dilluns, 21 de desembre del 2020

4t Diumenge d'Advent'2020

 "Aquest Advent, fes vent..."



      CORONA DE ADVIENTO

● Señor, al encender estas cuatro velas,

en este último domingo de Adviento,

pensamos en ella, la Virgen,

tu madre y nuestra madre.

Queremos revivir especialmente

su disponibilidad,

y lo hacemos con esta vela roja.

Rojo del testimonio i del Espíritu.

● Señor, nadie, como María

te esperó con más ansia,

con más ternura, con más amor.

Nadie te recibió con más alegría.

Te sembraste en ella como el grano de trigo

se siembra en la tierra acogedora.

● También nosotros

queremos prepararnos así:

haznos disponibles

a la acción de tu Espíritu,

haznos disponibles

al compromiso por tu Reino:

en la fe, en el amor, en la gratuidad,

y en el trabajo de cada día.

¡ Ven pronto, Señor; ven a salvarnos!






Lectura primera 2S 7,1-5.8b-11.16

El regne de David es perpetuarà davant el Senyor



Lectura segona Rm 16,25-27

Ha sortit a la llum el pla de Déu, amagat en el silenci dels segles

 

Lectura de l'evangeli segons sant Lluc

En aquell temps, Déu envià l'àngel Gabriel a un poble de la Galilea anomenat Natzaret, per dur un missatge a una noia, promesa amb un descendent de David, que es deia Josep, i el nom de la noia era Maria. L'àngel entrà a casa d'ella i li digué: «Déu te guard, plena de gràcia, el Senyor és amb tu». Ella es torbà en sentir aquestes paraules, i pensava per què la saludava així. Però l'àngel li digué: «No tinguis por, Maria; Déu t'ha concedit el seu favor. Tindràs un fill i li posaràs el nom de Jesús. Serà gran i l'anomenaran Fill-de-l'Altíssim. El Senyor Déu li donarà el tron de David, el seu pare, serà rei del poble d'Israel per sempre, i el seu regnat no tindrà fi». Maria preguntà a l'àngel: «Com pot ser, això, si jo no tinc marit?». L'àngel li respongué: «L'Esperit Sant vindrà sobre teu, i el poder de l'Altíssim et cobrirà amb la seva ombra; per això el fruit sant que naixerà l'anomenaran Fill de Déu. També la teva parenta, Elisabet, ha concebut un fill a la seva edat; ella que era tinguda per estèril ja es troba al sisè mes, perquè a Déu res no li és impossible». Maria va respondre: «Sóc l'esclava del Senyor: que es compleixin en mi les teves paraules». I l'àngel es va retirar.                                 Lc 1,26-38

PAPA FRANCISCO

ÁNGELUS - Plaza de San Pedro - Domingo, 20 de diciembre de 2020

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

En este cuarto y último domingo de Adviento, el Evangelio nos propone una vez más la historia de la Anunciación. «Alégrate —dice el ángel a María— concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús» (Lc 1,28.31). Parece un anuncio de alegría pura, destinado a hacer feliz a la Virgen: ¿Quién entre las mujeres de esa época no soñaba con convertirse en la madre del Mesías? Pero, junto con la alegría, esas palabras  predicen a María una gran prueba. ¿Por qué? Porque en aquel momento estaba «desposada» (v. 27) con José. En una situación como esa, la Ley de Moisés establecía que no debía haber relación ni cohabitación. Por lo tanto, si tenía un hijo, María habría transgredido la Ley, y las penas para las mujeres eran terribles: se preveía la lapidación (cf. Dt 22,20-21). Ciertamente el mensaje divino habrá colmado el corazón de María de luz y fuerza; sin embargo, se encontró ante una decisión crucial: decir “sí” a Dios, arriesgándolo todo, incluso su vida, o declinar la invitación y seguir con su camino ordinario.

¿Qué hace? Responde así: «Hágase en mí según tu palabra» (Lc 1,38). Hágase (fiat) de María. Pero en la lengua en que está escrito el Evangelio, no es simplemente un “suceda”.  La expresión verbal indica un fuerte deseo,  indica la voluntad de que algo se cumpla. En otras palabras, María no dice: “Si tiene que hacerse, que se haga.., si no puede ser de otra manera...”. No es resignación. No expresa una aceptación débil y sometida, expresa un deseo fuerte, un deseo vivo. No es pasiva, sino activa. No sufre a Dios, se adhiere a Dios. Es una enamorada dispuesta a servir a su Señor en todo e inmediatamente. Podría haber pedido más tiempo para pensarlo, o más explicaciones sobre lo que pasaría; quizás podría haber puesto algunas condiciones... En cambio, no se toma tiempo, no hace esperar a Dios, no aplaza.

¡Cuantas veces  —ahora pensemos en nosotros— cuántas veces nuestra vida está hecha de aplazamientos, incluso nuestra vida espiritual! Por ejemplo: sé que me hace bien rezar, pero hoy no tengo tiempo... “mañana, mañana, mañana, mañana...”- Aplazamos las cosas : mañana lo hago; sé que ayudar a alguien es importante —sí, tengo que hacerlo, lo haré mañana—. Es la misma cadena de los mañana... Aplazar las cosas.  Hoy, a las puertas de la Navidad, María nos invita a no aplazar, a decir “sí”.  “¿Tengo que rezar?”, “Sí, y rezo”. “¿Tengo que ayudar a los demás? Sí”. ¿Cómo hacerlo? Lo hago. Sin aplazar. Cada “sí” cuesta . Cada  “sí” cuesta pero siempre es menos de lo que le costó a ella ese “sí” valiente, ese “sí”, decidido, ese «hágase en mí según tu palabra» que nos trajo la salvación.

