"VIVIM CONNECTATS...
PERÒ CAMINEM VINCULATS?"
"Ell, que era de condició divina,
no es volgué guardar gelosament
la seva igualtat amb Déu,
Sinó que es va fer no res:
prengué la condició d'esclau
i es féu semblant als homes.
Tingut per un home qualsevol,
s'abaixà... (Flp 2,6-8a)
Lectura primera Gn 3,9-15.20
"He sentit que us passejàveu pel jardí
i com que vaig nu, he tingut por i m'he amagat."
Lectura segona Rm 15, 4-9
(del segon diumenge d'Advent)
Crist salva tots els homes.
Lectura de l'evangeli segons sant Lluc
En aquell temps, Déu envià l'àngel Gabriel a un poble de la Galilea
anomenat Natzaret, per dur un missatge a una noia, promesa amb un
descendent de David, que es deia Josep, i el nom de la noia era Maria.
L'àngel entrà a casa d'ella i li digué: «Déu te guard, plena de gràcia,
el Senyor és amb tu». Ella es torbà en sentir aquestes paraules i
pensava per què la saludava així. Però l'àngel li digué: «No tinguis
por, Maria; Déu t'ha concedit el seu favor. Tindràs un fill i li posaràs
el nom de Jesús. Serà gran i l'anomenaran Fill-de-l'Altíssim. El Senyor
Déu li donarà el tron de David, el seu pare, serà rei del poble
d'Israel per sempre, i el seu regnat no tindrà fi». Maria preguntà a
l'àngel: «Com pot ser això, si jo no tinc marit?» L'àngel li respongué:
«L'Esperit Sant vindrà sobre teu, i el poder de l'Altíssim et cobrirà
amb la seva ombra; per això el fruit sant que naixerà l'anomenaran Fill
de Déu. També la teva parenta, Elisabet, ha concebut un fill a la seva
edat; ella que era tinguda per estèril ja es troba al sisè mes, perquè a
Déu res no li és impossible». Maria va respondre: «Soc l'esclava del
Senyor: que es compleixin en mi les teves paraules».
I l'àngel es va retirar.
Papa Francisco en el Ángelus, 8-12-19:
«Que nuestra vida sea un
‘sí’ a Dios
asumiendo las necesidades de los demás»
Queridos hermanos y
hermanas,
Hoy celebramos la
solemnidad de María Inmaculada, que se sitúa en el contexto del
Adviento, tiempo de espera: Dios cumplirá lo que ha prometido.
Pero en la fiesta de hoy nos es anunciado que algo ya se ha cumplido,
en la persona y en la vida de la Virgen María. De este cumplimiento
nosotros hoy consideramos el comienzo, que es incluso antes del
nacimiento de la Madre del Señor. De hecho, su inmaculada concepción
nos lleva a ese preciso momento en el que la vida de María comenzó
a palpitar en el seno de su madre: ya ahí estaba presente el amor
santificante de Dios, preservándolo del contagio del mal que es la
herencia común de la familia humana.
En el Evangelio de
hoy resuena el saludo del Ángel a María: “Alégrate, llena de
gracia: el Señor está contigo”. (Lc 1,28). Dios siempre ha
pensado en ella y la ha querido, en su plan inescrutable, como una
criatura llena de gracia, es decir, llena de su amor. Pero para
llenarse es necesario hacer espacio, vaciarse, hacerse a un lado.
Como María, que supo escuchar la Palabra de Dios y confiar
totalmente en su voluntad, acogiéndola sin reservas en su propia
vida. Tanto es así que el Verbo se hizo carne en ella. Esto fue
posible gracias a su “sí”. Al ángel que le pide que se prepare
para ser madre de Jesús, María le responde: “He aquí la esclava
del Señor: que se haga en mí según tu palabra” (v. 38).
María no se pierde
en tantos razonamientos, no pone obstáculos en el camino del Señor,
sino que con prontitud se confía y deja espacio para la acción del
Espíritu Santo. Pone inmediatamente a disposición de Dios todo su
ser y su historia personal, para que sea la Palabra y la voluntad de
Dios a plasmarlos y llevar a cumplimiento. Así, en perfecta sintonía
con el designio de Dios sobre ella, María se convierte en la ‘toda
bella’, en la ‘toda santa’, pero sin la más mínima sombra de
complacencia. Es una obra maestra, pero sigue siendo humilde,
pequeña, pobre. En ella se refleja la belleza de Dios que es todo
amor, gracia, don de sí.
