dimarts, 24 de febrer del 2015

1r Diumenge de Quaresma / 1r Domingo de Cuaresma

QUARESMA' 2015
"On él et teu germà?" (Gn 4,9)








Lectura primera Gn 9,8-15
posaré el meu arc en els núvols com a signe de la meva aliança
 
 

 
Lectura segona 1Pe 3,18-22
L'aigua prefigurava el baptisme que ara us salva


SEÑOR, ENSÉÑAME TUS CAMINOS
(Sal 24)
Enséñame, Señor, tus caminos,
enséñame, Señor,
el camino que llega a ti.
Enséñame el camino de tu verdad,
la luz maravillosa de tus ojos,
la belleza de tu rostro,
la hondura de tu palabra,
la fuerza de tu personalidad.
Enséñame el camino de tu corazón,
cómo llegar a tu secreto,
la bondad de tus entrañas,
el ardor de tus opciones,
la capacidad de tus entregas,
el fuego inextinguible de tu amor.
Enséñame el camino de la Pascua,
los pasos austeros del desierto,
los pasos esforzados del Tabor,
los pasos gozosos de las Bienaventuranzas,
los pasos dramáticos del Calvario,
los pasos seguros
de la bondad y del amor.
Enséñame tu amor,
su longitud y su anchura,
su profundidad y su altura,
la intensidad de su ritmo,
su saber y “no-saber”.
¿El camino del amor?
No hay camino del amor,
el amor es el camino,
el único camino salvador.
No hay camino para llegar a ti, Cristo.
Tú eres el camino, Tú eres el amor.




 
Evangeli Mc 1,12-15
Lectura de l'evangeli segons sant Marc
En aquell temps, l'Esperit empenyé Jesús cap al desert, on passà quaranta dies temptat per Satanàs. Vivia entre els animals feréstecs i l'alimentaven els àngels.
Després d'haver estat empresonat Joan, Jesús es presentà a Galilea predicant la bona nova de Déu; deia: «Ha arribat l'hora i el Regne de Déu és a prop. Convertiu-vos i creieu en la Bona Nova». 




CONTIGO EN EL DESIERTO, SEÑOR
Escucharé al silencio que habla
y la Palabra que resuena.
Me sentiré preparado para la misión
para así, ofrecerme hasta desgastarme
contigo y por Ti, mi Señor.
¿Por qué vas a un desierto, Jesús?
¿Qué te brindan la arena y las montañas
sin alimento ni nada con lo que sustentarte?
El desierto habla, cuando el mundo calla
Hace al cuerpo y a la fe, fuertes y resistentes
ante tantas cosas que los debilitan
Llévame contigo al desierto, Señor
porque sin necesidad de estar
en la aridez de esa tierra desértica
también aquí y ahora soy tentado:
por el afán de tener
por el deseo del poder
por la ambición de ser adorado
Contigo en el desierto, Señor
seré fiel hasta el final
me prepararé a la dureza de la cruz
saldré victorioso frente al mal.
Romperé con aquella tentación
que me persigue como si fuera
mi misma sombra.
Dame, Señor, valor para triunfar sobre ellas
Concédeme, la valentía necesaria
para demostrarte mi fidelidad y mí entrega.
Quiero estar contigo en el desierto:
contigo, Señor, fortaleza
contigo, Señor, salvación
contigo, Señor, poderoso
contigo, Señor, santo
contigo, Señor, único Dios.
Quiero subir contigo, Señor a celebrar tu Pascua, Señor
Amén.




