dijous, 31 de març del 2016

Pasqua 2016







REALMENT CRIST HA RESSUSCITAT.
     AL·LELUIA. BONA PASQUA!!!!




Christus surrexit.
Surrexit Dominus vere. Alleluiah !!
复 活节快乐
المسيح قم حقا قا م
Cristo e' risorto E' veramente risorto,
Χριστο'ς Ανεστη Αληθως Ανεστι.
Happy Easter!!
¡Feliz Pascua de Resurrección!




  
  «Per què busqueu entre els morts aquell que viu? 
       No hi és, aquí: ha ressuscitat. 
   Recordeu com us parlava quan era a Galilea, 
         i us deia que el Fill de l'home
     havia de ser entregat a uns homes pecadors, 
      que havia de ser crucificat
     i que, al tercer dia, havia de ressuscitar»
                                     (Lc 24, 5-7)




Mensaje Pascual del Papa Francisco - 
Domingo de Resurrección - 27/03/2016
 

Queridos hermanos y hermanas, ¡Feliz Pascua!
Jesucristo, encarnación de la misericordia de Dios, ha muerto en cruz por amor, y por amor ha resucitado. Por eso hoy proclamamos: ¡Jesús es el Señor!

Su resurrección cumple plenamente la profecía del Salmo: «La misericordia de Dios es eterna», su amor es para siempre, nunca muere. Podemos confiar totalmente en él, y le damos gracias porque ha descendido por nosotros hasta el fondo del abismo.

Ante las simas espirituales y morales de la humanidad, ante al vacío que se crea en el corazón y que provoca odio y muerte, solamente una infinita misericordia puede darnos la salvación. Sólo Dios puede llenar con su amor este vacío, estas fosas, y hacer que no nos hundamos, y que podamos seguir avanzando juntos hacia la tierra de la libertad y de la vida.

El anuncio gozoso de la Pascua: Jesús, el crucificado, «no está aquí, ¡ha resucitado!» (Mt 28,6), nos ofrece la certeza consoladora de que se ha salvado el abismo de la muerte y, con ello, ha quedado derrotado el luto, el llanto y la angustia (cf. Ap 21,4). El Señor, que sufrió el abandono de sus discípulos, el peso de una condena injusta y la vergüenza de una muerte infame, nos hace ahora partícipes de su vida inmortal, y nos concede su mirada de ternura y compasión hacia los hambrientos y sedientos, los extranjeros y los encarcelados, los marginados y descartados, las víctimas del abuso y la violencia. El mundo está lleno de personas que sufren en el cuerpo y en el espíritu, mientras que las crónicas diarias están repletas de informes sobre delitos brutales, que a menudo se cometen en el ámbito doméstico, y de conflictos armados a gran escala que someten a poblaciones enteras a pruebas indecibles.

Cristo resucitado indica caminos de esperanza a la querida Siria, un país desgarrado por un largo conflicto, con su triste rastro de destrucción, muerte, desprecio por el derecho humanitario y la desintegración de la convivencia civil. Encomendamos al poder del Señor resucitado las conversaciones en curso, para que, con la buena voluntad y la cooperación de todos, se puedan recoger frutos de paz y emprender la construcción una sociedad fraterna, , así como la disponibilidad paciente y el compromiso cotidiano de trabajar en la construcción de los cimientos de una paz justa y duradera a través de negociaciones directas y sinceras. Que el Señor de la vida acompañe los esfuerzos para alcanzar una solución definitiva de la guerra en Ucrania, inspirando y apoyando también las iniciativas de ayuda humanitaria, incluida la de liberar a las personas detenidas. respetuosa de la dignidad y los derechos de todos los ciudadanos. Que el mensaje de vida, proclamado por el ángel junto a la piedra removida del sepulcro, aleje la dureza de nuestro corazón y promueva un intercambio fecundo entre pueblos y culturas en las zonas de la cuenca del Mediterráneo y de Medio Oriente, en particular en Irak, Yemen y Libia. Que la imagen del hombre nuevo, que resplandece en el rostro de Cristo, fomente laconvivencia entre israelíes y palestinos en Tierra Santa

