diumenge, 23 de desembre del 2018

4t ADVENT 2018

ADVENT'2018

Aprendre l'esperança!




CORONA DE ADVIENTO


● Al encender la cuarta vela,
la última vela de esta corona de Adviento,
            la vela roja,
pensamos en María, nuestra Madre.
● Señor Jesús,
nadie te esperó con más deseo,
con más ternura, con más amor.
Nadie te recibió con más alegría.
● Dentro de ella, creciste, Señor,
como el trigo crece
dentro de la tierra fecunda.
Y sus brazos, fueron para ti,
la más bella cuna.
● También nosotros
nos queremos preparar así:
en la fe, en el amor,
y en el camino de cada dia.
¡Ven, Senyor, no tardes más!
    ¡Ven, Señor Jesús!




Miquees 5,1-4a
Això diu el Senyor: «Tu Bet-Lèhem Efrata, 
petita per figurar entre les famílies de Judà: 
de tu en sortirà el qui ha de regir Israel».

Hebreus 10,5-10
Vinc a fer la vostra voluntat



Lectura de l'evangeli segons sant Lluc
Per aquells dies, Maria se n'anà decididament a la Muntanya, a la província de Judà; entrà a casa de Zacaries i saludà Elisabet. Tan bon punt Elisabet va sentir la salutació de Maria el nen saltà dins les seves entranyes, i Elisabet, plena de l'Esperit Sant, cridà amb totes les seves forces: «Ets beneïda entre totes les dones i és beneït el fruit de les teves entranyes. Qui sóc jo perquè la mare del meu Senyor vingui a visitar-me? Mira: tan bon punt he sentit la teva salutació, el nen ha saltat d'entusiasme dins les meves entranyes. Feliç tu que has cregut! Allò que el Senyor t'ha fet saber, es complirà». (Lc 1,39-45)


Vaticano, 23-12-2018.
Del Papa Francisco: 
La liturgia de este cuarto domingo de Adviento se centra en la figura de María, la Virgen Madre, que espera dar a luz a Jesús, el Salvador del mundo. Fijemos nuestra mirada en ella, un modelo de fe y caridad; y podemos preguntarnos: ¿cuáles fueron sus pensamientos durante los meses de espera? La respuesta proviene del pasaje del Evangelio de hoy, el relato de la visita de María a su pariente anciana, Isabel (cf. Lc 1, 39-45). El ángel Gabriel le había dicho que Isabel estaba esperando un hijo y que ya estaba en el sexto mes (cf. Lc 1, 26.36). Y así, la Virgen, que acababa de concebir a Jesús por la obra de Dios, había salido apresuradamente de Nazaret, en Galilea, para llegar a las montañas de Judea para encontrarse con su prima.
El Evangelio dice: “Entró en la casa de Zacarías, saludó a Isabel” (v.40). Seguramente la felicitó por su maternidad, ya su vez Isabel saludó a María diciendo: “¡Bendita seas entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿A qué debo que la madre de mi Señor venga a mi?”(Vv. 42-43). E inmediatamente alabó su fe: “Bienaventurada la que creyó en el cumplimiento de lo que el Señor le había dicho” (v.45). Es evidente el contraste entre María, que tenía fe, y Zacarías, el esposo de Isabel, que no había creído en la promesa del ángel y, por lo tanto, permaneció mudo hasta el nacimiento de Juan.
Este episodio nos ayuda a leer con una luz muy especial el misterio del encuentro del hombre con Dios. Un encuentro que no está marcado por prodigios  asombrosos, sino en nombre de la fe y la caridad. De hecho, María es bendecida porque creyó: el encuentro con Dios es el fruto de la fe. En cambio, Zacarias, que no creía, permaneció sordo y mudo para crecer en la fe durante el largo silencio: sin fe, inevitablemente permanecemos sordos a la voz consoladora de Dios; y seguimos sin poder pronunciar palabras de consuelo y esperanza para nuestros hermanos y hermanas. Lo vemos todos los días, la gente que no tiene fe o que tiene la fe muy pequeña, cuando debe acercarse a una persona que sufre le dice palabras de circunstancia, pero no logra llegar al corazón porque no tiene fuerza porque no tiene fe y sino tiene fe no llegan las palabras ni llegan al corazón de los demás.
La fe, a su vez, se nutre de la caridad. El evangelista nos dice que “María se levantó y fue rápidamente a ver a Isabel” (v. 39) “Se levantó”: un gesto lleno de preocupación. Podría haberse quedado en casa para prepararse para el nacimiento de su hijo, en lugar de eso, se preocupa primero de los demás que de sí mismo, demostrando de hecho que ya es un discípulo del Señor que lleva en su vientre. El acontecimiento del nacimiento de Jesús comenzó así, con un simple gesto de caridad; Además, la auténtica caridad es siempre el fruto del amor de Dios. El evangelio de la visita de María a Isabel  que escuchamos hoy en la misa, nos prepara para vivir bien la Navidad, comunicándonos el dinamismo de la fe y de la caridad. Este dinamismo es obra del Espíritu Santo: el Espíritu de amor que fecundó el vientre virginal de María y que la instó a acudir al servicio de su anciana pariente.
Un dinamismo lleno de alegría, como se ve en el encuentro entre las dos madres, que es todo un himno de regocijo gozoso en el Señor, que hace grandes cosas con los pequeños que confían en Él. Que la Virgen María nos brinde la gracia de vivir una Navidad extrovertida pero no dispersa: que en el centro no esté nuestro “Yo”, sino el Tú de nuestros hermanos y hermanas, especialmente aquellos que necesitan una mano. Entonces dejaremos espacio para el amor que, incluso hoy, quiere hacerse carne y venir a vivir entre nosotros.


