dilluns, 23 de març del 2020

4t diumenge de Quaresma 2020

Quaresma 2020
Us ho demanem en nom de Crist: 
reconcilieu-vos amb Déu.

 (2Co 5,20ss)    




 

Lectura primera 1S 16,1.6-7.10-13a
David és ungit rei d'Israel




Lectura segona Ef 5,8-14
«Desvetlla't, tu que dorms; 
ressuscita d'entre els morts
 i el Crist t'il·luminarà».


Lectura del santo evangelio según san Juan                          (9,1.6-9.13-17.34-38):
En aquel tiempo, al pasar Jesús vio a un hombre ciego de nacimiento. Y escupió en tierra, hizo barro con la saliva, se lo untó en los ojos al ciego y le dijo:
«Ve a lavarte a la piscina de Siloé (que significa Enviado).»
Él fue, se lavó, y volvió con vista. Y los vecinos y los que antes solían verlo pedir limosna preguntaban: «¿No es ése el que se sentaba a pedir?»
Unos decían: «El mismo.»
Otros decían: «No es él, pero se le parece.»
Él respondía: «Soy yo.»
Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego. Era sábado el día que Jesús hizo barro y le abrió los ojos. También los fariseos le preguntaban cómo había adquirido la vista.
Él les contestó: «Me puso barro en los ojos, me lavé, y veo.»
Algunos de los fariseos comentaban: «Este hombre no viene de Dios, porque no guarda el sábado.»
Otros replicaban: «¿Cómo puede un pecador hacer semejantes signos?»
Y estaban divididos. Y volvieron a preguntarle al ciego:
 «Y tú, ¿qué dices del que te ha abierto los ojos?»
Él contestó: «Que es un profeta.»
Le replicaron: «Empecatado naciste tú de pies a cabeza, ¿y nos vas a dar lecciones a nosotros?»
Y lo expulsaron.
Oyó Jesús que lo habían expulsado, lo encontró y le dijo: «¿Crees tú en el Hijo del hombre?»
Él contestó: «¿Y quién es, Señor, para que crea en él?»
Jesús le dijo: «Lo estás viendo: el que te está hablando, ése es.»
Él dijo: «Creo, Señor.» Y se postró ante él.