Que el Señor Jesús, nuestra paz (cf. Ef 2,14), que con su resurrección ha vencido el mal y el pecado, avive en esta fiesta de Pascua nuestra cercanía a las víctimas del terrorismo, esa forma ciega y brutal de violencia que no
cesa de derramar sangre inocente en diferentes partes del mundo, como ha ocurrido en los recientes atentados en Bélgica, Turquía, Nigeria, Chad, Camerún y Costa de Marfil; que lleve a buen término el fermento de esperanza y las perspectivas de paz en África; pienso, en particular, en Burundi, Mozambique, la República Democrática del Congo y en el Sudán del Sur, lacerados por tensiones políticas y sociales.

Dios ha vencido el egoísmo y la muerte con las armas del amor; su Hijo, Jesús, es lapuerta de la misericordia, abierta de par en par para todos. Que su mensaje pascual se proyecte cada vez más sobre el pueblo venezolano, en las difíciles condiciones en las que vive, así como sobre los que tienen en sus manos el destino del país, para que se trabaje en pos del bien común, buscando formas de diálogo y colaboración entre todos. Y que se promueva en todo lugar la cultura del encuentro, la justicia y el respeto
recíproco, lo único que puede asegurar el bienestar espiritual y material de los ciudadanos.

El Cristo resucitado, anuncio de vida para toda la humanidad que reverbera a través de los siglos, nos invita a no olvidar a los hombres y las mujeres en camino para buscar un futuro mejor. Son una muchedumbre cada vez más grande de emigrantes y refugiados —incluyendo muchos niños— que huyen de la
guerra, el hambre, la pobreza y la injusticia social. Estos hermanos y hermanas nuestros, encuentran demasiado a menudo en su recorrido la muerte o, en todo caso, el rechazo de quien podrían ofrecerlos hospitalidad y ayuda.

Que la cita de la próxima Cumbre Mundial Humanitaria no deje de poner en el centro a la persona humana, con su dignidad, y desarrollar políticas capaces de asistir y proteger a las víctimas de conflictos y otras situaciones de emergencia, especialmente a los más vulnerables y los que son perseguidos por motivos étnicos y religiosos.

Que, en este día glorioso, «goce también la tierra, inundada de tanta claridad» (Pregón pascual), aunque sea tan maltratada y vilipendiada por una explotación ávida de ganancias, que altera el equilibrio de la naturaleza. Pienso en particular a las zonas afectadas por los efectos del cambio climático, que en ocasiones provoca sequía o inundaciones, con las consiguientes crisis alimentarias en diferentes partes del planeta.

Con nuestros hermanos y hermanas perseguidos por la fe y por su fidelidad al nombre de Cristo, y ante el mal que parece prevalecer en la vida de tantas personas, volvamos a escuchar las palabras consoladoras del Señor: «No tengáis miedo. ¡Yo he vencido al mundo!» (Jn 16,33). Hoy es el día brillante de esta victoria, porque Cristo ha derrotado a la muerte y su resurrección ha hecho resplandecer la vida y la inmortalidad (cf. 2 Tm 1,10).

«Nos sacó de la esclavitud a la libertad, de la tristeza a la alegría, del luto a la celebración, de la oscuridad a la luz, de la servidumbre a la redención. Por eso decimos ante él: ¡Aleluya!» (Melitón de Sardes, Homilía Pascual).
A quienes en nuestras sociedades han perdido toda esperanza y el gusto de vivir, a losancianos abrumados que en la soledad sienten perder vigor, a los jóvenes a quienes parece faltarles el futuro, a todos dirijo una vez más las palabras del Señor resucitado: «Mira, hago nuevas todas las cosas... al que tenga sed yo le daré de la fuente del agua de la vida gratuitamente» (Ap 21,5-6).

Que este mensaje consolador de Jesús nos ayude a todos nosotros a reanudar con mayor vigor la construcción de caminos dereconciliación con Dios y con los hermanos.

