dimecres, 24 de març del 2021

5è diumenge de Quaresma' 2021

 

«El gra de blat, quan cau a terra, 

si mor, dóna molt de fruit»

(Jn 12,24)



Lectura primera Jr 31,31-34

Posaré la meva llei en el seu interior, l'escriuré en els seus cors.

Llavors jo seré el seu Déu, i ells seran el meu poble.



Lectura segona He 5,7-9

Aprengué a ser obedient

i es convertí en font de salvació eterna

Lectura de l'evangeli segons sant Joan

En aquell temps, alguns d'entre els grecs que havien pujat a Jerusalem per adorar Déu en ocasió de la festa, anaren a trobar Felip, que era de Bet-Saida de Galilea, i li pregaven: «Senyor, voldríem veure Jesús». Felip anà a dir-ho a Andreu i tots dos ho digueren a Jesús. Jesús els respongué: «Ha arribat l'hora que el Fill de l'home serà glorificat. Us ho dic amb tota veritat: si el gra de blat, quan cau a terra, no mor, queda sol, però si mor, dóna molt de fruit. Els qui estimen la seva pròpia vida la perden; els qui no l'estimen en aquest món, la guarden per a la vida eterna. Si algú es vol fer servidor meu, que em segueixi, i s'estarà on jo m'estic. El Pare honorarà els qui es fan servidors meus.

En aquests moments em sento torbat. Què he de dir? Pare, salveu-me d'aquesta hora? No, és per arribar en aquesta hora, que jo he vingut. Pare, glorifiqueu el vostre nom». Una veu va dir del cel estant: «Ja l'he glorificat, però encara el glorificaré». La gent que ho sentí deia que havia estat un tro; d'altres deien que un àngel li havia parlat. Jesús els digué: «No és per mi que s'ha sentit aquesta veu, és per vosaltres. Ara és el moment que aquest món serà condemnat. Ara el sobirà d'aquest món serà expulsat, i jo, quan seré enlairat damunt la terra, atrauré tothom cap a mi». Deia això indicant com havia de ser la seva mort.                                                    (Jn 12,20-33)

PAPA FRANCISCO

ÁNGELUS - Biblioteca del Palacio Apostólico

Domingo, 21 de marzo de 2021

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

La liturgia de este quinto domingo de Cuaresma proclama el Evangelio en el que san Juan relata un episodio que ocurrió en los últimos días de vida de Cristo, poco antes de la Pasión (cf. Jn 12,20-33). Mientras Jesús estaba en Jerusalén para la fiesta de pascua, algunos griegos, llenos de curiosidad por lo que estaba haciendo, expresaron su deseo de verlo. Se acercaron al apóstol Felipe y le dijeron: «Queremos ver a Jesús» (v.21). «Queremos ver a Jesús», recordemos este deseo: «Queremos ver a Jesús». Felipe se lo dice a Andrés y luego juntos van a decírselo al Maestro. En la petición de aquellos griegos podemos ver la súplica que muchos hombres y mujeres,  en todo lugar y tiempo, dirigen a la Iglesia y también a cada uno de nosotros: “Queremos ver a Jesús”.

¿Cómo responde Jesús a esta petición? De un modo que lleva a reflexionar. Dice así: «Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del hombre […] Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da mucho fruto» (vv. 23.24). Estas palabras no parecen responder a la petición que habían hecho aquellos griegos. En realidad, van más allá. De hecho, Jesús revela que Él, para todo hombre que quiera buscarlo, es la semilla escondida dispuesta a morir para dar mucho fruto.  Como diciendo: si queréis conocerme, si queréis comprenderme, mirad el grano de trigo que muere en la tierra, es decir, mirad la cruz

Cabe pensar en el signo de la cruz, que a lo largo de los siglos se ha convertido en el emblema por excelencia de los cristianos. Quien también hoy quiere “ver a Jesús”, tal vez proveniente de países y culturas donde el cristianismo es poco conocido, ¿qué ve en primer lugar? ¿Cuál es el signo más común que encuentra? El crucifijo, la cruz. En las iglesias, en los hogares de los cristianos, incluso colgado en el pecho. Lo importante es que el signo sea coherente con el Evangelio: la cruz no puede sino expresar amor, servicio, entrega sin reservas: sólo así es verdaderamente el “árbol de la vida”, de la vida sobreabundante.

También hoy mucha gente, a menudo sin decirlo implícitamente, quisiera “ver a Jesús”, encontrarlo, conocerlo. Esto nos hace comprender la gran responsabilidad de los cristianos y de nuestras comunidades. Nosotros también debemos responder con el testimonio de una vida que se entrega en el servicio, de una vida que toma sobre sí el estilo de Dios —cercanía, compasión y ternura— y se entrega en el servicio. Se trata de sembrar semillas de amor no con palabras que se lleva el viento, sino con ejemplos concretos, sencillos y valientes, no con condenas teóricas, sino con gestos de amor. Entonces el Señor, con su gracia, nos hace fructificar, incluso cuando el terreno es árido por incomprensiones, dificultades o persecuciones, o pretensiones de legalismos o moralismos clericales. Esto es terreno árido. Precisamente entonces, en la prueba y en la soledad, mientras muere la semilla, es el momento en que brota la vida, para dar fruto maduro en su momento. Es en esta trama de muerte y de vida que podemos experimentar la alegría y la verdadera fecundidad del amor, que siempre, repito, se da en el estilo de Dios: cercanía, compasión, ternura.