Maria de les nits estrellades
ensenyeu-nos a mirar a través dels vostres ulls.
Maria del cel blau i net
ensenyeu-nos l'amabilitat i la joia de donar-nos.
Maria de les valls i les muntanyes
ensenyeu-nos a contemplar les obres de Déu.
Maria dels boscos i les prades
ensenyeu-nos de conviure en la pau.
Maria de l'ordi i del blat,
ensenyeu-nos de treballar i d'agrair.
Maria de la solitud i del desert,
ensenyeu-nos d'acollir i de pregar.
Maria de les flors i els fruits,
ensenyeu-nos la senzillesa en el bon obrar.
Maria de la quietud i de la serenor
ensenyeu-nos d'escoltar i de saber esperar.
Maria, noia de Natzaret,
ensenyeu-nos la solidaritat i el perdó.
Mare de l'amor més clar,
ensenyeu-nos d'estimar Déu i el proïsme.

Santa María, Madre de la Misericordia,
eres feliz porque creíste que para Dios nada es imposible:
que nuestra fe se parezca cada vez más, a la tuya.
Tu María, Madre de la Misericordia,
dijiste un SÍ que llenó toda tu vida,
confiaste en la Palabra del Señor,
y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros:
enseñanos a aceptar lo que Él nos pida.
Tu María, Madre de la Misericordia, viviste unida a Jesús,
pobre y humilde, sufriste con Él:
ayúdanos en las dificultades.
Tu María, Madre de la Misericordia,
amaste a Jesús como nadie le amó:
que vuestro amor llene nuestras vidas,
y nos enseñe el camino de la compasión y de la misericordia.
Tu María, Madre de la Misericordia, seguiste a Jesús hasta la Cruz,
y allí El te señaló como nuestra Madre: concédenos que, cada día,
vivamos más unidos a Jesús, misericordiosos
como nuestro Padre, el Buen Dios, es misericordioso.
Madre del Adviento, Virgen de la Esperanza,
Madre de la Misericordia, ruega por nosotros. Amén.

Posar-se en camí,
és primerament, sortir d’un mateix.
Trencar la cuirassa de l’egoisme
que intenta apresonar-nos en el nostre propi JO
Posar-se en camí
és deixar de donar voltes al voltant d’un mateix,
com si aquest fos el centre del món i de la vida.
Posar-se en camí
és no deixar-se empresonar
pels problemes del meu petit món.
La humanitat és molt més gran
que el meu petit món.
I és ella que ens clama des dels febles.
Posar-se en camí
no és necessàriament fer molts quilòmetres,
travessar els mars,
o arribar a velocitats supersòniques.
Posar-se en camí, és sobretot,obrir-se als altres,
anar-los a trobar, descobrir els seus rostres.
Posar-se en camí és obrir-se a altres idees,
fins a les que ens semblen oposades a les nostres.
Aquest és el tarannà d’un bon caminant.
                       (Dom Helder Càmara)


Quien quiera ser anuncio,
tiene que saber comulgar
con todos los que son
portadores del mensaje.
Quien quiera ser anuncio,
debe osar entrar en el silencio,
viajar hasta su propio interior
para que la palabra
le llegue al corazón.
Quien quiera ser anuncio
ha de compartir gratuitamente
todo lo que así ha recibido.
Caminar con los que buscan la luz
tal vez sin siquiera conocerla.
Quien quiera ser anuncio
tiene que entregarse
en soledad o en compañía
a todos, sin excepción.
María del si incondicional,
María de la esperanza y del amor.
Enséñanos a ser verdadero anuncio de liberación.



Madre del Mesías Salvador,
que nazca Jesús en nosotros.
Acércanos a tu hijo
para que nos llene de su presencia
y llegue el Espíritu
a nuestras comunidades, a nuestro corazón.
Enséñanos a vivir un Adviento solidario,
siguiendo tus pasos, María,
para estar cerca del que sufre y pasa necesidad.
Ayúdanos a vivir, en la práctica,
las actitudes que tú nos enseñas,
con tu ejemplo sencillo, solidario y cercano.
¡Santa María, que llevemos a Jesús!


● Santa Maria, Mare de l’Advent,
ensenya’ns a preparar el camí a Jesús
com tu el vares preparar.
● Ensenya’ns a alliberar el nostre cor
de tants lligams que l’esclavitzen,
per tal de poder escoltar l’anunci de l’àngel
i respondre el nostre si sincer.
Ensenya’ns a respondre al Senyor:
“Faci’s en mi segons la vostra voluntat”.
● Ensenya’ns a estar sempre disponibles,
a assumir el risc del compromís,
i caminar, com tu, cap a Ain Karem,
cap a les periferies del món,
a fer-nos servei pel qui ens necessita.
● María, Mare de l’Advent,
guia’ns vers el Betlem de la nostra vida,
perquè també nosaltres fem néixer Jesús,
en cada paraula i en cada gest.
Veniu, Senyor, Jesús!

--------------------------------------------------------------------------------------------------Ja tenim la Llum de Betlem a la parròquia:




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