Saludos de Pascua del Santo Padre
Queridos hermanos y hermanas, deseo renovar mis deseos de Buena Pascua a todos ustedes, venidos a Roma desde diversos países, como también a cuantos se han conectado a través de la televisión, la radio y otros medios de comunicación. Que pueda resonar en vuestros corazones, en vuestras familias y comunidades el anuncio de la Resurrección, acompañado de la calurosa luz de la presencia de Jesús vivo: presencia que ilumina, reconforta, perdona, sosiega… Cristo ha vencido el mal en la raíz: es la Puerta de la salvación, abierta de par en par para que cada uno pueda encontrar misericordia.
Les agradezco su presencia y su alegría en este día de fiesta. Un agradecimiento particular por el don de las flores, que también este año provienen de los Países Bajos.
Lleven a todos la alegría de Cristo Resucitado. Y por favor, no olviden rezar por mí. ¡Buen almuerzo pascual y hasta pronto!



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divendres, 25 de març del 2016

Divendres sant 2016

DIVENDRES SANT


" Quan Jesús hagué pres el vinagre, va dir:
   -Tot s'ha complert.
Llavors inclinà el cap i va lliurar l'esperit". 
                                       (Jn 19, 30)







Segunda estación: JESÚS CARGA CON LA CRUZ
Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos

porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.


DEL EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS

Después Jesús les dijo a todos:

–El que quiera ser mi discípulo, olvídese de sí mismo,

cargue con su cruz cada día y sígame.

Porque el que quiera salvar su vida la perderá;

pero el que pierda su vida por causa mía, la salvará.

¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero,

si se pierde o se destruye a sí mismo? (Lc 9, 23-25)

San Vicente de Paul, en pleno siglo XVI, llegó a decir:
“Para morir como Jesucristo hay que vivir como Jesucristo”
“Señor; si tú estuvieras en mi lugar, qué harías en esta ocasión?”
“Tendríamos que vendernos a nosotros mismos
para sacar a tantas personas de la miseria”
¿Cruz pequeña o grande? ¿Pesada o ligera?
¿Para siempre o a días? ¿En el pecho o en la vida?
Interrogantes que, en este Año de la Misericordia, exigen respuestas.
Jesús, como siempre, sale al encuentro de las miserias de nuestro mundo.
Infelicidades que, en muchos momentos, confundimos con grandezas.
Escaparates que nos parecen paraísos
y, verdades, que de repente nos parecen mentiras.
¿Cuáles son las periferias
de las que, constantemente, nos habla el Papa Francisco?
No hay que irse muy lejos para ser bueno
y, mucho menos, cruzar el océano para llevar una cruz.
Santos y no santos, pero gente buena,
han tocado la miseria humana,
la han abrazado y la han dignificado
allá donde Dios les llevó en cada momento.
Señor pequé, ten piedad y misericordia de mí.



Sexta estación: LA VERÓNICA LIMPIA EL ROSTRO DE CRISTO
Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos

porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

DEL LIBRO DEL PROFETA ISAIAS

«Muchos se asombrarán ante él,

pues tan desfigurado tenía el aspecto

que no parecía hombre,

ni su apariencia era humana» (Is 52,13-14).

¿Cuál es el rostro de Jesús?
¿Cómo es el semblante de Cristo?
El arte, la pintura, la música, la poesía o la arquitectura
lo ha plasmado como un Jesús atractivo,
evitando lo escandaloso y antiestético.
La Verónica, por el contrario,
nos empuja a descubrir
el aspecto más genuino y auténtico del Señor.
Un día le dijo un señor a la Madre Teresa de Calcuta:
- El trabajo que tú haces, yo no lo haría ni por todo el oro del mundo”.
A lo que Teresa de Calcuta le respondió:
“ -Yo tampoco lo hago por el oro del mundo:
tomamos fuerza de la adoración a Jesús Sacramentado”.
Esta anécdota se cuenta tanto de la Madre Teresa
como de alguna de sus hijas, y expresa un hecho:
la entrega desde Cristo,
contemplando y adorando su rostro,
ofrece el valor y la conversión necesaria
para cumplir con la locura y la razón de ser de Teresa de Calcuta:
los más pobres.
¿Limpias o ensucias
el rostro de las personas?
¿Les haces brillar o, tal vez,
los oscureces por tu crítica sistemática?
Señor pequé, ten piedad y misericordia de mí.




