Que la Virgen María nos ayude a seguir a Jesús, a caminar fuertes y felices por el camino del servicio, para que el amor de Cristo brille en todas nuestras actitudes y se convierta cada vez más en el estilo de nuestra vida diaria.


LES BENAURANCES

 Serem feliços en la pobresa

si amb les mans buides veiem l'amor de Deú.

Si a l'esperança obrim el cor.

Deixem-ho tot i guanyarem el cel.

Serem feliços en la humilitat.


Si ens fem petits iamb el cor senzill.

Serà la nostra heretat la Terra, la Terra.

Si el gra de blat no cau a terra i mor

és impossible que doni fruit.


Aquell que dona la vida per el seu germà

tindrà sempre el Senyor.

Serem feliços en compartir

donant de franc quelcom del nostre temps

a qui se sent sol i oblidat.

Podrem gaudir la vida al regne etern.

Serem feliços si som transparents,

si se'ns llegeix als ulls sinceritat.

Podrem sentir dins del cor

el Déu vivent, el Déu vivent.


Si el gra de blat no cau a terra i mor

és impossible que doni fruit.

Aquell que dona la vida per el seu germà

tindrà sempre el Senyor.


Serem feliços cercant la Pau

trencant cadenes, vivint en llibertat.

Si desterrem rancúnies i odi,

esdevindrem fills del Pare Estimat.

Serem feliços si som perseguits

quan perdonem aquell qui ens ha ofès.

El nostre anhel no serà

mai destruït, mai destruït.


Si el gra de blat no cau a terra i mor

és impossible que doni fruit.

Aquell que dona la vida per el seu germà

tindrà sempre el Senyor.

                                      (Kairoi)


Padre,

me pongo en tus manos.

Haz de mí lo que quieras.

Sea lo que sea,

te doy las gracias.

Estoy dispuesto a todo,

con tal que tu voluntad

se cumpla en mí

y en todas las criaturas.

No deseo nada más, Padre.

Te confío mi alma.

Te la doy

con todo el amor de que soy capaz,

porque te amo

y necesito darme,

ponerme en tus manos

sin medida,

con una infinita confianza,

porque Tú eres mi Padre. 

          - Carlos de Foucauld -


MI ALMA SE AGITA, SEÑOR

Cuando llega la hora de la verdad,

y siento que no tengo tantas fuerzas

para defender tú Reino.

Porque me cuesta renunciar a mi “YO”

y decirte que soy todo tuyo, Señor.

MI ALMA SE AGITA, SEÑOR

Porque, lejos de ser trigo que muere,

pretendo ser flor que nunca se marchita

que no quiere perder ninguno de sus pétalos

que, lejos de renunciar a su hermosura,

la quiere salvar a toda costa.

MI ALMA ESTÁ AGITADA, SEÑOR

Porque para dar fruto,

me dices que, primero, hay que desaparecer

Porque para darte gloria,

me recuerdas que he de sucumbir

Porque para, ser de los tuyos,

he de alejarme de muchos de los míos.

MI ALMA ESTÁ AGITADA, SEÑOR

¿Qué te diré? ¿A quién clamaré?

¿A dónde iré? ¿Merece la pena, Señor?

Como Tú, Señor, también yo digo:

Líbrame de aquellas horas

que me producen pena y llanto

Evítame las cruces excesivamente pesadas

Condúceme por los caminos

no inhumanamente estrechos.

Pero, eso sí, Señor; No se haga mi voluntad

Porque, sé mi Señor,

que todo lo que me pides y me das

que todo lo que pones bajo mis pies

es porque, previamente, Señor,

sabes que lo puedo soportar, y por Ti entregar.

MI ALMA ESTÁ AGITADA, SEÑOR

Pero sé que, hoy y siempre,

la esperanza que tengo en Ti, no me defraudará. Amén


Cuando te has olvidado de ti mismo,

cuando te has agotado en el servicio a los últimos,

cuando has vencido la tentación de cualquier apego,

cuando has aceptado el sufrimiento como compañero,

cuando has sabido perder,

cuando ya no pretendes ganar,

cuando has compartido lo que tú necesitabas,

cuando te has arriesgado por el pobre,

cuando has enjugado las lágrimas del inocente,

cuando has rescatado a alguien de su infierno,

cuando te has introducido en el corazón del mundo,

cuando has puesto tu voluntad en las manos de Dios,

cuando te has purificado de tu orgullo,

cuando te has vaciado de tanto acopio superfluo,

cuando te sientes herido ...

brilla en ti, gratis, la luz de Dios,

sientes su presencia irradiando frescura primaveral,

y su perfume te envuelve y reanima.

Ya no necesitas otros tesoros.

Dios te acompaña,

te habla,

te protege.

Te sientes esponjado en un mar de dicha.

Y si no estás en las nubes,

es un Tabor

que se te ofrece gratis,

para que disfrutes ya lo presente

y camines firme

y sin temores.

               (Florentino Ulibarri, “Al viento del Espíritu”)



 
 
 
 

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