LOS DESIERTOS DE LA VIDA Por Gabriel González del Estal (2015)

1. El Espíritu empujó a Jesús al desierto. El desierto, en la vida de cualquier persona, es un camino necesario para llegar a la meta deseada. Hablar de desierto en el camino de la vida cristiana es hablar de momentos difíciles por los que tendremos que pasar si pretendemos llegar bien preparados a la Pascua de Resurrección. Pueden ser dificultades físicas, en forma de enfermedad, o dificultades psicológicas y espirituales, en forma de crisis interiores y tentaciones, o problemas sociales, en forma de dificultades económicas, relaciones laborales o familiares. Todos los santos y todas las grandes personas tuvieron que pasar por desiertos interiores o exteriores, antes de llegar a ser lo que fueron. También Cristo, como leemos hoy en este relato evangélico, según san Marcos, tuvo que pasar por el desierto, antes de comenzar su vida pública. Y no lo hizo empujado por sus deseos más naturales, sino empujado por el Espíritu. El desierto fue para Jesús un lugar de privaciones materiales y de tentaciones espirituales. Hablando humanamente podemos decir que el desierto probó y fortaleció a Jesús, dejándolo preparado para recorrer con éxito el largo camino que le quedaba antes de llegar al Calvario y al momento glorioso de la Resurrección. También todos nosotros deberemos aceptar los momentos de desierto interior y exterior, si queremos llegar triunfantes a la resurrección gloriosa. En la Liturgia de las Horas hay un himno que nos habla del desierto de nuestro corazón. Lo escribo aquí, a continuación, para que podamos rezarlo y meditarlo durante esta cuaresma. <Hoy que sé que mi vida es un desierto, en el que nunca nacerá una flor, vengo a pedirte, Cristo jardinero, por el desierto de mi corazón. Para que nunca la amargura sea en mi vida más fuerte que el amor, pon, Señor, una fuente de alegría en el desierto de mi corazón. Para que nunca ahoguen los fracasos mis ansias de seguir siempre tu voz, pon, Señor, una fuente de esperanza en el desierto de mi corazón. Para que nunca busque recompensa al dar mi mano o al pedir perdón, pon, Señor, una fuente de amor puro en el desierto de mi corazón. Para que no me busque a mí cuando te busco y no sea egoísta mi oración, pon tu cuerpo, Señor, y tu palabra en el desierto de mi corazón>. Y como, a pesar de todos nuestros esfuerzos, el desierto, con su dosis de dolor correspondiente, puede llegar algún día a nuestro corazón, pidamos a Dios, ya desde ahora, con palabras también de un himno de Laudes: "Que cuando llegue el dolor, que yo sé que llegará, no se me enturbie el amor, ni se me nuble la paz".

2. Dijo Dios a Noé y a sus hijos: yo hago un pacto con vosotros y con vuestros descendientes. Dios promete a Noé un pacto, una Alianza: no volverá a haber otro diluvio que devaste la tierra. Sorprendentemente, este pacto no está condicionado a la respuesta del hombre, sino que se basa única y exclusivamente en el amor y la misericordia de Dios. Es decir, que en todos los casos la misericordia de Dios es más grande que el pecado del hombre. Esto debe de llenarnos de agradecimiento a Dios y debe animarnos a serle fieles, movidos más por su amor, que por el miedo a sus castigos. Lo mismo que la misericordia de Dios para con nosotros se basa únicamente en su amor incondicional a nosotros, así nosotros debemos responder con fidelidad al amor de Dios, movidos únicamente por su amor. Las prohibiciones morales que se basan únicamente en el miedo al castigo, aunque sea pedagógicamente útiles –acuérdate de los novísimos y no pecarás- , no son, teológicamente, las más fieles al mandato bíblico. Como sabemos, en el mandamiento de Jesús es el amor y nunca el miedo el que debe dirigir todas nuestras acciones. Así lo han reconocido después todos los grandes santos y teólogos de la Iglesia. Sólo en este sentido puede entenderse correctamente la conocidísima frase de San Agustín: ama y haz lo que quieras.

3. Tus sendas son, Señor, misericordia y lealtad. El salmo responsorial de hoy resume muy bien lo que acabamos de decir: recuerda, Señor, que tu ternura y tu misericordia son eternas. Acuérdate de mí con misericordia, por tu bondad, Señor. Con estas palabras terminamos hoy nuestra reflexión dominical.


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1 comentari:

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