Y nosotros ¿qué “sí” podemos decir? En estos tiempos difíciles, en lugar de quejarnos de lo que la pandemia nos impide hacer, hagamos algo por los que tienen menos: no el enésimo regalo para nosotros y nuestros amigos, sino para una persona necesitada en la que nadie piensa. Y otro consejo: para que Jesús nazca en nosotros, preparemos el corazón: vayamos a rezar. No nos dejemos “arrastrar” por el consumismo: “Tengo que comprar los regalos, tengo que hacer esto y lo otro...”. Ese frenesí por hacer tantas cosas... lo importante es Jesús. El consumismo, hermanos y hermanas, nos ha secuestrado la Navidad. No hay consumismo en el pesebre de Belén: allí está la realidad, la pobreza, el amor. Preparemos el corazón como hizo  María: libre del mal, acogedor, dispuesto a acoger a Dios.

«Hágase en mí según tu palabra». Es la última frase de la Virgen en este último domingo de Adviento, y es la invitación a dar un paso concreto hacia la Navidad. Porque si el nacimiento de Jesús no toca nuestra vida —la mía, la tuya, la de todos—, si no toca la vida pasa en vano. En el Ángelus también nosotros diremos ahora: “Hágase en mí según tu palabra”: que la Virgen nos ayude a decirlo con nuestra vida, con la actitud de estos últimos días para prepararnos bien a la Navidad.




          PREGÀRIA A MARIA

● Vós que sou la noia,

guardeu la nostra mirada clara i neta.

● Vós que sou la dona, beneïda entre totes,

doneu-nos l'alegria de saber estar feliços

amb els altres.

● Vós que sou la mare,

prepareu-nos per donar la vida,

i ajudeu-nos a donar-la.

● Vós, que sou

tota plena de la Vida,

doneu-nos la joia de viure

i que sempre brilli la nostra alegria.

● Vós que sou la Immaculada

feu que lluitem contra tot mal,

i siguem ferms en les proves.

● Vós que sou la Mare de Crist

féu més gran el nostre cor

i ompliu-lo amb l'Amor.

● Vós que sou la Mare de l'Església,

obriu el nostre cor a tothom

i feu que estimem el Crist de veritat.



         ¿QUÉ SENTISTE, MARIA?

Con pocas palabras, pero en Ti María,

habitó por el anuncio de un Ángel

el Misterio de un Dios humanado.

¿Qué sentiste, Virgen María ante la llegada del mensajero?

¿Creíste, acaso, que ese personaje celestial se equivocó de puerta?

¿Pensaste que, uno de tus vecinos, venía para probar tu fe o tu ingenuidad?

¿Qué sentiste María, dinos Tú que miraste al cielo,

ante la llegada del famoso mensajero?

Tal vez, como humilde nazarena,

sentiste que Dios habla en el silencio


Que Dios se hace grande

en el que le recibe manifestándose

esclavo, humilde…y pequeño

Tal vez, como mujer de Dios,

mirando por la ventana

de tu pobre casa de Nazaret

soñaste que, simplemente,

era una estrella que de repente

cayó desde el mismo cielo.

O, tal vez, María,

en el secreto escondido desde hace siglos,

supiste que, contigo,

la partitura comenzaba a escucharse

que el plan comenzaba a llevarse a cabo

que, Dios, en una más de las suyas

irrumpía ahora sin ruido, en silencio,

sin más exigencia que tu obediencia

sin más preguntas que tu respuesta

sin más palacios que tu vientre virginal

sin más pregoneros que un Ángel.

Ayúdanos, María,

en medio de los ruidos

que sacuden los valles de nuestras vidas

a escuchar, como Tú lo hiciste,

la voz de un Dios que sale a nuestro encuentro

en el rostro de un Niño nacido en pesebre.

 

 

               TU PALABRA ESTÁ CERCA

Nos esperas hasta el momento que nos abrimos a Tí.

Estamos a la espera de tu Palabra para que nos hagas acogedores.

Sintoniza nuestro corazón con tu voz, con tu silencio.

Habla para que salga a nuestro encuentro Jesús, Palabra de tu Paz.



Tu Palabra está cerca, Señor Dios nuestro,

tu gracia no está lejos de nosotros.

Ven a nuestro encuentro con fuerza y con dulzura.

Haz que no seamos sordos a tu llamada,

sino abiertos y ágiles para recibir a Cristo Jesús, tu Hijo,

que vendrá en busca de nosotros para salvarnos

hoy y todos los días hasta la eternidad.



Dios, tú infundes la fe en nuestros corazones.

Conoces a tu gente y la aceptar aunque esté lejos de Ti.

Derrama tu Palabra por todo nuestro mundo,

ven hasta nosotros con tu felicidad,

da tu sol a buenos y a malos, ahora y siempre. Amén.

                                      H.Oosterhuis










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