribada!



Tú, Padre, siempre estás enviando profetas:

Los que llaman al compromiso por la justicia:

nos ayudan a “igualar lo escabroso”

eliminando las desigualdades injustas,

buscando libertad para los oprimidos,

     pan para los necesitados,

       acogida y amor para todos.

Profetas que nos incitan a un mundo habitable

                   ahora y en el futuro.

Profetas que nos llaman a la austeridad solidaria,

  nos invitan a comer y beber con mesura,

  a vestir sin exceso de adornos,

  a un consumo responsable.

Profetas que nos llaman al “autodominio”:

   nos hacen conscientes de nuestros límites,

   nos ayudan a respetarlos y acogerlos con ternura,

   nos aportan serenidad, y paz de espíritu,

   nos llevan hacia la verdadera libertad:

    evitando el consumo compulsivo que genera injusticia.

Cristo Jesús: Ayúdanos a preparar tu venida.

Que descubramos nuestros caminos hacia Ti.

Que seamos capaces de suprimir los vacíos,

       superar el desaliento,

       evitar las ambiciones exageradas,

       corregir humildemente lo negativo,

       eliminar la desigualdad injusta.

Que tu voz resuene en el desierto de nuestro corazón.

          ¡Ven pronto, Señor!

          ¡Ven Señor Jesús! 

 

 

Estem molt a prop de veure la torre de la Mare de Déu il·luminada.
Plegats hem il·luminat la base i el fust de la torre per primer cop!
El dia 8 il·luminarem la torre de la Mare de Déu amb l’estel a les 19.40 h. Ho podràs seguir en directe des de tot el món aquí: estel.sagradafamilia.org
 
Estamos muy cerca de ver la torre de la Virgen María iluminada.
¡Juntos hemos iluminado la base y el fuste de la torre por primera vez!
El 8 de diciembre iluminaremos la torre de la Virgen María con la estrella a las 19:40. Lo podrás seguir en directo desde todo el mundo aquí: estel.sagradafamilia.org
 
We’re close to seeing the whole tower of the Virgin Mary illuminated.
Together, we’ve lit up the base and the shaft for the first time!
On 8 December, we’ll light up the tower of the Virgin Mary and its star at 7:40 pm. Follow it live here from anywhere in the world: estel.sagradafamilia.org



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