PAPA FRANCISCO
ANGELUS - Biblioteca del Palacio Apostólico
Domingo, 22 de marzo de 2020
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El tema de la luz ocupa el centro de la liturgia de este cuarto domingo de Cuaresma. El Evangelio (cfr. Juan 9,1-41) nos cuenta el episodio de un hombre ciego de nacimiento, al que Jesús le devuelve la vista. Este signo milagroso es la confirmación de la declaración de Jesús que dice de Sí mismo: «Soy la luz del mundo» (v. 5), la luz que ilumina nuestras tinieblas. Así es Jesús, irradia su luz en dos niveles, uno físico y uno espiritual: primero, el ciego recibe la vista de los ojos y, luego, es conducido a la fe en el «Hijo del hombre» (v. 35), es decir, en Jesús. Es un itinerario. Sería bonito que hoy tomaseis todos vosotros el Evangelio de San Juan, capítulo nueve, y leyeseis este pasaje: es tan bello y nos hará tanto bien leerlo otra vez, o incluso dos veces. Los prodigios que Jesús lleva a cabo no son gestos espectaculares, sino que tienen la finalidad de conducir a la fe a través de un camino de transformación interior.
Los doctores de la ley —que estaban allí, un grupo de ellos— se obstinan en no admitir el milagro, y hacen preguntas maliciosas al hombre curado. Pero él los desconcierta con la fuerza de la realidad: «Sólo sé una cosa: que era ciego y ahora veo» (v. 25). Entre la desconfianza y la hostilidad de los que lo rodean y lo interrogan incrédulos, él recorre un itinerario que lo lleva poco a poco a descubrir la identidad de Aquél que le ha abierto los ojos y a confesar su fe en Él. Al principio cree que es un profeta (cfr. v. 17); luego lo reconoce como a alguien que viene de Dios (cfr. v. 33); finalmente, lo acepta como el Mesías y se postra ante Él (cfr. vv. 36-38). Ha entendido que, dándole la vista, Jesús ha “manifestado las obras de Dios” (cfr. v. 3).
¡Ojalá tengamos nosotros esta experiencia! Con la luz de la fe, aquél que era ciego descubre su nueva identidad. Es, ahora, una “nueva criatura”, capaz de ver su vida y el mundo que lo rodea con una nueva luz, porque ha entrado en comunión con Cristo, ha entrado en otra dimensión. Ya no es un mendigo marginado por la comunidad; ya no es esclavo de la ceguera y los prejuicios. Su camino de iluminación es una metáfora del camino de liberación del pecado al que estamos llamados. El pecado es como un oscuro velo que cubre nuestro rostro y nos impide ver con claridad tanto a nosotros como al mundo; el perdón del Señor quita esta capa de sombra y tiniebla y nos da una nueva luz. Que la Cuaresma que estamos viviendo sea un tiempo oportuno y valioso para acercarnos al Señor, pidiendo su misericordia, en las diversas formas que nos propone la Madre Iglesia.
El ciego curado, que ahora ve, sea con los ojos del cuerpo que con los del alma, es una imagen de cada bautizado que, inmerso en la Gracia, ha sido arrebatado a las tinieblas y puesto bajo la luz de la fe. Pero no es suficiente recibir la luz: hay que convertirse en luz. Cada uno de nosotros está llamado a acoger la luz divina para manifestarla con toda su vida. Los primeros cristianos, los teólogos de los primeros siglos, decían que la comunidad de los cristianos, es decir, la Iglesia, es el “misterio de la luna”, porque daba luz pero no era una luz propia, era la luz que recibía de Cristo. Nosotros también debemos ser el “misterio de la luna”: dar la luz recibida del sol, que es Cristo, el Señor. San Pablo nos lo recuerda hoy: «Vivid como hijos de la luz; pues el fruto de la luz consiste en toda bondad, justicia y verdad» (Efesios 5, 8-9). La semilla de la nueva vida puesta en nosotros en el Bautismo es como la chispa de un fuego, que a los primero que purifica es a nosotros, quemando el mal que llevamos en el corazón, y nos permite que brillemos e iluminemos con la luz de Jesús.
Que María Santísima nos ayude a imitar al hombre ciego del Evangelio, para que así podamos inundarnos con la luz de Cristo y encaminarnos con Él por el camino de la salvación.