Decimo-primera estación: JESÚS CLAVADO EN LA CRUZ
Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos

porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

DEL EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS

Cuando llegaron al sitio llamado de la Calavera

crucificaron a Jesús y a los dos malhechores,

uno a su derecha y otro a su izquierda.

Uno de los malhechores allí colgados le insultaba, diciéndole:

–¡Si tú eres el Mesías, sálvate a ti mismo y sálvanos a nosotros!

Pero el otro reprendió a su compañero diciendo:

–¿No temes a Dios, tú que estás sufriendo el mismo castigo?

Nosotros padecemos con toda razón,

pues recibimos el justo pago de nuestros actos;

pero este no ha hecho nada malo.

Luego añadió: –Jesús, acuérdate de mí cuando comiences a reinar.

Jesús le contestó:

–Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso. (Lc 23, 33.39-43)


¿Dónde se ilumina nuestra vida?
¿En la cruz o sólo en la luz artificial del mundo?


Una joven católica de la antigua Yugoslavia fue violada.
Se propuso hacer lo imposible para romper la cadena de odio
que destruía su país.
“Al hijo que espero, decía, le enseñaré solamente a amar.
Mi hijo, nacido de la violencia, será testigo
de que la única grandeza que honra a la persona es la del perdón”.
La espiral de la violencia, de las rencillas del ayer,
producen distanciamiento.
Amar a Dios no resta fuerzas para dedicarnos a los demás.
Cuanto más bebemos del manantial del amor,
más podremos avanzar en el camino de nuestro vivir
derramando generosidad, alegría, paz, fraternidad, perdón.
¿Dónde bebes? ¿En el odio o en el amor?
¿En la fuente del bien o en el lodo del mal?
Señor pequé, ten piedad y misericordia de mí.






Decimo-segunda estación: JESÚS MUERE EN LA CRUZ
Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos

porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

DEL EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS

Desde el mediodía y hasta las tres de la tarde,

toda aquella tierra quedó en oscuridad.

El sol dejó de brillar y el velo del templo se rasgó por la mitad.

Jesús, gritando con fuerza, dijo:

–¡Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu! Dicho esto, murió.

Cuando el centurión vio lo que había sucedido, alabó a Dios diciendo:

–¡No hay duda de que este hombre era inocente!

Toda la multitud que estaba presente

y que vio lo ocurrido regresó a la ciudad golpeándose el pecho.

Pero todos los amigos de Jesús,

y también las mujeres que le habían seguido desde Galilea,

se quedaron allí, mirando de lejos aquellas cosas (Lc 23, 44-49)
He aquí el monumento al amor: el amor clavado.
He aquí el mayor monumento, contradicción para muchos,
del amor sin límites: el amor ensangrentado.
Así lo entendieron, creyeron y llevaron a su propia vida
gente como San Francisco Javier (enamorado de la cruz);
San Juan de Ávila (maestro ante la cruz);
San Juan María Vianney (reconfortado ante el silencio de la cruz);
Santa Teresa de Jesús (toda reforma en la cruz).
He aquí un monumento, la cruz,
que no necesita ser iluminado desde fuera.
Quien muere en ella, Jesús, ilumina los dos maderos
con su obediencia y entrega con todas las consecuencias.
Nunca, tan toscos leños, soportaron tanto amor divino.
Todos recordamos aún el testimonio de la niña de Siria:
“¿Por qué me matáis si mi Dios os ama?”
O la profesión de fe de una patriarca cristiana en Irán:
“Quitadme la vida pero la fe sólo me la puede arrebatar el Señor”.
¿Es Cristo el presente y el futuro de tus pensamientos?
Señor pequé, ten piedad y misericordia de mí.



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