También me gusta
subrayar la palabra con la que María se define a sí misma en su
entrega a Dios: se profesa “la esclava del Señor“. El
“sí” de María a Dios asume desde el principio la actitud de
servicio, de atención a las necesidades de los demás. Así lo
testimonia concretamente el hecho de la visita a Isabel, que sigue
inmediatamente a la Anunciación. La disponibilidad a Dios se
encuentra en la voluntad de asumir las necesidades del prójimo. Todo
esto sin clamor y sin ostentación, sin buscar lugares de honor, sin
publicidad, porque la caridad y las obras de misericordia no
necesitan ser exhibidas como un trofeo. Incluso en nuestras
comunidades, estamos llamados a seguir el ejemplo de María,
practicando el estilo de discreción y ocultación.
Que la fiesta de la
Madre nos ayude a hacer de toda nuestra vida un “sí” a Dios, un
“sí” hecho de adoración a Él y de gestos cotidianos de amor y
de servicio.
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ensenyeu-nos a mirar
a través dels vostres ulls.
Maria del cel blau i
net
ensenyeu-nos
l'amabilitat i la joia de donar-nos.
Maria de les valls i
les muntanyes
ensenyeu-nos a
contemplar les obres de Déu.
Maria dels boscos i
les prades
ensenyeu-nos de
conviure en la pau.
Maria de l'ordi i
del blat,
ensenyeu-nos de
treballar i d'agrair.
Maria de la solitud
i del desert,
ensenyeu-nos
d'acollir i de pregar.
Maria de les flors i
els fruits,
ensenyeu-nos la
senzillesa en el bon obrar.
Maria de la quietud
i de la serenor
ensenyeu-nos
d'escoltar i de saber esperar.
Maria, noia de
Natzaret,
ensenyeu-nos la
solidaritat i el perdó.
Mare de l'amor més
clar,
ensenyeu-nos
d'estimar Déu i el proïsme.
Virgen de la
Reconciliación:
Muéstranos al Padre
cada día,
y a Cristo, que vive
en las personas.
Ayúdanos a
comprender las exigencias
del Sermón de la
Montaña.
Que seamos sal de la
tierra,
luz del mundo,
levadura de Dios
para la historia.
Enséñanos a vivir
sencillamente
la fecundidad de las
Bienaventuranzas.
Que seamos pobres y
misericordiosos,
limpios de corazón
y serenos en la cruz,
hambrientos de
justicia y hacedores de la paz.
Que gritemos al
mundo
“Dios es nuestro
Padre”
y “todo hombre es
nuestro hermano”
y asumamos sus
angustias y esperanzas.
Que enseñemos a las
personas
descreídas y
amargadas,
que sólo confían
en la ciencia y en las armas,
y viven la explosiva
tentación de la violencia,
que “la paz es
posible todavía,
porque es posible el
amor”. Amén...
(Mons. E. Pironio)
María, mujer de la
escucha,
haz que se abran
nuestros oídos;
que sepamos escuchar
la Palabra de tu Hijo Jesús
entre las miles de
palabras de este mundo;
haz que sepamos
escuchar
la realidad en la
que vivimos,
a cada persona que
encontramos,
especialmente a
quién es pobre
- necesitado, tiene
dificultades -,
María, mujer de la
decisión,
ilumina nuestra
mente y nuestro corazón,
para que sepamos
obedecer
a la Palabra de tu
Hijo Jesús sin vacilaciones;
danos la valentía
de la decisión,
de no dejarnos
arrastrar
para que otros
orienten nuestra vida.
María, mujer de la
acción,
haz que nuestras
manos y nuestros pies
se muevan «deprisa»
hacia los demás,
para llevar la
caridad y el amor de tu Hijo Jesús,
para llevar, como
tú, la luz del Evangelio al mundo.
Amén.
María era joven,
pobre y virgen
en un pueblo
patriarcal.
Campesina
provinciana,
de Galilea, tierra
de sospecha
para un israelita de
ley.
Cuando María se
miraba
en los ojos de la
aldea,
se veía pequeña,
como toda mujer.
Cuando Dios
contemplaba a María,
la encontraba única.
María se acostumbró
a sentir
la mirada de Dios
posarse en su
rostro,
y aprendió a verse
con los ojos mismos
de Dios.
María se preparaba
así
para lo imposible.
“¿Cómo se hará esto en mí?” (Lc 1,34)
“¿Cómo se hará esto en mí?” (Lc 1,34)
¿Podría haber una
vida nueva
sin hombre, pero no
sin mujer?
La imposibilidad de
María era la posibilidad de Dios.
Toda María era
virginal, sin interferencias posesivas,
pura acogida de la
vida
que el Señor de la
historia quería inaugurar en la tierra.
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