MEDITACIÓN

Y al pasar, vio Jesús a un hombre ciego de nacimiento.
Ciegos son los que juzgan y se dejan llevar por las apariencias sin pasar adentro, al corazón, donde se cuece la verdad más honda de nuestras acciones. Ciegos son los que no se fían de nada ni de nadie que no esté de acuerdo con lo que ellos habían pensado de antemano. Ciegos son los que se creen superiores y no pueden aceptar la verdad. Ciegos son los que no les interesa ver, ni en profundidad ni en extensión, porque exige un esfuerzo, porque desconcierta. Ciegos son los que ven la realidad y la deforman interesadamente. Ciegos son los que tienen actitudes inamovibles. Ciegos son los que no pueden ver porque otros se lo impiden. Ciegos son los que vuelven el rostro para no ver las situaciones de injusticia, pobreza e indefensión que viven otras personas. Ciegos son también los que creen que ven.
Todas estas cegueras nos impiden ser personas libres, personas liberadas. Intenta identificar tus cegueras. ¿Me veo reflejado en algunas de ellas? ¿Por qué? ¿Cómo salir de ellas? ¿Qué aspectos de mi vida necesitan luz?
Era sábado el día que Jesús hizo barro y le abrió los ojos … Algunos de los fariseos comentaban: Este hombre no viene de Dios porque no guarda el sábado
Los fariseos… ya los conocemos. Los de ayer y los de hoy: enjuiciando a los demás desde su ley, sin comprometerse con las personas. Los expertos de religión, con los que Jesús se encuentra, están cegados, pues en su soberbia creen que pueden ser dueños de Dios. Ponen la ley por encima de la persona, incluso, aplastan a la persona con el peso de la ley.
En mis relaciones con los demás ¿qué prima la ley o la misericordia? Dios ve más allá de las apariencias y se fija en lo que hay en nuestro corazón. Y yo ¿me dejo llevar por las apariencias a la hora de hacer un juicio de los demás o procuro conectar con su corazón para entender sus decisiones?
Jesús vino a liberarnos del pecado y sentimientos de culpa. Por eso, aunque era sábado y estaba prohibido trabajar y curar en ese día, Jesús va a quien sufre esas opresiones… y lo sana. ¿Abro los ojos para ver las necesidades de los demás? ¿Cómo me acerco a los que necesitan de mi ayuda? ¿Cómo debería hacerlo?
Pero los judíos no se creyeron que aquel había sido ciego y que había comenzado a ver…
Muchas personas tienen experiencia de encuentro con Jesús y una profunda conversión, tras un retiro, unos ejercicios espirituales, unas charlas, una lectura…. ¿Cómo acojo yo a estas personas? ¿Me alegro de su conversión o simplemente la cuestiono porque no ha seguido mi mismo proceso?
Sus padres contestaron: Sabemos que este es nuestro hijo y que nació ciego; pero cómo ve ahora no lo sabemos… Preguntádselo a él que es mayor y puede explicarse.
Los padres están paralizados por el miedo: miedo al riesgo, al compromiso, al qué dirán, a la exigencia de cambiar de vida. ¿Vives tu fe de manera anónima, en la masa o de una manera comprometida? ¿Ocultas, en algunas ocasiones, tu condición de cristiano? ¿Por qué? ¿Qué deberías hacer al respecto?
Solo sé que yo era ciego y ahora veo
¿De qué cegueras me ha curado el Señor? ¿Qué pasos he dado en mi proceso de fe? Trae a tu mente y a tu corazón todo aquello que el Señor ha hecho por ti.
El ciego les contestó: ¿también vosotros queréis haceros discípulos suyos?
Aquel ciego recorrió un largo itinerario hasta la fe en Jesús. Pero, ese caminar, da testimonio ante todos de su encuentro con Jesús, habla de Él, explica su proceso y sus dudas. Tu condición de creyente,
¿suscita inquietud por Jesús entre la gente que conoces y con la que hablas a diario? ¿A quién le hablas tú de Jesús? ¿A quién y cómo deberías hacerlo?
Jesús le dijo: ¿Crees tú en el Hijo del hombre?… Creo, Señor
La fe no solo son unas palabras que se pronuncian. La fe en Jesús supone rendirle a él mi vida, dejar que él sea el Señor de mi historia. Supone confiar a él toda nuestra existencia. ¿Cómo es mi fe? ¿Cómo debería de ser? ¿Qué tendría que hacer o cómo tendría que vivir para que mi fe fuese realmente auténtica?
Como el ciego, necesitamos ver a Jesús. Y ver como Jesús. E iluminar como Jesús.
Este Evangelio nos recuerda que cuando una persona se deja iluminar y trabajar por Cristo se le abren los ojos, comienza a verlo todo de forma diferente y no le da miedo afrontar la nueva situación, aunque ésta sea conflictiva.
No te desesperes; recuerda que la vida es un caminar hacia Dios y que, por lo tanto, es un proceso de crecimiento espiritual gradual. La fe, poco a poco, configura nuestra vida, intereses, gustos, creencias, pasiones y acciones. La clave está en dejar que todo sea iluminado por la luz de Jesús y contar con la gracia de Dios para seguir adelante.

Dossier ACG – p.34ss.






