DIVENDRES SANT
" Quan Jesús hagué pres el vinagre, va dir:
-Tot s'ha complert.
Llavors inclinà el cap i va lliurar l'esperit".
(Jn 19, 30)
Segunda estación:
JESÚS CARGA CON LA CRUZ
Te adoramos, oh
Cristo, y te bendecimos
porque por tu Santa
Cruz redimiste al mundo.
DEL EVANGELIO SEGÚN
SAN LUCAS
Después Jesús les
dijo a todos:
–El que quiera ser
mi discípulo, olvídese de sí mismo,
cargue con su cruz
cada día y sígame.
Porque el que quiera
salvar su vida la perderá;
pero el que pierda
su vida por causa mía, la salvará.
¿De qué le sirve
al hombre ganar el mundo entero,
si se pierde o se
destruye a sí mismo? (Lc 9, 23-25)
San Vicente de Paul,
en pleno siglo XVI, llegó a decir:
“Para morir como
Jesucristo hay que vivir como Jesucristo”
“Señor; si tú
estuvieras en mi lugar, qué harías en esta ocasión?”
“Tendríamos que
vendernos a nosotros mismos
para sacar a
tantas personas de la miseria”
¿Cruz pequeña o
grande? ¿Pesada o ligera?
¿Para siempre o a
días? ¿En el pecho o en la vida?
Interrogantes que,
en este Año de la Misericordia, exigen respuestas.
Jesús, como
siempre, sale al encuentro de las miserias de nuestro mundo.
Infelicidades que,
en muchos momentos, confundimos con grandezas.
Escaparates que nos
parecen paraísos
y, verdades, que de
repente nos parecen mentiras.
¿Cuáles son las
periferias
de las que,
constantemente, nos habla el Papa Francisco?
No hay que irse muy
lejos para ser bueno
y, mucho menos,
cruzar el océano para llevar una cruz.
Santos y no santos,
pero gente buena,
han tocado la
miseria humana,
la han abrazado y
la han dignificado
allá donde Dios
les llevó en cada momento.
Señor pequé, ten
piedad y misericordia de mí.
Sexta estación: LA
VERÓNICA LIMPIA EL ROSTRO DE CRISTO
Te adoramos, oh
Cristo, y te bendecimos
porque por tu Santa
Cruz redimiste al mundo.
DEL LIBRO DEL
PROFETA ISAIAS
«Muchos se
asombrarán ante él,
pues tan
desfigurado tenía el aspecto
ni su apariencia
era humana» (Is 52,13-14).
¿Cuál es el rostro
de Jesús?
¿Cómo es el
semblante de Cristo?
El arte, la pintura,
la música, la poesía o la arquitectura
lo ha plasmado como
un Jesús atractivo,
evitando lo
escandaloso y antiestético.
La Verónica, por el
contrario,
nos empuja a
descubrir
el aspecto más
genuino y auténtico del Señor.
Un día le dijo un
señor a la Madre Teresa de Calcuta:
- El trabajo que tú
haces, yo no lo haría ni por todo el oro del mundo”.
A lo que Teresa de
Calcuta le respondió:
“ -Yo tampoco lo
hago por el oro del mundo:
tomamos fuerza de
la adoración a Jesús Sacramentado”.
Esta anécdota se
cuenta tanto de la Madre Teresa
como de alguna de
sus hijas, y expresa un hecho:
la entrega desde
Cristo,
ofrece el valor y
la conversión necesaria
para cumplir con la
locura y la razón de ser de Teresa de Calcuta:
los más pobres.
¿Limpias o ensucias
el rostro de las
personas?
¿Les haces brillar
o, tal vez,
los oscureces por
tu crítica sistemática?
Decimo-primera
estación: JESÚS CLAVADO EN LA CRUZ
Te adoramos, oh
Cristo, y te bendecimos
porque por tu Santa
Cruz redimiste al mundo.
DEL EVANGELIO SEGÚN
SAN LUCAS
Cuando llegaron al
sitio llamado de la Calavera
uno a su derecha y
otro a su izquierda.
Uno de los
malhechores allí colgados le insultaba, diciéndole:
–¡Si tú eres el
Mesías, sálvate a ti mismo y sálvanos a nosotros!
Pero el otro
reprendió a su compañero diciendo:
–¿No temes a
Dios, tú que estás sufriendo el mismo castigo?
Nosotros padecemos
con toda razón,
pero este no ha
hecho nada malo.
Luego añadió:
–Jesús, acuérdate de mí cuando comiences a reinar.
Jesús le contestó:
–Te aseguro que
hoy estarás conmigo en el paraíso. (Lc 23, 33.39-43)
¿Dónde se ilumina
nuestra vida?
¿En la cruz o sólo
en la luz artificial del mundo?
Se propuso hacer lo
imposible para romper la cadena de odio
que destruía su
país.
“Al hijo que
espero, decía, le enseñaré solamente a amar.
Mi hijo, nacido de
la violencia, será testigo
de que la única
grandeza que honra a la persona es la del perdón”.
La espiral de la
violencia, de las rencillas del ayer,
producen
distanciamiento.
Amar a Dios no resta
fuerzas para dedicarnos a los demás.
Cuanto más bebemos
del manantial del amor,
más podremos
avanzar en el camino de nuestro vivir
derramando
generosidad, alegría, paz, fraternidad, perdón.
¿Dónde bebes? ¿En
el odio o en el amor?
¿En la fuente del
bien o en el lodo del mal?
Señor pequé, ten
piedad y misericordia de mí.
Decimo-segunda
estación: JESÚS MUERE EN LA CRUZ
Te adoramos, oh
Cristo, y te bendecimos
porque por tu Santa
Cruz redimiste al mundo.
Desde el mediodía y
hasta las tres de la tarde,
toda aquella tierra
quedó en oscuridad.
El sol dejó de
brillar y el velo del templo se rasgó por la mitad.
Jesús, gritando con
fuerza, dijo:
–¡Padre, en tus
manos encomiendo mi espíritu! Dicho esto, murió.
Cuando el centurión
vio lo que había sucedido, alabó a Dios diciendo:
Toda la multitud que
estaba presente
y que vio lo
ocurrido regresó a la ciudad golpeándose el pecho.
Pero todos los
amigos de Jesús,
y también las
mujeres que le habían seguido desde Galilea,
se quedaron allí,
mirando de lejos aquellas cosas (Lc 23, 44-49)
He aquí el
monumento al amor: el amor clavado.
He aquí el mayor
monumento, contradicción para muchos,
del amor sin
límites: el amor ensangrentado.
Así lo entendieron,
creyeron y llevaron a su propia vida
gente como San
Francisco Javier (enamorado de la cruz);
San Juan de Ávila
(maestro ante la cruz);
Santa Teresa de
Jesús (toda reforma en la cruz).
He aquí un
monumento, la cruz,
que no necesita ser
iluminado desde fuera.
Quien muere en ella,
Jesús, ilumina los dos maderos
con su obediencia y
entrega con todas las consecuencias.
Nunca, tan toscos
leños, soportaron tanto amor divino.
Todos recordamos aún
el testimonio de la niña de Siria:
“¿Por qué me
matáis si mi Dios os ama?”
O la profesión de
fe de una patriarca cristiana en Irán:
“Quitadme la vida
pero la fe sólo me la puede arrebatar el Señor”.
¿Es Cristo el
presente y el futuro de tus pensamientos?
Señor pequé, ten
piedad y misericordia de mí.
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