Senyor,
doneu-nos uns ulls transparents.
   nets d'orgull i autosuficiència;
uns ulls senzills, tranquils
   que donin pau i serenor;
uns ulls ferms solidaris
   en la lluita i el compromís;
uns ulls acollidors
   que ofereixin comprensió i perdó;
uns ulls amables
   que comparteixin el sofriment
            dels germans;
uns ulls nets
   que només sàpiguen estimar.
Il·lumineu, Senyor,les nostres tenebres
   i doneu-nos els vostres ulls
   per així poder prolongar,
   en el nostre món, la vostra mirada.
¿SOY CIEGO, SEÑOR?
Digo creer en Ti, y vivo como si no existieras
Pretendo caminar por tus sendas y no palpo tu presencia
Presumo de conocerte y apenas escucho tu Palabra
Digo que ¡nadie hay como Tú!
y tiemblo cuando las dificultades asoman
¿SERÉ ACASO CIEGO, SEÑOR?
Abro los ojos ante el mundo
y me cuesta decir que Tú lo mueves
Confieso que Tú eres la luz del mundo
y me escondo en oscuridades peligrosas
Rezo mirando al cielo
y a la vez me fío demasiado
de las decisiones del mundo
¿TENDRÉ CEGUERA ESPIRITUAL, SEÑOR?
Soy humano y, muchos días,
me considero exclusivamente divino
Soy pecador y, queriendo o sin querer,
me las doy de justo y honrado
Afirmo conocer todos los secretos
y, a mis ojos, se escapa lo esencial
Conozco la ciencia y la matemática
y no sé cómo encontrarte en mi vida
¿SERÉ CIEGO, SEÑOR?
Porque leo tu Palabra
y, pienso que es para los demás
Escucho tu Palabra
y creo que no va conmigo
Camino, subo y bajo, corro y avanzo
y me tropiezo a cada instante
dándome de bruces
contra mis propias ideas y pensamientos
¡CAMBIÁME, SEÑOR!
Mi naturaleza humana, para reconocerte
La forma de mirar para no perderte de vista
El ritmo en mi caminar para ir a tu lado
El ruido de mi existencia para escuchar tus pisadas
Los nubarrones de mis pensamientos
para que Tú seas la luz de todo mi ser
¿ESTARÉ CIEGO, SEÑOR?






 US PRESENTEM SENYOR:
● els nostres ulls cecs,en la tenebra del desencís,
perquè els cureu a la piscina de Siloé, de l'Enviat;
● els nostres ulls tancats, orgullosos,
que no volen veure els germans,
perquè els obris amb el teu amor;
● els nostres ulls egoistes,
que només veuen els propis interessos;
perquè alliberats per la teva misericòrdia,
aprenguin a ser pacífics i misericordiosos;
● els nostres ulls violents
que a vegades maten amb la mirada;
perquè es netegin en la teva font;
● els nostres ulls escèptics,
que no es fien de res i no confien en ningú;
perquè Vós els renoveu amb la vostra confiança;
● els nostres ulls buits, desencisats;
perquè els ompliu de la vostra llum engrescadora.
PERÒ TAMBÉ UST PRESENTEM AQUELLS ULLS
    QUE GRÀCIES A LA VOSTRA LLUM:
● són ulls il·lusionats,
que van descobrint la vida dia a dia;
● ulls lúcids, crítics
amb la injustícia i la violència;
● ulls transparents
que miren amb el cor
i reflexen la vostra presència;
● ulls acollidors
que ofereixen pau i esperança;
● ulls nets i humils
que mostren el vostre amor
     Senyor, renoveu
els nostres ulls i la nostra mirada,
perquè passem de la tenebra a la llum
tot aprenent a mirar amb els vostres ulls.


Gracias, Señor,
porque sigues viniendo a nosotros.
Gracias por hacerte hombre,
por hacerte uno de nosotros
y, así, conducirnos a tu reino de luz.
Gracias, Señor,
porque no dejas que nuestras tinieblas
sofoquen tu luz,
sino que nos haces experimentar
el esplendor y la claridad de la fe.
Te pedimos, Señor,
que nos liberes de la esclavitud del pecado,
a los que hemos renacido en el bautismo,
y nos hagas experimentar una vida nueva.
Ayúdanos, Señor,
a vivir como auténticos hijos de Dios,
transformados por tu amor,
conducidos de las tinieblas a la luz.
Fortalécenos, Señor,
para dar razón de nuestra fe,
para testimoniar tu amor,
para mostrar las maravillas que haces en nosotros.
Amén.
                           (Cf. Prefacio - El ciego)



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